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Preguntas ante la muerte de Qawa’ Domingo Choc Ché

El 6 de junio, en la aldea Chimay, en el Petén, fue quemado vivo el líder espiritual maya Domingo Choc Ché. En su aldea lo acusaron de “brujería”. Son muchas las preguntas que deben hacerse ante su cuerpo calcinado. Son cuestiones que revelan temas vitales y pendientes en nuestra región.


Tras la llegada de la pandemia a Guatemala, la mayoría de los medios se ha enfocado en cómo nuestra sociedad la enfrenta. Otros enfatizan cómo se han agudizado las desigualdades y la violencia contra las mujeres. Otros señalan cómo en las áreas marginales de la capital ni siquiera hay distanciamiento físico entre las viviendas. Otros, los pobres servicios de la salud pública del país. La pandemia también nos ha hecho ver que cuando la vida se ve amenazada, la solidaridad y el sentido común no siempre prevalecen. Es en este contexto en el que ocurrió el linchamiento e incineración de Qawa’ Domingo Choc Ché.


Por: Ana Secundina Méndez Romero - Socióloga.


Indígenas maya durante una ceremonia en honor a Qawa’ Domingo Choc Ché en la Ciudad de Guatemala, Guatemala - Fotografía de Reuters por Luis Echeverría

¿Quién era Qawa’ Domingo Choc Ché?


El crimen que le quitó la vida a Qawa’ Domingo Choc Ché, un aj lionel, “el que cura, el que mira, el que ve”, me conmocionó. Su muerte merece una reflexión. Más que un acto de violencia vil, es un crimen que nos lleva a cuestionar a varios actores comunitarios, a las autoridades gubernamentales, a las autoridades eclesiales. Nos mueve a conocer un poco más quién era Qawa’ Domingo para acercarnos a comprender cómo fue posible que esto haya sucedido.


Qawa’ Domingo era de ascendencia q’eqchi’. (Qawa’ significa Señor en Q’eqchi’). Tenía 56 años y vivía en Chimay, una aldea del municipio de San Luis, Petén. Esta aldea fue establecida en la década de los años 90 antes de la firma de los Acuerdos de Paz de 1996. Hoy viven en Chimay unas 400 familias q’eqchi’ provenientes de Lanquin, Cahabon y Chahal, tres municipios del departamento de Alta Verapaz, situados a unos 50 minutos de Chimay. Se desconoce en qué condiciones vivieron estas familias los 36 años de enfrentamiento armado interno que vivió nuestro país.


Qawa’ Domingo era padre de familia. Tuvo cuatro hijos con su primera mujer y ocho con la segunda. De éstos, seis son menores de edad. Desde 1998 trabajó con la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG), acompañando la sanación de las heridas de la guerra, escuchando a las víctimas de la violencia durante el enfrentamiento armado. También era miembro de la Asociación de Consejos de Guías Espirituales Releb’aal Saq’e (ACGERS).


Era una persona conocida en el extranjero porque formaba parte de un equipo de investigación liderado por las Universidades de Zurich, de Londres y la Universidad del Valle de Guatemala. Quien mejor lo describe es Mónica Berger, antropóloga guatemalteca y directora de la Unidad Antropológica Médica de la Universidad del Valle, quien trabajaba con él en una investigación transdisciplinaria sobre el rescate de las plantas medicinales. En Facebook, Berger comentó: “Era una persona callada, tranquila y su conocimiento era incalculable”. Otros de sus compañeros más cercanos coinciden al describirlo así: “Tranquilo, no se metía con nadie y conocía muchísimo de las plantas”.


¿Qué pasó el 6 de junio en la aldea Chimay?


Algunos medios escritos alternativos y oficiales de Guatemala afirmaron que Qawa’ Domingo había sido detenido horas antes de su linchamiento. Sin embargo, un miembro del Consejo Comunitario de Desarrollo Urbano y Rural (COCODE) de San Luis Petén aseguró en “Radio Infinita” que fue retenido durante cinco días sin ninguna intervención de las autoridades gubernamentales para liberarlo.


El hostigamiento, su detención o su retención se debió a que algunos vecinos de la comunidad creían que Qawa’ Domingo había sido responsable de la muerte de un miembro de una familia de la aldea. El hombre había fallecido días antes en el hospital de Poptún y se desconoce qué padecía y de qué murió. La inercia de las autoridades locales, eclesiales y gubernamentales fue evidente ante lo que ocurría con Qawa’ Domingo. Tampoco hubo alguna persona o algún colectivo con autoridad que hiciera entrar en razón a estas personas para que frenaran su acusación.


El día en que se encendieron los ánimos y asesinaron a Qawa’ Domingo, la aldea, habitualmente aislada y abandonada, carecía de cualquier instancia de diálogo. Qawa’ Domingo estaba solo y sus gritos de auxilio fueron en vano. En la mañana del sábado 6 de junio, en el campo de futbol de la aldea rociaron su cuerpo con gasolina y le prendieron fuego. Lo quemaron vivo. Su cuerpo quedó tendido allí y fue hasta en la tarde de ese día que llegaron las autoridades a hacer algunas capturas. A gritos se hicieron las acusaciones en contra de Qawa’ Domingo. Decían que era “brujo”, que practicaba la “brujería”. Algunos lo señalaron como responsable no de una, sino de varias muertes en la comunidad.


¿Con qué servicios de salud cuenta la aldea Chimay? ¿Cuál es el papel de los médicos y funcionarios de salud ante las creencias de la población en hechos de “brujería”, en enfermedades causadas por “embrujo”? Hasta ahora no hay datos sobre la calidad de atención del sistema de salud pública en la región ni está claro si las autoridades comparteno no estas creencias.


¿Fue el fanatismo religioso?


La muerte violenta de Qawa’ Domingo fue motivo de pronunciamientos de numerosas personas y grupos de diversos sectores sociales en los medios y en las redes sociales. De la discusión generada es posible identificar tres elementos comunes que intentan explicar las razones de su linchamiento: el fanatismo religioso, el racismo y lo aprendido durante la guerra.


Según “El Periódico”, en la aldea Chimay existen siete grupos cristianos con sus respectivas prácticas, cinco son de tendencia neopentecostal, uno es evangélico y uno católico. Las personas detenidas por la muerte de Qawa’ Domingo pertenecen a la iglesia católica.


Señalar a Qawa’ Domingo como “brujo”, evidencia la poca tolerancia ante prácticas ajenas a la tradición cristiana. También muestra la ausencia de un diálogo interreligioso que vaya más allá de hacer celebraciones conjuntas o de participar en ceremonias distintas, y enfatiza la necesidad de establecer canales de comunicación entre las distintas autoridades religiosas. Esto requiere de cambios sustanciales: del replanteamiento de los dogmas cristianos, de las normas de relación y de convivencia entre las personas de credos diversos, y de la formación en la doctrina que dan los cristianos a niños, niñas y adolescentes.


No sé si tanto la iglesia católica como las iglesias neopentecostales de Chimay seguirán evangelizando y predicando para convertir a los “no creyentes” en sus credos sin cambiar en nada. Si no cambian, está de más hablar sobre el diálogo ecuménico e interreligioso porque siempre priorizarán el captar más fieles para sus templos.


¿Fue el racismo?


El racismo está muy estrechamente relacionado con los extremismos religiosos, que satanizan y criminalizan a los Aj k’atol mayej (guías espirituales) por practicar su espiritualidad fuera de los templos, por estar desvinculados de toda autoridad eclesial oficial, por conectarse con el cosmos. Y muy probablemente, porque son los únicos que no practican el proselitismo en la comunidad.


Señalar el racismo para explicar el crimen contra Qawa’ Domingo provino especialmente de círculos intelectuales guatemaltecos, de la academia. Conectan el acontecimiento de Chimay con las prácticas violentas contra la población maya, evocando la violencia histórica contra las poblaciones autóctonas desde la Conquista española, una violencia que sigue prevaleciendo hasta el día de hoy.


Imponer violencia contra lo que no es controlable y genera miedo, causa inseguridad. Esa intolerancia también existe entre los miembros de una misma comunidad. Es algo aprendido, que cala tanto que llega a ser una forma de sobrevivencia. Para el arqueólogo y antropólogo Diego Vásquez Monterroso, en este caso no se trató de q’eqchi’ contra q’eqchi’, se trató de la ideología dominante aprendida por los q’eqchi’ contra ellos mismos, contra los suyos.


El político y sociólogo Me’k Matom analizó este hecho a partir de los planteamientos de Frantz Fanon, explicando cómo la violencia estructural se materializa en la vida cotidiana al ser imposible expresarla contra quienes son los causantes del dolor.


¿Fueron las secuelas de la guerra?


Instancias como la Asociación de Guías Espirituales relacionan el asesinato de Qawa’ Domingo con las persecuciones contra los Aj k’atol mayej (guías espirituales) que tuvieron lugar durante el enfrentamiento armado. Aún se carece de un estudio exhaustivo que analice cuáles eran los motivos que el Ejército de Guatemala tuvo para perseguirlos y eliminarlos.


La realidad que vivió mi aldea en las décadas de los años 70 y 80 puede ilustrar algo sobre esa persecución. Recuerdo que la población de mi aldea practicaba intensamente la espiritualidad maya. No había ningún templo protestante y sólo había unos cuantos católicos que comenzaron a catequizar y a motivar a las mujeres jóvenes, como a mis tías paternas, para que se sumaran a los coros de la iglesia.


Todas las prácticas religiosas fueron criminalizadas parejamente por los militares. Hubo persecución, secuestros selectivos y asesinatos de todos los liderazgos comunitarios: catequistas, guías espirituales mayas, líderes cooperativistas y maestros que habían empezado a promover la alfabetización, la autonomía económica y la organización comunitaria.


A partir de esta crueldad se incrementó el número de iglesias evangélicas y de grupos carismáticos y se prohibieron todas las otras prácticas religiosas y espirituales. Como medida de sobrevivencia hubo personas de mi aldea que se cambiaron de religión.


Existen elementos en común entre las iglesias protestantes, las evangélicas y las neopentecostales. Entre éstos, la desvinculación con los difuntos. De ahí la prohibición de ir a cementerios y la sanción religiosa y actitudes burlescas hacia ciertas prácticas. Una, cargada de mucho sentido y simbolismo, es el ritual de los tres días después del entierro de una persona, que todavía pervive en algunos mayores de edad que piden antes de morir que les hagan ese ritual. Cuando se les hace, creyentes de estas denominaciones salen con parlantes a predicar gritando que no debe existir ninguna relación con los muertos.


No sólo se desvinculan con los difuntos. También con los hechos pasados, con la memoria histórica. De modo que si usted llega a mi aldea preguntando por hechos ocurridos en la guerra le dirán que “no pasó nada”. Así, la práctica religiosa impone el silencio.


¿Fue sólo una realidad local?


El fanatismo, el racismo y las secuelas de la guerra están de alguna manera entrelazados como ideologías y creencias que justifican cualquier violencia, también la ejercida contra Qawa’ Domingo.


Estos tres vehículos de violencia se alimentan en contextos de incertidumbre y en momentos críticos, como los que ha desencadenado la pandemia del Covid-19, en los que se agudiza el temor a perder la vida con el temor de sufrir la escasez de lo básico, y termina imponiéndose la violencia del más fuerte como mecanismo de sobrevivencia. Teniendo todo esto en cuenta, preguntarse por el asesinato de Qawa’ Domingo como si hubiera sido una realidad local sería irresponsable.


¿Cómo percibía la aldea Chimay su trabajo?


Quiero añadir a esta reflexión dos elementos más: la percepción que había en su aldea y en el extranjero del trabajo, el servicio y el compromiso de Qawa’ Domingo.


¿Cómo percibía la aldea su trabajo en la aldea y fuera de ella? ¿Estaban satisfechos, había envidias? Poco se sabe. Mientras algunos miembros de la comunidad señalan el valor del compromiso de Qawa’ Domingo y afirman que era una persona comprometida, conocedor del poder curativo de las plantas, otros dicen que era “brujo” y califican su trabajo como actos de “hechicería”, responsabilizándolo de muertes en la comunidad. ¿Cómo entender esta discrepancia? ¿Sería porque el trabajo y el aporte de Qawa’ Domingo ponían en cuestión la economía de subsistencia de la aldea o cuestionaban ciertos liderazgos?


¿Cómo era percibido su trabajo con las Universidades? ¿Acaso su relación con instancias foráneas generaba temor en su aldea? ¿Cuáles son las creencias de la comunidad en torno a los extranjeros? No lo sabemos. ¿Qué implicó para la economía local la participación de Qawa’ Domingo en las investigaciones que realizaba con las plantas medicinales? ¿Estaban todos de acuerdo? ¿Acaso Qawa’ Domingo amenazó, o fue visto como una amenaza, por algunas autoridades religiosas o por fuerzas económicas locales? No hay respuestas. Tampoco se sabe si el trabajo de Qawa’ Domingo lo realizaba a título personal o si había algún consejo comunitario. Menos sabemos si la comunidad fue consultada o incluida en los proyectos de investigación.


La falta de cohesión social y de espacios de diálogo entre los miembros de la comunidad nos puede mostrar una radiografía de la aldea y las luchas de poder, que nunca faltan. Más aún, revelan una comunidad devastada en cuanto al sentido de solidaridad, al sentido común o a la ayuda mutua, sometida a creencias que dividen y a ideologías aprendidas durante la guerra, quizás legítimas en aquel momento, pero que hoy deben ser superadas.


¿Qué dijeron las universidades?


Fuera de la comunidad de la aldea Chimay están las autoridades gubernamentales, las autoridades eclesiales, el narcotráfico, el tráfico de influencias y las tres Universidades que trabajaban con Qawa’ Domingo.


Se desconoce si el trabajo de Qawa’ Domingo generaba desconfianza entre las autoridades o ponía en peligro sus proyectos e intereses. No hay información. Tampoco se sabe si esas autoridades se percataron o conocieron de las rivalidades que existían contra Qawa’ Domingo y que culminaron en su linchamiento.


La única información que se tiene es la percepción de las Universidades sobre los aportes de Qawa’ Domingo. Lo consideraban un científico maya, un herbalista, un experto en plantas medicinales que participaba en investigaciones de interés académico sobre estos temas. Lo identificaban también como un guía espiritual, un aj lionel que ofrecía aportes importantes a la botánica maya. Según Mónica Berger, desde las Universidades se buscaba poner los conocimientos de la medicina convencional y de la medicina maya a la misma altura y en diálogo entre ambas.


Si hubo tan gran reconocimiento, cabe preguntarse, por ejemplo, qué papel jugaron las Universidades para divulgar en la aldea Chimay el trabajo hecho por Qawa’ Domingo ¿A qué se refieren cuando dicen que ese conocimiento es “para las nuevas generaciones”? Creo que debe analizarse el papel que desempeñan las Universidades al ejecutar algunas investigaciones, especialmente con respecto al conocimiento y a la sabiduría de los pueblos. Por lo general, los conocimientos extraídos en esas investigaciones casi nunca regresan al lugar de donde surgieron.


¿Por qué tanto interés y tanto apoyo financiero para ese tipo de proyectos? ¿Por qué no se dio a conocer ampliamente en su aldea el valioso aporte de este aj lionel? ¿No hubiera podido evitar su muerte divulgar esas investigaciones?


¿Nadie percibió el peligro?


Un asesinato, un linchamiento como el que privó de la vida a Qawa’ Domingo, no puede ser analizado como un hecho aislado, personal, familiar. Fue un acontecimiento social.


Todas las vidas humanas están insertas en contextos complejos donde conviven con poderes económicos y religiosos, con conflictos de liderazgo y, en el caso de Guatemala, con conflictos por tierras. Todo esto provoca fricciones institucionales, locales y personales. Es probable que lo que le sucedió a Qawa’ Domingo haya sido la consumación de varios hechos que se fueron acumulando hasta materializarse en su calcinamiento.


Ante esta barbarie, una última pregunta: ¿Ninguno de los suyos, de los más cercanos, alguna autoridad, alguna instancia cercana, percibió el peligro que se avecinaba contra Qawa’ Domingo? Tal vez sí, pero una sociedad como la guatemalteca carece de la cultura de denunciar la violencia porque falta un sistema de justicia que escuche esa denuncia. La muerte de Qawa’ Domingo Choc Ché nos revela que no había espacios de diálogo y de comunión en la aldea Chimay. Como son casi nulos en toda Guatemala.

 
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