Encapuchados "por la paz": la tarde en que Managua y otras esquinas de Nicaragua volvieron a caminar al ritmo del miedo sandinista
- Jairo Videa
- hace 19 horas
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Desde las sombras, un periodista de COYUNTURA observó la caminata sin identificarse, sin registrar imágenes, sin grabar audios. Solo anotando lo que veían sus ojos: las coreografías de una dictadura que insiste en borrar la memoria de abril con desfiles, no con justicia. Una pareja que insiste en su mensaje de "paz" con garrote, desde las sombras de su casa. Un concierto interrumpido tras solo una canción, muestra del verdadero despecho social e institucional contra Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua

Mientras el atardecer cubría la capital nicaragüense, una muchedumbre organizada por el oficialismo, con trabajadores estatales movilizados de forma obligatoria, militantes fanatizados del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y grupos de encapuchados identificados como miembros de la llamada "Policía Voluntaria", recorrieron las principales avenidas de Managua y otros municipios en lo que fue descrito por el aparato propagandístico del régimen como una "caminata por la paz y las victorias".
Bajo consignas coreadas al unísono —"¡El pueblo no se detiene!", "¡La paz no se celebra, se defiende!" y "¡Con Palestina hasta la victoria!"— el desfile avanzó entre banderas rojinegras del FSLN, banderas palestinas y algunas de Nicaragua, en un evento que más que una manifestación espontánea, respondió a una operación política dirigida directamente desde la nueva Copresidencia de la República, ostentada por Rosario Murillo, y su esposo Daniel Ortega.
A siete años del estallido de la crisis social, humanitaria, política, institucional y de derechos humanos de abril del año 2018, esta es la segunda manifestación oficialista de gran escala en lo que va del mes. El primer día de abril de 2025, el régimen también movilizó miles de personas para conmemorar, según su narrativa, la "restitución de la paz" tras lo que ellos llaman el "intento fallido de golpe de Estado" promovido "por la derecha y los golpistas" -personas que a esta fecha quizás ya fueron desterrados y pertenecen al casi millón de connacionales que ahora mismo viven fuera de su territorio-. No hubo una sola mención a las más de 350 personas asesinadas por fuerzas estatales y parapoliciales en aquellos meses de represión. El mensaje reiterado desde la cima del poder sigue siendo el mismo: ni la Asamblea Legislativa, ni la Corte Suprema de Justicia (CSJ), ni la Policía nicaragüense, permitirán una investigación independiente y juicios y sentencias contra los jerarcas sandinistas, una demanda que resuena todavía desde la Asociación Madres de Abril (AMA), el colectivo que desde el exilio en Costa Rica, con exposiciones itinerantes y comunicados que siguen recordando la impunidad de crímenes y abusos considerados "de lesa humanidad" por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Durante la edición del mediodía del noticiero oficialista Multinoticias, Murillo expresó que "la paz es el legado de nuestro pueblo heroico… La paz es Jesucristo", y aseguró que el país está "viviendo un excelente tiempo". En su discurso de hoy, mezcló más referencias religiosas con un alegato político: "Es nuestro deber no sólo celebrarla, sino defenderla, resguardarla como tesoro preciado…".
También hizo énfasis en una supuesta solidaridad activa con el "heroico pueblo palestino", acusando al Estado de Israel de "genocidio, fascismo y crímenes de lesa humanidad", sin mencionar las acusaciones internacionales por crímenes similares cometidos por su propia administración contra la población civil, periodistas, políticos, disidentes, funcionarios y defensores de derechos desde 2018, en 2019, durante 2020 y en 2021 y 2023.
La caminata fue transmitida en cadena nacional, acompañada por música revolucionaria y presentaciones escolares. Los mismos, haciendo lo mismo. La Juventud Sandinista (JS), la Red de Jóvenes Comunicadores, la Policía "Voluntaria", los miembros del Consejo del Poder Ciudadano (CPC), maestros, empleados gubernamentales y funcionarios de alto perfil, junto a presentadores de televisión y los "nuevos empresarios" aliados del FSLN. Con o sin capucha. Cerca de las 07:00 p.m., el evento concluyó con un concierto en el Malecón de Managua, donde estuvieron presentes la alcaldesa capitalina Reyna Juanita Rueda, el canciller Valdrack Jaentschke, y la embajadora de Palestina en Nicaragua, Dina Alhalayqa, también encargada de Negocios.
"Marcha por la paz" entre capuchas y coerción laboral
Detrás de la parafernalia propagandística, el evento dejó ver la persistente contradicción del régimen: pedir y "defender" la "paz" con encapuchados presentes, proselitismo y una estructura estatal que obliga a empleados públicos a participar bajo amenaza de sanciones o despidos. Varios asistentes consultados en voz baja por este medio, bajo condición de anonimato, confirmaron que fueron convocados por sus superiores laborales, bajo lista de asistencia, y que debían portar camisetas blancas, pantalones jeans, banderas y capuchas o bufandas, con consignas previamente asignadas.
Uno de los participantes, un joven docente de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), miembro también de la Red de Jóvenes Comunicadores, confesó: "Uno ya sabe que si no va, le bajan puntos, lo anotan... y después se lo cobran. Nadie quiere perder el trabajo, o que manden a detener a tu familiar".
La caminata también puede leerse como un esfuerzo más por parte del régimen Ortega-Murillo por sustituir la memoria de abril de 2018 con una narrativa triunfalista y religiosa que desvía la atención hacia conflictos externos, como el de Palestina, y evita cualquier tipo de justicia, reparación o verdad para las víctimas de la represión. "El sandinismo quiere imponer la idea, desde aquel abril, de que Nicaragua vive en paz y que toda crítica es una amenaza externa, una conspiración imperialista o un crimen de odio", señala una socióloga y docente universitaria exiliada en Costa Rica, experta en propaganda política y control social. "Pero lo que se ve es un país silenciado, obligado a caminar bajo vigilancia, como parte de una teatralización del poder matrimonial de siempre".
El 19 Digital, medio oficialista, tituló su cobertura del evento con una frase elocuente: "Nicaragüenses caminan por la paz en Managua defendiéndola como una verdad suprema y absoluta". Una verdad impuesta, vigilada y blindada con capuchas, paramilitares y discursos mesiánicos. Carente de contradicciones y oposiciones. Un mundo donde brilla la justicia que se imparte desde El Carmen, no desde un tribunal. Una historia sin fin de "ustedes fueron, son y serán los chupasangre que odian, hieren y se quejan. Nosotros somos blancas palomas, cubiertas de sangre que solo los golpistas ven".
Así cerró otra jornada más de culto a la personalidad, reinterpretación de la historia reciente y adoctrinamiento masivo, mientras el resto del país centroamericano —exiliado, silenciado o vigilado, día y noche— intenta no olvidar lo que verdaderamente ocurrió aquel abril de 2018. Y lo que sigue ocurriendo ahora mismo, en abril del año 2025.
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