Un año después de que el huracán Otis sorprendiera con una intensidad devastadora a la ciudad de Acapulco, el sur de México se encuentra nuevamente en estado de alerta. El huracán Erick, que en menos de 24 horas evolucionó de tormenta tropical a ciclón de categoría 3, se aproxima peligrosamente a las costas del Pacífico mexicano con vientos sostenidos de hasta 195 km/h (120 mph) y una trayectoria que amenaza directamente a zonas ya vulneradas por fenómenos extremos recientes.

El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC, por sus siglas en inglés) confirmó la rápida intensificación del sistema, ubicado a tan solo 88 kilómetros al sur-suroeste de Puerto Ángel, Oaxaca, y a unos 267 kilómetros al sureste de Punta Maldonado, Guerrero. Erick avanza en dirección noroeste a 14,5 kilómetros por hora, desplazándose hacia una franja crítica que incluye a Acapulco, devastada por Otis en octubre de 2023, y otras localidades costeras de Oaxaca y Guerrero.

Los efectos de Otis aún son visibles en Acapulco. Aquel huracán de categoría 5 cobró la vida de al menos 52 personas y dejó a otras 32 desaparecidas, arrasando casi toda la infraestructura hotelera del puerto turístico. Ahora, con la amenaza de Erick, la comunidad local se prepara con una mezcla de resignación, precaución y temor.

Adrián Acevedo Durantes, lanchero de 52 años que perdió dos de sus embarcaciones durante Otis, describe un escenario engañoso: "Hoy está soleado, el mar parece tranquilo, pero ya aprendimos que eso no significa nada. Con Otis todo estaba en calma hasta la medianoche y luego vino el desastre. Esta vez no vamos a arriesgarnos".

Acevedo y otros pescadores recibieron la orden expresa de no permanecer a bordo de sus lanchas durante la tormenta, una medida que busca evitar muertes como las ocurridas en 2023, cuando decenas de personas fallecieron al refugiarse en embarcaciones creyendo estar a salvo.

La gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, anunció el cierre total de escuelas en el estado, así como la activación de más de 580 refugios temporales. Su homóloga en Oaxaca también ordenó medidas de contención. En conjunto, se han habilitado unos 2.000 albergues en Guerrero, Oaxaca y Chiapas, los tres estados del sur más amenazados por el ciclón.

"Todos los operadores turísticos y pesqueros han sido alertados. Queremos evitar otra catástrofe como la del año pasado", declaró Salgado. Mientras tanto, personal de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y la Guardia Nacional trabaja a contrarreloj en la limpieza de canales de drenaje, poda de árboles y revisión de infraestructura.

En paralelo, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha instado a la ciudadanía a "seguir las indicaciones oficiales, no salir de casa y acudir a los refugios si se vive en zonas de alto riesgo". La mandataria confirmó el despliegue de más de 18.000 elementos de seguridad, rescate y atención médica a lo largo de las zonas costeras de alto impacto.

De acuerdo con la Coordinación Nacional de Protección Civil, Erick podría dejar hasta 500 milímetros (50 centímetros) de lluvia en áreas montañosas de Oaxaca y Guerrero, elevando el riesgo de deslizamientos de tierra e inundaciones súbitas. La región costera de estos estados se caracteriza por su topografía escarpada y por la presencia de ríos caudalosos que, con lluvias de esta magnitud, pueden desbordarse con facilidad.

En localidades como Puerto Escondido y la playa Zicatela, los pescadores comenzaron desde el miércoles a retirar sus embarcaciones bajo una lluvia ligera y un cielo gris. Aunque todavía no se sienten los vientos huracanados, las autoridades han colocado banderas rojas en las playas para impedir el ingreso al mar, advertencia que no todos siguen: algunos surfistas desafiaban las olas ignorando el peligro inminente.

Francisco Casarubio, coreógrafo de 46 años, acarreaba víveres mientras hacía sus compras de última hora. "En Otis nos quedamos sin luz, sin agua, mi casa se inundó. Esta vez estoy más prevenido, pero el trabajo no me dejó tiempo para comprar antes", dijo mientras cargaba una caja de huevos y se dirigía a buscar arroz y alimentos enlatados.

Como él, miles de personas en Acapulco y otras ciudades cercanas están tratando de abastecerse rápidamente, conscientes de que los supermercados podrían cerrar en cualquier momento o que la cadena de suministro se verá interrumpida si las carreteras quedan bloqueadas por deslaves.

Erick es el primer huracán de gran escala que amenaza con tocar tierra en México en la actual temporada ciclónica, que va de junio a noviembre. Su rápida intensificación es una característica cada vez más frecuente en los sistemas tropicales del Pacífico, lo cual ha sido relacionado con el calentamiento de las aguas marinas, según diversos estudios meteorológicos.

"El cambio climático está haciendo que el mar esté más caliente y eso potencia los huracanes", dijo Acevedo, lanchero acapulqueño que ha vivido toda su vida frente al océano. Su testimonio refleja una creciente conciencia local de los impactos ambientales globales, que ya no son una amenaza abstracta sino una realidad que golpea directamente a las comunidades costeras.

México entero se mantiene en alerta mientras el huracán Erick continúa su ruta. Los modelos meteorológicos indican que el impacto más severo se sentirá entre la noche del miércoles y la mañana del jueves, afectando especialmente la franja entre Puerto Ángel y Punta Maldonado.

La magnitud del ciclón y su poder destructivo están siendo monitoreados minuto a minuto por autoridades federales, estatales y municipales, en coordinación con organismos internacionales. La ciudadanía, marcada aún por las heridas de Otis, enfrenta este nuevo desafío con prudencia, aunque también con una incertidumbre difícil de disipar.

Mientras tanto, Honduras, Nicaragua y El Salvador reportan inundaciones, familias afectadas y lluvias de moderadas a fuertes. Guatemala también vivirá chubascos y tormentas eléctricas el resto de la semana.

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