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Entre la devoción y la diáspora, la "Purísima" de Nicaragua se reinventa

La resaca hasta ahora permanente de la pandemia de Covid-19 y las dificultades económicas alrededor de la crisis múltiple que vive el país centroamericano se suman a la pérdida de celebraciones, mientras que la nueva orden del régimen nicaragüense de restringir la "Purísima" a los templos católicos ha generado tensiones adicionales. Más de 600,000 nacionales fueron desplazados lejos de Nicaragua entre 2018 y 2023, cifra que representa al menos el 9 % de la población total, evidenciando un cambio demográfico que impacta directamente en la continuidad de las tradiciones religiosas.


Por Jairo Videa | @JairoVidea

Managua, Nicaragua
Imagen de la Inmaculada Concepción de María en la pared de la Iglesia del Santiago Apóstol en Malaga, España | Fotografía de Coyuntura
Imagen de la Inmaculada Concepción de María en la pared de la Iglesia del Santiago Apóstol en Malaga, España | Fotografía de Coyuntura


En Nicaragua, cada 07 de diciembre las calles y hogares del país, principalmente en León, Managua, Granada, Masaya, Jinotega, Estelí y Chinandega, se visten de fervor religioso y cultural con la celebración de la "Purísima", una festividad dedicada a la Virgen María, específicamente a la Inmaculada Concepción. Este evento, arraigado en la tradición católica, se ha convertido en una expresión única de la identidad nicaragüense, fusionando elementos religiosos con la alegría y las costumbres del pueblo. Sin embargo, en los últimos años, la migración masiva, la crisis económica y la tensión política han dejado su huella en la continuidad de esta tradición.


La Purísima, una de las tradiciones más arraigadas en Nicaragua, no solo es un evento religioso, sino también social. La festividad inicia con una "novena" de nueve días de oración y preparación, culminando el 07 de diciembre, una noche como la de hoy mismo, con rezos, cantos y procesiones en honor a la Virgen María. Los altares, adornados con imágenes, velas, flores y frutas, se erigen en hogares y espacios públicos, convirtiéndose en centros de encuentro para la comunidad de todo el territorio. La Purísima es sinónimo de fiestas, bailes y actividades comunitarias, donde la unidad y la devoción se entrelazan, con olores, sabores y hechizos en el aire.


No obstante, La Purísima, que durante décadas fue celebrada generacionalmente en numerosas familias, enfrenta ahora un desafío sin precedentes debido a la migración masiva de nicaragüenses. "Kenia", a quien llamaremos así por su seguridad, tenía, hasta este 2023, 30 años consecutivos celebrando la novena, pero tuvo que dejar atrás la tradición al emigrar en julio de este año a los Estados Unidos de América (EE.UU.) en la búsqueda de oportunidades para su familia. La oleada migratoria ha llevado a la disminución de hogares que celebran la Purísima, ya sea porque las familias emigraron del país o porque las que quedan no continúan la tradición, consecuencia de los altos precios de la vida en el país centroamericano.


La crisis social, política, humanitaria, constitucional y migratoria que vive Nicaragua desde el año2018, agravada por la pandemia de Covid-19, ha afectado profundamente las celebraciones de la Purísima. La falta de estabilidad, los aumentos en la canasta básica y las restricciones impuestas por la administración sandinista de Daniel Ortega han generado un ambiente difícil para mantener vivas las tradiciones. La orden de la dictadura de limitar la celebración de la Purísima solo a los templos católicos ha generado tensiones adicionales, dejando a las familias devotas en una encrucijada entre la fe y las restricciones gubernamentales.


A pesar de los desafíos, la devoción a la Virgen María por parte del pueblo católico se mantiene firme, según especialistas como la abogada Martha Patricia Molina, investigadora en temas religiosos. Aunque se registren ataques contra la iglesia católica y se impongan restricciones hasta este momento, la fe de la comunidad persiste como una fuerza inquebrantable.


No obstante, el año 2023 ha sido catalogado como "nefasto" para la iglesia católica en Nicaragua. La represión del régimen de Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo ha llevado al destierro y encarcelamiento de líderes religiosos, la prohibición de procesiones y la escalada de ataques contra la libertad religiosa. La situación ha creado un ambiente tenso durante las celebraciones religiosas, como la Gritería, o las celebraciones de Santo Domingo en agosto pasado, donde los fieles temen represalias por profesar su fe. El informe actualizado de Molina revela un aumento significativo en ataques a la iglesia católica durante este año, generando preocupaciones sobre la libertad religiosa en el país.


El Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más presentó esta semana una actualización del informe sobre los ataques a la libertad religiosa en Nicaragua. Se destacan cifras preocupantes, como el cierre de 342 organizaciones religiosas, incluyendo 256 evangélicas y 43 vinculadas a la iglesia católica. La persecución ha alcanzado niveles alarmantes, afectando a organizaciones que brindaban asistencia humanitaria y social. La situación se agrava con la detención y expulsión de sacerdotes, subrayando un patrón sistemático de represión por parte del régimen de Ortega.


A pesar de los desafíos, las y los nicaragüenses salen la noche de este jueves 07 de diciembre de 2023 a las calles desde las 06:00 p.m. para inaugurar la tradicional Gritería. La festividad, que combina devoción, cánticos y pirotecnia, resuena con fervor en todo el país al cierre de este texto. Varias transmisiones en Facebook y Tik Tok lo demuestran. Sin embargo, la tensión política y la represión generan una sombra de temor entre las y los participantes, quienes expresan su devoción a la Virgen María mientras enfrentan incertidumbres sobre el respeto a su libertad religiosa.


En diferentes regiones, las comunidades encuentran formas únicas de celebrar la Purísima. Desde la Purísima acuática en El Rama hasta las reflexiones de más de 200 sacerdotes que, a pesar de la tensión, entonaron cánticos a la Virgen, las adaptaciones se vuelven imperativas en un contexto de adversidad.


La Purísima en Nicaragua, más allá de ser una festividad religiosa, se convierte en un símbolo de resistencia y cultura en la Centroamérica siempre convulsa. A pesar de la migración, la crisis económica y la represión política, la llama de la fe sigue ardiendo en el corazón de muchos nicaragüenses. La celebración de la Purísima se transforma en una expresión de identidad y resistencia, donde la comunidad busca preservar sus tradiciones a pesar de los desafíos. La historia de la Purísima en Nicaragua es un relato de resiliencia, esperanza y determinación en medio de la tormenta.


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