Según el Banco Central de Nicaragua (BCN), las remesas enviadas desde el extranjero superaron los 5,200 millones de dólares en 2024, representando cerca del 30 % del Producto Interno Bruto (PIB). Es decir, el país centroamericano, como muchos otros, depende en gran medida del dinero enviado por aquellos ciudadanos que se han visto obligados a huir del régimen sandinista y las condiciones inhumanas e inestables en la región.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua

Este lunes 03 de febrero de 2025, el dictador Daniel Ortega rompió su silencio respecto a la segunda administración no consecutiva de Donald Trump y, en su reciente intervención en la XII Cumbre Extraordinaria de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), arremetió contra Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), llegando a comparar al gobierno norteamericano con el Ku Klux Klan, el grupo de odio supremacista blanco estadounidense, conocido por sus posturas extremistas y discriminatorias desde su fundación en 1865.
Durante su discurso virtual, Ortega denunció lo que él considera una continuidad histórica de intervencionismo y discriminación por parte de Estados Unidos. "La historia sigue siendo la misma: el Ku Klux Klan está ahí en Washington. Hay momentos en los que ahorca públicamente y asesina sin asco, y otros en los que se hace pasar por santito, como si fuera muy democrático", aseveró. Aunque evitó mencionar directamente a Trump o a cualquier funcionario actual, sus críticas fueron evidentes, siguiendo por mucha la narrativa del mandatario colombiano Gustavo Petro y la hondureña Xiomara Castro, quienes han exigido medidas "más humanitarias" para las y los deportados desde territorio estadounidense.
Además, Ortega hizo referencia al expresidente Barack Obama, acusándolo de haber dado una "puñalada" a Venezuela pese a haber restablecido las relaciones con Cuba. También lo responsabilizó de la creación de centros de detención para migrantes y de impulsar deportaciones masivas. "Obama se vendía como el presidente bueno, pero al final son los mismos: unos actúan como él, otros actúan de manera más directa", afirmó.
Uno de los puntos más llamativos de su discurso fue su aparente solidaridad con las y los migrantes deportados por EE.UU. en medio de su plan proteccionista, nacionalista y extremista, denunciando el trato que reciben al ser expulsados del país. "Los pueblos están siendo atropellados por la forma en que están tratando a los inmigrantes, quienes habían construido toda una vida en EE.UU. y ahora los tratan como delincuentes", expresó Ortega.
Sin embargo, las palabras del mandatario contrastan con la crisis migratoria que ha generado en Nicaragua. Desde el año 2018, se estima que ya casi un millón nicaragüenses han abandonado el país debido a la represión, la crisis económica y la inestabilidad política, institucional y social. De estos, casi 100,000 migraron en el último año. Según diversas denuncias y fuentes consultadas por COYUNTURA al cierre de este texto, el régimen de Ortega y su esposa y copresidenta Rosario Murillo no solo expulsa a sus críticos y disidentes, sino que también les impide regresar. Datos recientes indican que al menos 452 nicaragüenses fueron desterrados, desnacionalizados y confiscados por el sandinismo hasta octubre de 2024, mientras que ya más de 200 ciudadanos han sido impedidos de entrar a Nicaragua en lo que va de 2025.
El régimen Ortega-Murillo es acusado de crímenes de lesa humanidad, con informes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y Amnistía Internacional que documentan ejecuciones extrajudiciales, torturas, detenciones ilegales y represión sistemática contra la oposición, periodistas, defensores, activistas y hasta funcionarios públicos. A pesar de ello, el mandatario insiste en presentarse como un defensor de la paz, los pueblos marginados y los migrantes.
La postura de Ortega ha llamado la atención de la administración estadounidense desde hace dos semanas. Mauricio Claver-Carone, enviado especial de Trump para América Latina, advirtió que Nicaragua debe aceptar a sus nacionales deportados. "Todos los países del mundo, incluido Nicaragua, deben aceptar a sus ciudadanos. No es una cuestión opcional; es una responsabilidad y un derecho internacional. Los países que se nieguen enfrentarán consecuencias", señaló Claver-Carone. En ese sentido, se sigue especulando sobre la posibilidad de que Nicaragua sea excluida del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (DR-CAFTA), lo que supondría un golpe significativo para su economía. Estados Unidos de Norteamérica es el principal socio comercial de Nicaragua, y la pérdida de este acuerdo podría representar una crisis económica mayúscula, mayor a la que actualmente se vive.
El mandatario también aprovechó su intervención del lunes para recordar las luchas históricas de Nicaragua contra el intervencionismo estadounidense, mencionando a figuras como Benjamín Zeledón y Augusto César Sandino. Según Ortega, las actuales políticas migratorias de EE.UU. son una extensión de la expansión colonialista que, para él, inició con la llegada de los europeos a América. "Los gobernantes estadounidenses son herederos de aquellos que llegaron al continente, asesinaron a los pueblos indígenas y se apropiaron de sus tierras", sostuvo.
Finalmente, Ortega concluyó su discurso asegurando que la "voluntad de humanidad" debe imponerse en Estados Unidos y que la solidaridad entre los pueblos es la "verdadera arma contra el imperialismo". No obstante, las contradicciones entre sus palabras y acciones generan dudas sobre la autenticidad de su postura. Mientras denuncia el maltrato a migrantes en EE.UU., su propio régimen ha orillado a cientos de miles de nicaragüenses al exilio y ha implementado una política de destierro que contradice sus declaraciones.
Hasta la fecha, este medio ha verificado que al menos dos connacionales que emigraron a EE.UU. mediante el "parole humanitario" tienen prohibido el ingreso a Nicaragua. La Dirección de Migración y Extranjería, controlada por el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), no ha presentado ninguna orden judicial que respalde la medida.
El discurso de Daniel Ortega en la XII Cumbre del ALBA-TCP deja en evidencia su doble discurso y la hipocresía política e institucional que lo caracteriza. Su intento de proyectarse como defensor de los derechos de las y los migrantes choca con la realidad de su administración, la cual es responsable de una crisis migratoria sin precedentes en Nicaragua y Centroamérica. A la vez que critica a EE.UU. por sus políticas antiinmigrantes, su régimen persigue, destierra y expulsa a quienes disienten de su mandato, incluidas monjas, sacerdotes, jueces, músicos y hasta expresentadores de televisión.
Las tensiones entre Nicaragua y Estados Unidos de Norteamérica continúan escalando, y la posibilidad de sanciones económicas o la expulsión del DR-CAFTA podrían representar un golpe definitivo para la economía del país. Mientras tanto, el pueblo nicaragüense sigue enfrentando la represión y el exilio como única vía para escapar del sistema sandinista y los problemas del día a día.
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