Una despedida planetaria para el papa Francisco. Entre la multitud y los poderosos, recibe el Ășltimo adiĂłs
- Jairo Videa
- 26 abr
- 6 Min. de lectura
Entre la multitud congregada se distinguĂan los colores de los trajes litĂșrgicos de unos 5,000 clĂ©rigos y la imponente presencia de 220 cardenales, dos de ellos centroamericanos, contrastando con el luto riguroso de presidentes, monarcas y primeros ministros. A la izquierda del altar, la concentraciĂłn de poder polĂtico era visible: Donald Trump, Giorgia Meloni, Viktor OrbĂĄn, Ursula von der Leyen y Emmanuel Macron, entre otros, asistieron pese a que muchos de ellos fueron en vida objeto de la crĂtica abierta del primer PontĂfice de LatinoamĂ©rica. Francisco les habĂa reclamado en algĂșn momento su indiferencia ante las y los migrantes, el deterioro ambiental y la marginaciĂłn social.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Roma, Italia

Bajo el cielo azul de Roma y un respeto unĂĄnime de pequeños y grandes, catĂłlicos, judĂos y ateos, decenas de miles de personas y lĂderes de todo el mundo se congregaron hoy, sĂĄbado 26 de abril de 2025, para despedir al papa Francisco, fallecido el lunes 21 de abril tras salir el Sol a los 88 años, dejando atrĂĄs un pontificado de 12 años que reconfigurĂł profundamente el rostro de la iglesia catĂłlica, y una vida conectada con los mĂĄs desfavorecidos y quienes necesitan del cobijo religioso. La ceremonia fĂșnebre, presidida por el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, fue tanto un adiĂłs multitudinario como un silencioso testimonio del vacĂo que deja el PontĂfice argentino. "Fue un papa en medio de la gente", señalĂł Battista. RecordĂł ademĂĄs que el mensaje de Jorge Mario Bergoglio era preciso y conciso, para una sociedad mĂĄs justa, prospera y humanitaria: "construir puentes y no muros".
MĂĄs de 400,000 personas acompañaron el Ășltimo adiĂłs, 250,000 en la plaza de San Pedro y otras 150,000 a lo largo del recorrido fĂșnebre por una buena parte de Roma. La ciudad eterna, con sus cĂșpulas centenarias y calles milenarias, vibrĂł al ritmo de campanas de duelo, mientras los aplausos espontĂĄneos y gritos de "ÂĄGracias!" acompañaban el cortejo del papa del pueblo.
La basĂlica vaticana reuniĂł a representantes de 146 naciones, incluidos 10 monarcas y 50 jefes de Estado y de Gobierno. Entre los asistentes destacaron figuras con las que Francisco mantuvo tensas diferencias polĂticas, como Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de NorteamĂ©rica (EE.UU.), Giorgia Meloni, presidenta del Consejo de Ministros de Italia, Viktor OrbĂĄn, primer ministro de HungrĂa, y Ursula von der Leyen, presidenta de la ComisiĂłn de la UniĂłn Europea. El contraste entre su presencia solemne y las palabras que tantas veces dirigiĂł contra las polĂticas de exclusiĂłn, guerra y negligencia ambiental fue palpable. La homilĂa recordĂł precisamente esos principios, ante el silencio impenetrable de muchos dignatarios.

El ritual, que involucrĂł a casi 5,000 clĂ©rigos, reflejĂł la riqueza de diversidad que Francisco abrazĂł: plegarias en ĂĄrabe, español, mandarĂn y otras lenguas acompañaron el adiĂłs, mientras hĂĄbitos de distintas confesiones religiosas se mezclaban en la explanada. A la izquierda del altar, 220 cardenales vestĂan sus rojos paramentos, formando un mar de escarlata en contraste con el negro sobrio de los trajes oficiales. Es en ese sentido que tambiĂ©n trascendiĂł este funeral, entre amor, lĂĄgrimas y diversas formas de respeto; por un lado, el grupo de religiosos mĂĄs poderosos del mundo enfocados ahora en quiĂ©n debe ây cĂłmo se debeâ manejar la cabeza del catolicismo, que ganĂł mĂĄs que territorio y pĂșblico con Francisco; en la otra esquina, polĂticos, saludando y saludando, con reuniones bilaterales para continuar forjando un mundo cada vez mĂĄs brutal contra las y los vulnerabilizados, los mĂĄs urgentes de la protecciĂłn divina de Dios en la Tierra.
La emotividad alcanzĂł su punto ĂĄlgido cuando los miembros mĂĄs cercanos de su entorno vaticano âsecretarios, enfermeros y asistentes personalesâ besaron su fĂ©retro en un gesto Ăntimo de despedida. Entre sus familiares, estuvo presente Ana Rosa Sivori, prima lejana y salesiana misionera en Tailandia, y Mauro, hijo del fallecido Oscar Bergoglio, uno de los hermanos de Francisco.
FotografĂas de The New York Times:
La ceremonia concluyĂł poco despuĂ©s del mediodĂa, tras dos horas de liturgia, mientras los rayos de Sol comenzaban a hacerse intensos sobre la Via della Conciliazione. Al trasladar el ataĂșd hacia el vehĂculo fĂșnebre, Roma entera se convirtiĂł en escenario de una despedida histĂłrica, antes vista, pero "nunca tan dolorosa, esperanzadora y vivida cĂłmo esta", segĂșn una monja centroamericana que pudo ver el paso del ataĂșd: campanas doblando desde todas sus iglesias, filas de ciudadanos apostados a lo largo del recorrido, ventanas abiertas para lanzar un Ășltimo saludo, y el eco de una gratitud colectiva, replicada tambiĂ©n en Buenos Aires, Ciudad de MĂ©xico, Ciudad de Guatemala, Madrid, Tokio, Argel y SĂdney.
El Ășltimo viaje de Francisco cruzĂł lugares emblemĂĄticos de la ciudad: desde Largo Argentina, donde cayĂł asesinado Julio CĂ©sar, hasta los Foros Imperiales y el Coliseo. Un recorrido que encapsulaba dos mil años de historia: de la Roma pagana a la Roma cristiana, del imperio que persiguiĂł a los primeros cristianos al Vaticano que hoy despide a uno de sus lĂderes mĂĄs carismĂĄticos. Humanista. TransformĂł por mucho a la iglesia catĂłlica de hace una dĂ©cada.

En la basĂlica de Santa MarĂa la Mayor, el fĂ©retro fue recibido por guardias suizos y medio centenar de personas vulnerables a quienes Francisco tendiĂł la mano durante su papado: migrantes, refugiados, personas sin hogar, trabajadoras sexuales transgĂ©nero. Cada uno depositĂł una rosa blanca como Ășltimo tributo.
El ataĂșd contenĂa el "rogito", un documento que resume la vida y legado del PontĂfice. Destacaba su elecciĂłn de una vida austera, su insistencia en una iglesia misionera y en movimiento, y su dedicaciĂłn incansable a los mĂĄs marginados, "buscando siempre proteger, cobijar y guiar a los mĂĄs necesitados de amor y compasiĂłn", señalĂł una abogada atea, quien dice aprender mucho todavĂa de las enseñanzas de Francisco. La lĂĄpida de mĂĄrmol de Liguria, tierra natal de sus abuelos emigrantes, sellĂł su tumba.
FotografĂas de The New York Times:
Durante su papado, Francisco recorriĂł el mundo con una energĂa incansable. Desde su simbĂłlico primer viaje a Lampedusa en 2013, donde denunciĂł la indiferencia ante el drama migratorio, hasta su presencia en Mosul, devastada por la guerra, y en SudĂĄn del Sur, Bergoglio llevĂł su mensaje de paz y justicia social a los rincones mĂĄs necesitados. Asia, AmĂ©rica, Ăfrica, OceanĂa: su huella fue planetaria y penetrante. DejĂł una marca siempre, con cada declaraciĂłn y acto.
En los Ășltimos meses, con su salud quebrantada, sus desplazamientos se redujeron a los lĂmites de su modesta residencia en Casa Santa Marta. Sin embargo, su influencia, construida con palabras y gestos, permanece viva, como testimonio de un liderazgo que desafiĂł al poder y caminĂł junto a las y los olvidados.
Hoy la iglesia enfrenta el desafĂo de continuar su legado en un mundo polarizado, en competencia desleal y herido. Francisco se ha ido, pero su voz ây la memoria de su pontificado valiente y crĂticoâ resuena en cada rincĂłn donde defendiĂł la dignidad humana, la justicia social y el cuidado del planeta.
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