A pesar del clima de tensión que se apoderó de Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) tras el asesinato de la legisladora estatal Melissa Hortman y su esposo en Minnesota, y el atentado contra el senador John Hoffman, miles de ciudadanos han tomado las calles este sábado 14 de junio de 2025 en lo que se perfila como la movilización más masiva contra el segundo mandato no consecutivo de Donald Trump hasta ahora. Bajo el lema "No Kings", que rechaza cualquier forma de autoritarismo, más de 2.000 protestas se celebran en simultáneo en todo el país. Las movilizaciones coinciden con la celebración del 79º cumpleaños del presidente, marcado por un imponente desfile militar en Washington y una fuerte presencia de fuerzas de seguridad.

En Los Ángeles, epicentro de la jornada, la marcha culminó en el parque Gloria Molina tras recorrer las principales arterias de la ciudad durante más de cuatro horas. Cientos de miles de personas participaron pacíficamente en una movilización animada por música, familias enteras y una presencia policial casi simbólica. La ciudad californiana, con una importante población migrante, ha sido durante semanas escenario constante de rechazo a las políticas migratorias del gobierno federal.

Miami, Fort Lauderdale y Miami Beach también fueron testigos de una nutrida participación ciudadana, en un clima desafiante pese a las amenazas previas por parte de las autoridades estatales de responder con fuerza a cualquier manifestación. Las consignas en inglés y español recordaban que el país fue fundado por migrantes, y denunciaban detenciones arbitrarias y deportaciones inhumanas. "Cuando la tiranía se convierte en ley, la rebelión es un deber", se leía en decenas de pancartas.

En Houston, cientos de personas exigieron reformas migratorias y el cese inmediato de las redadas del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). La comunidad latina lideró la manifestación, con discursos que apelaron a la unidad: "ustedes piensan que están solos, pero no están solos", pronunció un orador frente al Ayuntamiento.

Mientras tanto, en Washington D.C., las protestas se encontraron con barreras físicas que impedían el paso hacia la Casa Blanca, cercada por el desfile militar presidencial. Las marchas, sin embargo, no se detuvieron. Trompetas y tambores marcaron el ritmo de consignas que calificaban de "fascista" al gobierno de Trump. Pancartas como "los inmigrantes hacen grande a este país" y "Palestina libre" revelaron una movilización interseccional que combina el rechazo a la represión migratoria con la solidaridad internacional.

En el Capitolio de Georgia, más de 10,000 personas se concentraron entre Atlanta y Tucker, en una jornada pacífica pero vigilada. Sin embargo, la represión se desató en Chamblee Tucker Road, donde la Policía del Condado de DeKalb dispersó a manifestantes —en su mayoría jóvenes latinos— con gases lacrimógenos y granadas de humo. El escenario fue similar al de Brookhaven y Buford Highway, áreas con fuerte presencia migrante, donde esta semana se reportaron detenciones y uso excesivo de la fuerza.

El asesinato de la congresista Melissa Hortman y su esposo, así como el atentado contra el senador John Hoffman y su esposa, sacudió los cimientos políticos del Estado de Minnesota. El movimiento "No Kings" canceló de inmediato todas las actividades en ese territorio por razones de seguridad, luego de que se encontraran volantes de la protesta en el vehículo del sospechoso, un hombre de 57 años que sigue prófugo al cierre de este texto, haciéndose pasar por policía.

El gobernador Tim Walz pidió a los manifestantes evitar salir a las calles mientras continúa la búsqueda del agresor. Tanto demócratas como republicanos han condenado el ataque, y el propio Trump afirmó que "una violencia tan horrible no será tolerada".

Miles de personas desafiaron la lluvia para recorrer la Quinta Avenida de Manhattan, desde Bryant Park hasta la calle 23. La ciudad vive una semana completa de protestas diarias. Las autoridades desplegaron miles de agentes, pero no lograron disuadir a una marea de ciudadanos que rechaza el endurecimiento de la política migratoria.

Desde Columbia, Missouri, la protesta adquirió un tono profundamente personal. Melissa Cantú, estadounidense de origen mexicano, acudió junto a su hijo portando una pancarta que decía: "tú ves a los migrantes, pero yo veo a mi familia". La frase resumió un sentir compartido: para millones de estadounidenses, el ataque a los migrantes es también un ataque a su historia, su identidad y sus raíces.

En Texas, la jornada estuvo marcada por una alerta de seguridad. El Departamento de Seguridad Pública cerró el Capitolio y evacuó sus alrededores tras detectar una "amenaza creíble" hacia legisladores que asistirían a la protesta. No se han ofrecido mayores detalles, pero se confirmó que la manifestación sigue en pie pese al cierre del recinto.

Incluso el Mundial de Clubes de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), que se celebra en Los Ángeles, ha sido impactado por el contexto. La rueda de prensa del entrenador del Atlético de Madrid, Diego Pablo Simeone, fue reprogramada y reubicada por motivos de seguridad. "Lo que está pasando en el país excede lo que podemos gestionar nosotros", declaró el técnico argentino, aludiendo a las manifestaciones que se han extendido por todo el país.

La frase que más se repite en todas las manifestaciones —"No Kings"— es tanto una consigna política como una advertencia histórica: Estados Unidos no tolerará el retorno de figuras autoritarias. A lo largo del país, desde veteranos de guerra hasta jóvenes activistas, el mensaje es claro: los ciudadanos no están dispuestos a normalizar la represión, la xenofobia ni la violencia política.

Las calles de Estados Unidos hierven. Y lo que ocurre hoy podría marcar un punto de inflexión para el país en uno de los momentos más polarizados de su historia reciente. El pulso entre una ciudadanía movilizada y un poder que se blinda se libra, una vez más, bajo la bandera de la resistencia.

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