Silencio escénico: la cancelación de las Judeas y el giro turístico impuesto en Nicaragua
- Jairo Videa
- 14 abr
- 5 Min. de lectura
A pesar del interminable clima de represión, la movilización del pueblo nicaragüense continúa. Las terminales de buses de Managua y el puerto de San Jorge, por ejemplo, se vieron abarrotadas durante este fin de semana, cuando miles de ciudadanos se trasladaron hacia las diferentes regiones del país para comenzar a disfrutar de las vacaciones de Semana Santa. Los destinos más buscados son las playas del Pacífico y la Isla de Ometepe, por ahora, como reflejan las imágenes difundidas en redes sociales de las largas filas de viajeros.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua

La Catedral Metropolitana de la Inmaculada Concepción de Maria de Managua se llenó discretamente de palmas, incienso y cantos este Domingo de Ramos, 13 de abril de 2025, en una de las pocas celebraciones religiosas aún permitidas en la Nicaragua actual, bajo el control del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) desde el año 2007. A medida que se da inicio a la Semana Santa, el ambiente contrasta con el vacío que, desde hace dos años, pesa sobre una de las expresiones culturales más emblemáticas del país centroamericano: las Judeas. Y todo tipo de encuentros culturales, religiosos e históricos.
Durante más de una década, "Tania", como muchas otras personas, dedicó sus días de descanso de Semana Santa a interpretar los episodios de la vida, pasión y muerte de Jesucristo en una Judea de León. Estas representaciones teatrales al aire libre eran parte esencial del calendario cultural y religioso del país. Pero desde 2023, la dictadura de Daniel Ortega y su esposa y ahora comandataria constitucional Rosario Murillo eliminó sin explicaciones la realización de estas actividades. La suspensión abrupta, que tomó por sorpresa a los colectivos, ha sido interpretada por muchos como parte del silenciamiento generalizado de toda expresión social o artística que no sea controlada directamente por el régimen.
Hasta mediados de marzo de 2023, Murillo, también portavoz del oficialismo, todavía anunciaba con entusiasmo las fechas de las presentaciones de Judeas y otros encuentros católicos en su alocución diaria. Sin embargo, a escasos días de Semana Santa de este 2025, las alcaldías y el Instituto Nicaragüense de Turismo (INTUR) comenzaron a enviar cancelaciones a los grupos, mediante mensajes de texto y correos electrónicos, sin dar razón alguna.
"Violeta", actriz popular que ha pedido anonimato por temor a represalias, relata cómo la decisión fue impuesta verticalmente: "Fue una orientación del Estado. Las alcaldías solo replicaron la orden". Las Judeas, si bien organizadas con apoyo logístico menor de las autoridades locales, eran mayoritariamente autogestionadas, integradas por ciudadanos de diferentes edades, credos y posiciones políticas. "No son actos católicos ni evangélicos, son una expresión de teatro popular", enfatizó. El objetivo de esta tradición, explican sociólogos y religiosos consultados por COYUNTURA, es llevar el "Evangelio de Cristo" al pueblo, con la representación de los cuadros sobre la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
Los ensayos comenzaban en enero, sin remuneración alguna. "Nos daban entre mil y dos mil córdobas", explica Violeta. Ese dinero se reinvertía en vestuario y utilería. Aun así, pese a la modestia de los recursos, la riqueza simbólica de las Judeas era incuestionable hasta hace poco: eran un puente entre generaciones, una plataforma de expresión artística y un espacio de cohesión comunitaria.
En paralelo a la cancelación de las Judeas, la Policía Nacional mantiene desde 2023 una estricta prohibición de procesiones religiosas fuera de los templos. Las actividades como el Viacrucis solo pueden realizarse en los atrios o dentro de las iglesias, bajo vigilancia política. Este control férreo responde, según la organización Open Doors, a una "paranoia dictatorial" que ha llevado al país a figurar entre los 78 más hostiles del mundo hacia las y los cristianos.
La represión no distingue entre adeptos ni detractores del régimen. Incluso simpatizantes sandinistas que formaban parte de las Judeas han mostrado su descontento. "Eran momentos de gozo espiritual y comunitario. Nos reuníamos para recrear la historia del más grande, no para atacar a los más insignificantes", comenta "Luis", sandinista de 65 años de edad, habitante de la ciudad universitaria.
Turismo domesticado y controlado por la propaganda
Mientras tanto, la administración sandinista ha redirigido toda la energía cultural hacia un modelo turístico estrictamente diseñado y promovido por el Estado. En los medios de comunicación bajo control del FSLN, no hay mención alguna de Judeas desde 2023. En su lugar, el "Plan Verano 2025" promueve festivales gastronómicos, desfiles de moda, música chinamera y actividades recreativas controladas por operadores locales.
La narrativa oficial ensalza cada vez más destinos como Granada —la ciudad colonial más visitada del país centroamericano—, Pochomil, La Boquita o la Isla de Ometepe. Se privilegia lo visual y lo comercial. Las playas del Pacífico concentran el mayor número de visitantes nacionales y extranjeros, mientras que el Caribe es promovido como un paraíso natural en paquetes turísticos estatales.

Pese a que algunos espacios, como Xiloá, El Trapiche y Xilonem, registran altos niveles de visitas, no aparecen en la oferta promocional del INTUR. La razón, según observadores, es que estos lugares son preferidos por sectores populares —trabajadores, estudiantes, familias—, y no encajan en la imagen de país "moderno y turístico" que la propaganda intenta proyectar, incluso tras la pandemia de Covid-19.
Viajes, sí. Judeas, no
Las terminales de buses de Managua registraron una alta afluencia desde el viernes previo al Domingo de Ramos. Familias enteras se dirigen al norte del país o a la costa, y las imágenes de largas filas de personas con maletas en el puerto de San Jorge evidencian el movimiento hacia la Isla de Ometepe. Pero ese flujo humano ocurre en un país donde cada vez hay menos espacio para la expresión espontánea, comunitaria o espiritual que escape al guion oficial.
La cifra de ingresos por turismo alcanzó los 739.2 millones de dólares en 2023, según el Banco Central. No obstante, ese crecimiento económico se da en medio de un proceso de desnaturalización cultural. Actividades profundamente arraigadas, como las Judeas, han sido reemplazadas por eventos controlados y políticos. Una estrategia que busca vaciar de contenido cualquier manifestación que escape al poder del relato único. Mientras tanto, en su reporte anual de 2024, el Banco Central de Nicaragua (BCN) confirmó que en dicho período los ingresos por turismo alcanzaron 510.90 millones de dólares, monto menor en 228.28 millones en comparación con los ingresos obtenidos en el año 2023.
Mientras el incienso sigue elevándose en las iglesias, y las playas se llenan de turistas nacionales, las calles permanecen en silencio donde antes se escuchaban los lamentos de la "Pasión de Cristo" dramatizados por la gente. La Judea, como expresión de pueblo, de arte, de historia y de comunidad, ha sido confinada al recuerdo. En su lugar, una postal turística prediseñada circula en medios oficialistas, como único rostro permitido del país durante la Semana Mayor.
Así, en Nicaragua, la Semana Santa transcurre entre la exaltación oficial de destinos turísticos y el silenciamiento de la religiosidad y la cultura popular. Un teatro sin escenario, una Judea sin pueblo.
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