El poeta y activista nicaragüense, José Alberto "Chepito" Montoya, comparte un relato sincero y cercano de su vida, marcada por la lucha política, el exilio forzado, la resistencia cultural y su disidencia de la disidencia sandinista. Desde su rebelión contra el régimen de Daniel Ortega hasta su elección de estudiar economía para contribuir al futuro de Nicaragua, Montoya se destaca como símbolo de valentía y compromiso juvenil. Afirma mantener y defender sus ideales y su pasión por la literatura como medio de resistencia, ya que "las dictaduras acaban, pero la poesía es inmortal". Además, invita a la reflexión y a la acción, especialmente a sus pares y a las generaciones futuras que crecen en medio de la tiranía. Montoya enfatiza la importancia de no quitarles a los jóvenes las pocas oportunidades que tienen: "La juventud es una etapa de nuestra biología que tenemos que respetar y disfrutar", exhorta.
Por Juan Daniel Treminio | @DaniTreminio
San José, Costa Rica
José Alberto "Chepito" Montoya es un joven poeta nicaragüense cuya mente inquieta, creativa y combativa lo ha llevado a trazar un camino marcado por su militancia política, el exilio forzado y la búsqueda de justicia y libertad para su país, Nicaragua. Su historia se entrelaza con la lucha estudiantil, la resistencia cultural y el compromiso con sus "ideales progresistas". Desde las calles de Managua hasta las aulas universitarias de Costa Rica, Montoya se erige como un símbolo de la juventud nicaragüense que desafía las sombras de la dictadura con la luz de la palabra. Quienes lo conocen lo vieron militar activamente durante varios años en el Movimiento Renovador Sandinista (MRS), ahora Unión Democrática Renovadora (UNAMOS). A pesar de ser uno de los impulsores del cambio de nombre en dicho partido y de su desligamiento del sandinismo, decidió darse de baja. En esta entrevista con la Redacción de COYUNTURA, explica los motivos que lo llevaron a tomar la decisión de apartarse del partido naranja.
Entre otras reflexiones sociales, Montoya revela lo que más le preocupa en medio de todo lo que sucede en su país natal: el adaptamiento de la sociedad al sistema dictatorial. Además, hace un repaso de los últimos seis de sus 21 años de edad, los cuales ha tenido que pasar en el exilio. Volver a pisar la universidad es lo más significativo que le ha pasado. Trabaja, escribe y ahora estudia economía empresarial, "fue una decisión que tomé pensando en que Nicaragua necesita más economistas" y también porque "francamente la literatura no garantiza un sustento".
La múltiple crisis que atraviesa Nicaragua no ha dejado por fuera a los escritores; al contrario, Montoya denuncia la desaparición de todas las editoriales nicaragüenses y el riesgo que enfrentan quienes aún se atreven a escribir en un país que antes era considerado el país con más escritores per cápita. "Los escritores nicaragüenses quedamos huérfanos de editoriales, huérfanos de todo", lamenta. Pese a tantos obstáculos, Montoya ha publicado varios libros, incluyendo "Bartolina" y "Cartas para una Hortensia", que abordan la situación política y social de Nicaragua desde la perspectiva de la juventud. También tiene un par de obras bajo la manga que espera poder publicar en editoriales costarricenses.
Además, centra su llamado a la reflexión y a la acción, especialmente a sus pares y a las generaciones futuras que crecen en medio de la tiranía. Montoya enfatiza la importancia de no quitarles a los jóvenes las pocas oportunidades que aún tienen: "La juventud es una etapa de nuestra biología que tenemos que respetar y disfrutar", exhorta.
Pregunta. ¿Cómo resumes estos seis años en el exilio?
Respuesta. En el exilio se vive de todo. Cosas feas, cosas bonitas y cosas que nunca debieron haber pasado. También cosas que te van dando ánimo. Utopías. El exilio es un trauma que se va extendiendo mediante exista. Dentro de ese momento traumático también hay utopías que sirven para ver y caminar.
P. ¿Cuántas utopías tienes y cuál es la que más te ilusiona?
R. Tengo un montón y la que creo que más me gusta es la utopía de la terquedad; de vivir como uno quiere vivir, sin escuchar el barullo externo. Esa rebeldía es la que nos ayuda al final a tomar en cuenta que nosotros somos dueños de nuestras propias decisiones.
P. ¿Qué es lo más significante que te ha a pasado durante este lapso de tiempo?
R. Volver a la universidad, porque pensé que en Costa Rica no había manera. Yo estudiaba ciencias políticas en Managua y cerraron la universidad en la que estudiaba, la Universidad Paulo Freire (UPF). Pero conseguí una beca y eso ha sido lo más importante que me ha sucedido en el corto plazo.
Ahora estoy estudiando economía empresarial, la ciencia que estudia las decisiones, es cercano a las ciencias políticas. Fue una decisión que tomé pensando en que Nicaragua necesita más economistas.
Además, siendo franco yo sé que de la literatura no voy a vivir, entonces tengo que buscar alternativas sostenibles.
P. ¿En este momento cómo está tu literatura?
R. Muy bien. Escribo todos los días, al menos una hora diario. Escribo narrativa y poesía. En el 2020 publiqué "Bartolina" que es una antología literaria donde compilaba un cuento grande, luego de un poema; habla bastante sobre la situación del país. Después, hay otro cuento que se llamaba "Los niños pobres de Chichigalpa" que contaba la historia de una familia y la violencia doméstica.
En el 2023 publiqué "Cartas para una Hortensia", que es un poemario que también habla bastante de la situación de la juventud de Nicaragua, juventud que ha crecido y vive en dictadura. Fue una presentación bella en el Centro Cultural de España en Costa Rica y tuvo un gran apoyo por parte de la diáspora y las redes costarricenses que hemos venido construyendo.
P. Y, ¿qué literatura tienes preparada para el corto plazo?
R. Justamente he mandado un poemario a varias editoriales acá en Costa Rica, porque quiero publicar con editoriales costarricenses. Y luego vendrá otro poemario que espero que esté listo a mediados de este año.
P. ¿Qué tan accesibles son las editoriales costarricenses?
R. Estamos en una sociedad donde el escritor o escritora es algo difícil de ver, por ende el mercado de las editoriales se van reduciendo y la naturaleza de las editoriales que había hace 40 años no es la misma de ahora. Los escritores jóvenes se abocan a sus editoriales nacionales, pero nosotros, en nuestra situación, no tenemos editoriales. En Nicaragua básicamente se cerraron todas las editoriales. Entonces los escritores nicaragüenses quedamos huérfanos de editoriales y nos toca andar por todo el mundo.
Y por supuesto que cuesta mucho más.
P. Se dice que Nicaragua es uno de los países con más escritores per cápita. ¿Qué consecuencias tiene o tendrá no contar con editoriales?
R. Nosotros somos la generación que, ni siquiera durante el somocismo se vivió, somos la generación que escribe sin medios de comunicación, sin diarios, sin periódicos, sin revistas, sin editoriales, sin espacios de compartimiento cultural. Esta dictadura nos ha quitado todos los espacios de promoción cultural. Somos escritores huérfanos de todo eso.
Hay muy buena poesía en Nicaragua, y poesía que se está escribiendo desde adentro, en medio de una situación anómala. Yo le doy mi reconocimiento a los escritores y escritoras que están en el país escribiendo todos los días.
P. Además de no contar con editoriales, ¿cómo influye el clima político en la libertad de expresión y la seguridad de las y los artistas y escritores nicaragüenses, incluso aquellos que no están directamente involucrados en temas políticos?
R. Está el ejemplo de Carlos Bojorge, un poeta de Managua que fue secuestrado desde el primero de enero. Él políticamente no confrontaba a la dictadura. Es un chavalo dedicado a la promoción cultural y a la poesía. Lamento mucho su secuestro. Entonces yo creo que la respuesta a tu pregunta es el caso de él.
R. ¿Qué opciones tienen las personas que están en el país y que quieran contar lo que sienten por medio de la literatura?
P. Las dictaduras acaban pero la poesía es inmortal. A Benedetti lo dieron por muerto durante la dictadura uruguaya de repente apareció en El Salvador. Es parte de la astucia de un poeta.
P. ¿A qué edad descubriste de que Nicaragua estaba bajo un sistema dictatorial?
R. A mis 14 años comencé a comprender que la cosas no estaban bien. Estaba en la secundaria. Después de haber estudiado la historia del somocismo, miraba que se iban repitiendo cosas del somocismo. A los 15 años entré al Movimiento Renovador Sandinista (MRS), donde milité hasta hace dos años (2022).
P. ¿Y qué motivo te hizo abandonar la militancia en el partido naranja?
R. Me considero un joven de izquierdas, lo soy abiertamente, pero me retiré porque consideré que el partido ahora tiene otros enfoques, otra visión política que ya no está encarrilada con mis perspectivas políticas. Si militamos en un partido es para que ese partido nos represente en pensamientos y posturas, para mí la militancia es importante. Ya no le miraba sentido. No me sentía cómodo seguir militando.
P. ¿Fue a raíz del cambio del nombre y del desligamiento al sandinismo?
R. Yo fui uno de los promotores de que se cambiara el nombre. Yo creo que el sandinismo es algo que se debe de ver para estudiar, pero el sandinismo como tal ya es un atraso para la propia izquierda. Respeto mucho la gestión del general Sandino y de muchas personas que, inspirados en sus ideales, transformaron cosas en Nicaragua. Pero más que sandinista, soy progresista, creo en eso, en la progresividad de los derechos y así como hay que renovar derechos, hay que renovar ideales.
P. Tomando en cuenta las circunstancias del país, donde fueron extinguidos los espacios políticos, ¿es necesario promover ideologías?
R. Mucho se ha dicho de que es innecesario posicionarse políticamente por la situación que vivimos. Yo creo en lo contrario. El momento ideal para que a la gente se le enseñe de organización política, de posicionamientos políticos, es ahora. Que la gente lo sepa. Además, si queremos construir un país democrático no le digamos a la gente que aquí no existen ni izquierdas, ni derechas. Claro que existen y la gente tiene todo el derecho de asumirse como conservador, como liberal, como progresista. Que existan instituciones que reclamen los derechos esenciales.
P. ¿Crees que aún quedan líderes o lideresas en Nicaragua que inspiran esperanza y representan la defensa de los derechos y la sociedad?
R. Veo a líderes y lideresas importantes a nivel de país, como Ana Margarita Vigil, Tamara Dávila, que son lideresas que me dan mucha esperanza. Chavalos como Juan Diego Barberena, muy brillante. Te podría mencionar a muchos activistas que para mí representan esa defensa. A veces cometemos el error de creer que las personas son perfectas, pero no. A mí las personas me caen bien con todo y sus etapas.
P. ¿Con qué tipo de personas no te llevas bien?
R. Abiertamente con toda esa gente que te dice que en Nicaragua con Somoza no hubo una dictadura. También con la gente que estropeó todo para que en el 2021 no llegaramos a un acuerdo.
Los mismos que lo estropearon fueron esos mismos con los que tuvimos alianza desde el 2011 hasta el 2016. Se podía llegar a un acuerdo, pero no hubo voluntad política. Que la dictadura hubiera permitido elecciones libres es una cosa, pero nosotros estábamos en la obligación de darle a la sociedad alternativas creíbles.
P. ¿De Nicaragua qué es lo que más te preocupa en este momento?
R. Que en Nicaragua ya se naturalizó a la dictadura. En Nicaragua hay una dictadura estable y estabilizada. La gente lo sabe y de alguna manera se está acoplando a vivir en una dictadura, tal cual pasa en Cuba, o pasó en Chile durante muchos años.
Mientras pasa esto, del otro lado hay una presentación de un grupo político con los mismos nombres, con las mismas organizaciones, con los mismos intentos de siempre, y vienen a decirnos lo que ya sabemos en un Facebook Live para decir que ya no son una mesa de diálogo, que ya son una "concertación".
P. Suponiendo que te refieres a Monteverde, ¿qué crees que necesitan para ofrecerle algo distinto a la ciudadanía?
R. Los grupos opositores lo saben muy bien. En el 2019 que se lanzó la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) de primas a primeras fue un éxito popular, movilizó y dio esperanza a la gente. A estas mismas personas las invito a que piensen qué pasó con qué, por qué antes hicieron click con la población y ahora no.
Quiero dejar claro que dentro de estos espacios hay gente muy brillante, que es necesario que estas personas estén ahí, las respeto y las quiero, también sé que es muy difícil sentarse con todos, pero al final asumen el papel de líderes opositores y tienen que responder como tal.
P. Y, la juventud nicaragüense que está organizada en el exilio, ¿qué reflexiones merece?
R. Creo que estamos cargando con los pleitos y dolores de otra generación y con los propios, hemos revuelto todo lo personal y lo político. Hay grupos como Avanza, por ejemplo que se autodefinen de derecha, es gente que los considero bastante inteligente y respetables. En la Coordinadora Universitaria hay gente valiosísima.
Tenemos que buscar las cosas que nos hacen brillar y crecer, fortalecer las cosas en común para poder generar propuestas al país. Al final yo creo que será la generación que venga después de nosotros la que va a arruinar el caramanchel, o sacarlo adelante.
P. ¿Crees que estos grupos ya están lo suficientemente definidos y con claridad de lo que buscan y aspiran?
R. Una buena parte sí.
P. ¿Qué deben saber las generaciones que van creciendo en dictadura?
R. Apenas voy a cumplir 22 años y me ha tocado un montón tratar de hacer algo por el país. Sé que antes de mí hubo gente que dio mucho para que yo gozara de nuevos derechos, y antes de esa generación hubo gente que murió o que agarró fusiles porque creían que era la manera de cambiar la situación.
Estoy seguro que mucha gente en los distintos capítulos de la historia ha pensado que haciéndolo o dándolo todo van a hacer todo posible para que la generación que venga no lo tenga que hacer. La generación que viene son la continuidad de nuestros proyectos, o el inicio de sus propios proyectos.
Si llegamos a un punto donde nos cuestionamos de todo, por ejemplo, dejar de decir "patria libre o morir, por "patria libre para vivir", es porque hubo proceso y un trabajo para llegar ahí. Todo el trabajo que estamos haciendo se está reflejando ya. No hay que quitarle a la juventud que está en el país las pocas ventanas que tienen para respirar. Si quieren ir a una fiesta o a un concierto, que vayan. A veces un pedazo de azul es más intenso que todo el cielo.
La juventud es una etapa de nuestra biología que tenemos que respetar y disfrutar.
P. ¿Será que esta generación de varios involucrados sea capaz de erradicar la violencia?
R. No. No acabamos con la violencia, pero sí sabemos identificarla más que la generación pasada. Yo varias veces he sido generador de violencia, a pesar de que he participado en la construcción de otros ideales y comportamientos. Tenemos que reflexionar y evaluar qué tipo de personas queremos ser. Hablar con uno mismo cuesta más que hablar con otras personas.
P. Hablemos sobre el increíble aumento de la violencia y la inseguridad en Costa Rica. ¿A qué crees que se debe este fenómeno? ¿Te has visto afectado?
R. Claro que sí. Yo trabajo y estudio y un día saliendo de mi trabajo me robaron. Yo creo que cuando llegan personas al poder como el presidente que tenemos nosotros en Costa Rica, con ese matonismo y esa manera tan confrontativa de ir contra las libertades públicas y las libertades básicas de la ciudadanía, va a ser insostenible que mantenga la paz. Yo siento que este gobierno no representa al costarricense y su tradición. Cuando se hace una variable en el poder se desata esto.
La inseguridad se va a regular cuando en el El Zapote se regulen las ideas.
P. ¿Te preocupa el aumento de la xenofobia, precisamente por el último discurso del presidente Rodrigo Chávez?
R. Eso ya no me preocupa. En Costa Rica hay diferentes tipos de xenofobia y se ha notado desde que venimos en el 2018. Lo que diga o deje de decir el presidente al final va a alterar a las personas que ya están mal de la cabeza. El presidente tiene la responsabilidad de cuidar todo lo que dice su Constitución, sus leyes y tratados internacionales. Nadie obligó a Costa Rica a firmar tratados o asistir a convenciones de derechos humanos. Nadie los obliga a hacerse responsables de la situación de las personas refugiadas.
P. ¿Cómo es la atención al migrante en Costa Rica?
R. Para ser honesto tengo que decir que en mi posición de hombre blanco he tenido beneficios, mis privilegios me han permitido que no me traten tan mal. He vivido episodios de xenofobia cuando me escuchan el acento, cuando me miran el carnet de persona refugiada. Sin embargo, en comparación a las experiencias que han tenido otros compañeros, he sido privilegiado, y mi experiencia ha sido cómoda.
P. ¿Qué vínculos te quedan con tu país natal?
R. Es mi país. Yo hablo nicaragüense. Todos los días hablo con alguien de Nicaragua. Escribo sobre Nicaragua y mi literatura no ha tenido una metamorfosis. Amo ser nicaragüense, y amo como aman los nicaragüenses. Cuando quiero me hago un Indio Viejo. Yo soy muy nicaragüense y aunque hagan leyes que digan que nos van a quitar la nacionalidad, yo soy muy nicaragüense. Voy a volver a Nicaragua cuando sea prudente volver. Mi meta de vida es rehacer mi vida en mi país en dependencia de cómo se desarrolle la historia. Por ahora. somos un país sin país, es decir, ya nadie está en Nicaragua.
P. ¿En qué parte de tu cuerpo ubicas lo que sientes por tu país?
R. En el corazón, en la boca, en las manos y en los pies.
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