Conciencia 90: las y los protagonistas del proceso electoral y de transición estatal de 1990 en Nicaragua. Parte 2
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Conciencia 90: las y los protagonistas del proceso electoral y de transición estatal de 1990 en Nicaragua. Parte 2

En esta segunda entrega de la cuarta pieza del especial "Conciencia 90" sobre memoria histórica, COYUNTURA perfila a más personajes destacados de los comicios y la transición del poder en 1990. Hombres y mujeres que merecen ser recordados una vez más, sea para bien o para mal, pero en relación con aquella gesta histórica para Nicaragua y Centroamérica.


Por Juan Daniel Treminio | @DaniTreminio

Managua, Nicaragua
Ilustración de Coyuntura
Ilustración de Coyuntura

Y acá seguimos. Recordando aquel pasado. Cuando el ahora de entonces no se parecía en nada al presente que tenemos 34 años después. Pero de igual forma, entenderlo es el objetivo.


En esta entrega (la segunda de tres, que en su conjunto son una cuarta pieza periodística) exploraremos el trabajo y legado de otros seis personajes -de un total de 20 seleccionados para el especial de memoria histórica "Conciencia 90"-, quienes fueron "indispensables", según fuentes consultadas por la Redacción de COYUNTURA, para la transformación cívica, cultural, política y estatal de 1990. Sus acciones dejaron una huella indeleble en Nicaragua.


Antonio Lacayo Oyanguren

Jefe de campaña de la Unión Nacional Opositora (UNO) y más tarde ministro de la Presidencia durante el mandato de Violeta Barrios

Antonio Lacayo Oyanguren surgió como una figura central en el panorama político de Nicaragua durante la década de 1990. Desempeñó roles clave tanto en la dirección de la campaña electoral de doña Violeta Barrios de Chamorro y la Unión Nacional Opositora (UNO), como en el subsiguiente Gobierno de transición. Lacayo, junto con Alfredo César, fue uno de los principales arquitectos de la estrategia de la coalición política que condujo a la victoria de "doña Violeta" en los comicios de febrero de 1990. Su habilidad para forjar alianzas políticas y su influencia en los ámbitos económicos, diplomáticos e institucional fueron fundamentales para lograr la unidad en un contexto adverso, y para asegurar los recursos necesarios para derrotar al régimen sandinista mediante el voto.


Casado con Cristiana Chamorro Barrios -hija de Violeta Barrios y Pedro Joaquín Chamorro- y cuñado de Alfredo César por el matrimonio de este último con Sylvia Lacayo Oyanguren. Antonio Lacayo estaba profundamente vinculado al círculo familiar y político de los Chamorro. Esta estrecha relación familiar y su posición estratégica le permitieron desempeñar un papel destacado en la campaña electoral de 1990, colaborando estrechamente con su esposa y su suegra, quienes también desempeñaron roles importantes en el proceso de cambio político en Nicaragua, y en la búsqueda del Poder Ejecutivo entonces.


Además de su función como estratega político, Antonio Lacayo ocupó cargos jerárquicos dentro del Gobierno de transición liderado por su suegra. Una vez que la UNO ganó las elecciones de 1990, Lacayo asumió el cargo de ministro de la Presidencia, una especie de "primer ministro", con poderes especiales, convirtiéndose en uno de los principales colaboradores de la nueva administración. Su gestión se caracterizó por la búsqueda de estabilidad política y económica, la reconciliación nacional y la reconstrucción del país centroamericano, tras años de conflicto armado, totalitarismo y división política.


La confianza que Washington depositó aquella época en Lacayo fortaleció su posición en el escenario político nicaragüense, y contribuyó a su capacidad para influir en la toma de decisiones, tanto en temas de carácter nacional como en la gestión de las relaciones internacionales.


En febrero de 1996, Antonio fundó el partido Proyecto Nacional (PRONAL) para lanzar su candidatura a la Presidencia de la República, pero en julio de ese mismo año fue inhabilitado por el Consejo Supremo Electoral (CSE) para participar en las elecciones programadas para el 20 de octubre, sin argumentos concretos, pero basandose en la prohibición constitucional de candidaturas de quienes sean familiares del presidente. Se retiró de la política y se dedicó a administrar los negocios del Grupo Pellas, donde ocupaba un cargo ejecutivo importante.


El 17 de noviembre de 2015, a los 68 años de edad, Antonio Lacayo falleció tras el colapso del helicóptero en el que viajaba. Su cuerpo fue hallado en las aguas del Río San Juan, en el sur del país, donde se había desplazado para inspeccionar una plantación de naranjas.


Bayardo Arce Castaño

Uno de nueve comandantes de la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN); jefe de la campaña de Daniel Ortega para los comicios de 1990

Bayardo Arce Castaño, uno de los nueve comandantes de la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), ejerció una gran influencia tanto en el partido como en el régimen sandinista. Su rol como jefe de campaña en la búsqueda de la reelección presidencial de Daniel Ortega para los comicios del 25 de febrero de 1990 fue notable, liderando una movilización sin precedentes, respaldada por recursos considerables, siguiendo un estilo similar al estadounidense. Además de contar con gran capital económico, Arce tenía a su disposición una poderosa maquinaria, compuesta por lo que se podría denominar como la entonces nueva burguesía intelectual, conformada por quienes apostaban por la continuidad del régimen totalitario bajo el lema "Todo será mejor". Escritores, supuestos progresistas, artistas y otros encabezaban el mensaje aquella época.


A pesar de la confianza que los sandinistas tenían en su victoria en las urnas, llevaron a cabo una intensa campaña para convencer a las y los nicaragüenses de que la continuidad del régimen era la mejor opción para el país. Durante ese período, en medio de la creciente oposición interna y externa, la crisis económica y el conflicto civil, Arce desplegó sus habilidades políticas y estratégicas para mantener unida a la base sandinista, y ganar así apoyo entre la población, aunque solo lograron obtener el 40 % de los sufragios, representados por la famosa "casilla 5".


Pocos fueron los obstáculos, muchos los recursos, pero nada fue suficiente para ganar limpiamente. Arce y su equipo trabajaron arduamente para movilizar a la militancia y promover la visión del FSLN para Nicaragua. A pesar de sus esfuerzos, el FSLN fue derrotado en las elecciones del 25 febrero de 1990, lo que marcó el fin de la administración "desde arriba" del régimen sandinista, y el inicio de una nueva era política en todo el territorio.


La transición del poder fue pacífica, y Arce también desempeñó un papel clave en garantizar una transferencia ordenada y democrática. Entre 1990 y 1995 perteneció al consejo editorial del Diario Barricada, y entre 1996 y 2006 fue diputado nacional por el FSLN en la Asamblea Nacional. Bayardo continuó siendo una figura influyente en la política y en la economía del país centroamericano hasta la actualidad, trabajando arduamente para fortalecer el poder y la sostenibilidad de Daniel Ortega y del FSLN desde su retorno a la Presidencia en el año 2007, bajo la figura de "asesor económico presidencial".


Miriam Argüello Morales

Diputada electa por la coalición Unión Nacional Opositora en los comicios de 1990; primera y única presidenta que ha tenido el Poder Legislativo de Nicaragua; encargada de juramentar a la entonces presidenta electa Violeta Barrios durante su toma de posesión

Miriam Argüello Morales fue una destacada figura en la política nicaragüense, reconocida por su papel como parlamentaria, su dedicación a los ideales conservadores y su compromiso total con el proceso de transición democrática en Nicaragua. Su trayectoria política la llevó a convertirse en la primera y única presidenta que ha tenido la Asamblea Nacional de Nicaragua (1990-1991), marcando un hito significativo en la historia del país. La mañana del miércoles 25 de abril de 1990, la señora Argüello Morales tuvo el honor de tomar juramento en la toma de posesión de Violeta Barrios Torres como presidenta de la República.


Argüello Morales, abogada de profesión, fue una pionera en la política nicaragüense, un ámbito tradicionalmente dominado por hombres. Desde finales de los años sesenta, se opuso abiertamente al régimen somocista y mantuvo su oposición al FSLN, incluso después del triunfo de la Revolución Ciudadana en julio de 1979. Durante los años 80, Argüello participó activamente con su grupo político, Alianza Popular Conservadora (APC), que se unió a la coalición electoral UNO para los comicios de 1990. Su contribución fue fundamental para la victoria sobre el FSLN y la llegada al poder de Doña Violeta Barrios, así como para su ingreso a la Asamblea Nacional.


A pesar de que su presidencia de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional duró solo una legislatura (1990-1991), Miriam Argüello Morales dejó una marca amplia en la política nicaragüense. Su compromiso con la democracia se reflejó en sus 22 años en el parlamento, donde desempeñó un papel destacado. En las elecciones de 1996, fue la única mujer aspirante a la presidencia por la Alianza Popular Conservadora (APC), aunque sin éxito.


Sorprendentemente, Argüello Morales cambió su postura antisandinista en 2006 al unirse a la Alianza del FSLN para llevar a Daniel Ortega de regreso al poder. Fue elegida bajo esa alianza para ocupar un escaño en el poder legislativo, apoyando al partido de las cuatro letras. Sin embargo, en 2011 decidió no renovar dicha alianza y mostró su desacuerdo con la reelección ilegal de Ortega, declarando: "No estoy de acuerdo con las acciones que se han tomado. Para todo aquello que viole la Constitución y la ley, nadie contará con mi voto".


Además de su carrera política, Argüello Morales era dueña de una floristería, y antes de retirarse de la vida pública, expresó: "Realmente las flores son las que me han dado para vivir, aunque haya dedicado mi vida a la política". La mujer de fuerte carácter que dedicó 50 años a la institucionalidad nicaragüense falleció el 07 de febrero de 2019, a los 91 años de edad, dejando un legado de valentía y dedicación a su país.


Carlos Fernando Chamorro Barrios

Director y editor en jefe del Diario Barricada hasta 1994, un medio oficial del FSLN, creado en su primer régimen

Carlos Fernando Chamorro, hijo de la expresidenta nicaragüense Violeta Barrios, y del héroe y mártir de las libertades públicas Pedro Joaquín Chamorro, ha desempeñado un papel crucial en la política y el periodismo nicaragüense, desde que era "chatel", en el "buen nica". Su trayectoria está marcada por diversos giros profesionales y transformaciones personales en la historia reciente que lo han convertido en una figura emblemática, controvertida y hasta admirable para algunos. A pesar de descender de una familia conservadora y de alta posición social y económica, tras la Revolución Ciudadana de 1979, se alineó con el FSLN y rápidamente se convirtió en una figura influyente en los círculos del movimiento rojinegro. Tan importante en el oficialismo, como lo fue en su momento el escritor, exvicemandatario nicaragüense y también periodista Sergio Ramírez.


Durante la siguiente década, Carlos Fernando dirigió el Diario Barricada, un órgano oficial y de propaganda del FSLN, donde defendió fervientemente lo que se sigue mal llamando como "Revolución sandinista" y promovió una narrativa antiimperialista y antiestadounidense, en sintonía con el Daniel Ortega de aquella época, y el de la actualidad. Incluso insinuó que su padre, asesinado el 10 de enero de 1978, también habría sido contrario a los intereses estadounidenses: "Yo te digo con toda certeza que mi padre no sería un títere de los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.). No sería un instrumento de la contrarrevolución, ni estaría aliado con la guardia somocista. No estoy seguro si sería sandinista, o a lo mejor sí, pero posiblemente habría tenido un lugar en esta revolución como una persona con su propio criterio".


Su papel en Barricada fue crucial para la difusión de las ideas bélicas y políticas de la administración sandinista. El prominente periodista sandinista era tan "obediente" a aquella narrativa oficialista que decidió enfrentarse a su propia familia, al liderar una campaña confrontativa y sin escrúpulos en contra de su madre, doña Violeta, durante las elecciones presidenciales de 1990.


En 1989, Carlos Fernando expresó su dolor por las acciones de algunos miembros de su familia en una entrevista con Televisión Española: "Ha sido un proceso doloroso, un proceso doloroso porque para mí ha sido doloroso ver las acciones de algunos miembros de mi familia, lo que han asumido a lo largo de estos años. Pero, bueno. Uno tiene que tener un poco de claridad y de conciencia de qué es lo que está haciendo". Chamorro dijo esto poco antes de que su antiguo jefe, "el gallo ennavajado", como se conoce a Daniel Ortega hasta la fecha, fuera derrotado en las urnas.


La familia Chamorro ha sido un reflejo vivo de las divisiones y contradicciones que caracterizaron la historia política de Nicaragua. En particular, en el núcleo familiar de Carlos se reprodujo el conflicto que afectaba al país en los años ochenta, dividiéndose claramente en dos facciones. Por un lado, Claudia fue embajadora de los sandinistas en Cuba y Costa Rica, y Carlos Fernando Chamorro director de Diario Barricada; ambos mostraron un decidido apoyo al sandinismo de Ortega y Ramírez. Mientras tanto, Pedro Joaquín y Cristiana Chamorro Barrios respaldaron la campaña de su madre y se alinearon en posición opuesta a la de sus hermanos. Cristiana, por ejemplo, sustituyó a su madre en la dirección de La Prensa, un medio conocido entonces por su postura anti-sandinista. Por otro lado, Pedro Joaquín fue vocero de la contrarrevolución. Esta división no solo se reflejaba en la esfera familiar, sino también en la escena política nacional, donde los principales diarios de entonces, como lo eran La Prensa y Diario Barricada, reflejaban estas posiciones contrapuestas.


Es interesante destacar que, independientemente de su orientación ideológica, prácticamente el total de los diarios nicaragüenses de los años ochenta estaba bajo control de miembros de la familia Chamorro, lo cual resulta significativo, aunque estuvieran enfrentados entre sí. La Prensa, propiedad de la familia y dirigida en su momento por el periodista y escritor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, era un medio antisomocista y anti-sandinista, con Violeta Barrios, viuda de Pedro Joaquín Chamorro, como principal accionista. Por otro lado, Diario Barricada, órgano oficial del FSLN, estaba dirigido por Carlos, mostrando una clara postura a favor del sandinismo. También estaba El Nuevo Diario, dirigido por Xavier Chamorro, hermano de Pedro Joaquín Chamorro, y aunque dicho rotativo era pro-sandinista no dejaba de ser parte del entramado mediático de la familia Chamorro. Esta situación reflejaba el control y la influencia que la familia ejercía sobre el periodismo nicaragüense, sobre la libertad de prensa y de expresión, sobre la palabra y sobre la vida estatal en esa época.


De ser un ferviente antiimperialista y defensor de la causa sandinista, Carlos Fernando pasó a convertirse, en la actualidad, en un crítico abierto del nuevo régimen de Daniel Ortega. Este cambio se ha visto reflejado en su rol actual como principal recurso de la cooperación internacional, a través de las numerosas organizaciones sin fines de lucro que ha fundado y administrado en años recientes. Sin embargo, este activismo ha tenido consecuencias, ya que sus oficinas en Nicaragua fueron confiscadas, por orden de su antiguo jefe. Actualmente, Carlos Chamorro se encuentra exiliado y desterrado en Costa Rica, donde continúa su labor como único director del "medio independiente" mejor financiado por organizaciones regionales vinculadas a la libertad de prensa.


James Earl Carter Jr. (Jimmy Carter)

Presidente de Estados Unidos de Norteamérica (1977-1981); jefe de la Misión de Observación del Centro Carter para los comicios de 1990 en Nicaragua; premio Nobel de la Paz (2002)

Como expresidente de EE.UU., Jimmy Carter desempeñó un papel crucial en el proceso democrático nicaragüense de 1990. Carter, reconocido por su compromiso con los derechos humanos y la democracia, actuó como observador clave durante las elecciones presidenciales de ese año en Nicaragua, supervisando un proceso electoral histórico que marcó el fin de la guerra civil en el país y el nacimiento de la democracia y el civismo.


Desde mucho antes, Carter había jugado un papel fundamental en el complejo proceso nicaragüense desde que asumió la presidencia en 1977. Intentó demostrar que Estados Unidos de Norteamérica había abandonado sus modalidades intervencionistas y de excesiva injerencia en los asuntos de Nicaragua, impulsando su "política internacional en pro de la salvaguardia de los derechos humanos". Esto lo llevó a repudiar y minimizar por completo las relaciones con el régimen de Anastasio Somoza. A pesar de las advertencias de sus asesores sobre el "peligro comunista" que se cernía sobre Nicaragua en caso de que los sandinistas permanecieran en el poder, Carter persistió en su compromiso con la búsqueda de una solución pacífica y democrática para el país.


Jimmy Carter jugó un papel de enorme importancia, primero como presidente, presionando a Anastasio Somoza para que abandonara el poder. Después de dejar el cargo, fundó el Centro Carter, una organización dedicada a la promoción de la paz, la democracia y los derechos humanos. Fue en este contexto que Carter se involucró en las elecciones de Nicaragua en 1990, liderando una misión de observación electoral para garantizar la transparencia y la equidad del proceso.


La presencia de Carter en Nicaragua durante las elecciones de 1990 fue fundamental para garantizar la credibilidad del proceso electoral. Su reputación como defensor de la democracia y los derechos humanos le valió el respeto tanto de los sandinistas como de los contrarrevolucionarios, lo que le permitió desempeñar un papel de mediador imparcial y facilitador del diálogo entre ambas partes. Como líder de la misión de observación electoral, Carter supervisó de cerca todo el proceso, desde la campaña electoral hasta la jornada de votación y el conteo de los resultados.


Se comprometió personalmente a garantizar que las elecciones se llevaran a cabo de manera justa y transparente, lo que ayudó a legitimar el resultado final y sentar las bases para la reconciliación nacional en Nicaragua. De pasar a presionar a los Somoza para deponer el poder, Carter pasó a convencer a los sandinistas de que debían entregar el poder tras la inesperada derrota electoral del 25 de febrero de 1990.


Durante el gobierno de Violeta Barrios, Carter continuó apoyando el proceso democrático en Nicaragua, trabajando para fortalecer las instituciones democráticas y promover la reconciliación nacional. Su compromiso con la democracia y los derechos humanos en Nicaragua y en distintas partes del mundo sigue siendo un legado importante de su mandato presidencial y de su labor posterior como defensor de la paz y la justicia. Estos méritos fueron reconocidos y condecorados en 2002, cuando recibió el premio Nobel de la Paz. En octubre del presente año, Carter celebrará su cumpleaños número 100, y por muy curioso que parezca, Daniel Ortega probablemente lo vuelva a felicitar, como en años anteriores.


Humberto Ortega Saavedra

Ministro de Defensa (1979-1990); fundador y jefe del extinto Ejército Popular Sandinista y miembro de la Dirección Nacional del FSLN. Hermano de Daniel Ortega; luego, general del Ejército de Nicaragua (1994-1995)

Humberto Ortega Saavedra ha desempeñado un papel crucial en la historia reciente de Nicaragua. Desde la Revolución Nicaragüense de 1979, donde fue una figura central que intentó liderarla, caracterizándola como "marxista-leninista", ha ocupado diversas posiciones como uno de los principales líderes militares en la formación de las guerrillas del FSLN. En septiembre de 1980, fue nombrado jefe del Ejército Popular Sandinista (EPS) y ejerció como Ministro de Defensa durante una década. Además de su rol militar, Ortega fue miembro de la Dirección Nacional del FSLN, el órgano de máxima autoridad del partido, donde participó en la toma de decisiones políticas durante la revolución y el mandato de su hermano. Su influencia en el FSLN contribuyó significativamente a definir las políticas y estrategias radicales del partido en ese periodo.


Su presencia en la esfera política reflejaba la estrecha relación entre el régimen sandinista y las fuerzas armadas, lo que generaba tanto apoyo como controversia entre la población nicaragüense. Ortega fue responsable de coordinar las operaciones militares, incluido el Servicio Militar Obligatorio (SMO), que reclutaba a jóvenes a partir de los 16 años para combatir contra la Resistencia Nicaragüense.


A pesar de su reputación como "el hombre duro de la guerra", su liderazgo fue crucial durante las negociaciones de paz, como la histórica reunión de Sapoá en marzo de 1988, donde se buscaba alcanzar un cese de hostilidades efectivo entre el gobierno de Managua y la Resistencia Nicaragüense. En esta reunión, actuaron como árbitros y garantes del diálogo el cardenal arzobispo de Managua, Miguel Obando y Bravo, y el secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), João Batista Baena Soares.


Con el inicio del proceso de transición democrática en la década de 1990, los sandinistas presionaron al nuevo gobierno para que Ortega continuara al frente de las fuerzas armadas. La presidenta electa, Violeta Barrios, se vio obligada a aceptar estas demandas, a pesar de las presiones internas de la UNO, que pedían la renuncia inmediata de Ortega Saavedra.


Humberto pasó de amenazar con colgar a la burguesía en los postes eléctricos, como lo expresó en 1980, a convertirse en un militar con intereses económicos, involucrado en múltiples empresas dentro y fuera de Nicaragua. A pesar de las críticas, Humberto Ortega ha permanecido activo en la vida política de Nicaragua, participando en debates, discusiones y entrevistas sobre el futuro del país. Ha mantenido una distancia saludable de su hermano, aunque esta distancia se ve interrumpida por la presencia de su cuñada y vicepresidenta del actual régimen sandinista, Rosario Murillo.


Durante las negociaciones de transición, Humberto Ortega hizo una declaración contundente a Antonio Lacayo: "Si no aceptan mi permanencia como general del Ejército, habrá derramamiento de sangre y uno de los primeros en sufrir las consecuencias será Virgilio Godoy. Si desean que todo se lleve a cabo en paz, deben respetar lo acordado. De lo contrario, habrá un problema serio".


 

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