Destierro, desencuentros y ayuda cuestionada: el crudo choque entre los youtubers Chico Reyes y Oscar Alejandro
- Jairo Videa

- 9 jun
- 8 Min. de lectura
Ambos creadores de contenido comparten una experiencia dolorosa: el desplazamiento forzado. Mientras Oscar Alejandro emigró años atrás desde Venezuela por la situación política y económica del país suramericano, Reyes fue abruptamente obligado a dejar Nicaragua tras la difusión de contenidos críticos contra el régimen centroamericano, en los que él "nada tenía que ver", según su propia narración. Sin embargo, esta experiencia común no fue suficiente para construir una relación sólida entre ellos.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua

El conflicto entre los youtubers latinoamericanos Oscar Alejandro Pérez, venezolano radicado en Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), y Francisco "Chico" Reyes, nicaragüense desterrado sin explicación alguna por la autoridades del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), ha escalado a una disputa pública cargada de acusaciones cruzadas, reproches morales, reclamos de deslealtad y dolor emocional evidentemente no procesado. Lo que comenzó como una colaboración amistosa en videos grabados durante un viaje a Nicaragua en el año 2024, ha terminado por exhibir, ante una audiencia regional y global, las profundas fracturas en su relación, y la manera en que la visibilidad digital puede entrelazarse con las tragedias personales y el poder autoritario en la región, creciente, imponente, irracional y cero transparente.
El eje de la discordia gira en torno a la ayuda —o la falta de ella— que Chico Reyes asegura todavía no haber recibido tras ser expulsado por orden directa de la monarquía sandinista de Daniel Ortega y su esposa y comandataria Rosario Murillo, y que Oscar Alejandro afirmó haber proporcionado con pruebas en mano. En medio de una narrativa compleja de exilio, apoyo económico minimizado por unos y agradecido por otros, asesoría profesional y heridas sin sanar, ambos youtubers han convertido sus canales oficiales en tribunas para exponer sus versiones de los hechos, sin hablar todavía del trasfondo más importante.
En los primeros meses de 2024, Oscar Alejandro viajó a Nicaragua para documentar la situación social, cultural, económica y política del país centroamericano. Fue uno de los últimos creadores de contenido que logró entrar al territorio. Su serie de videos —que supera ya las 3,514,200 reproducciones—, con uno de ellos particularmente crítico contra el régimen sandinista, generó una fuerte repercusión y ampliación en los medios independientes y en las redes sociales digitales. Aunque Chico Reyes no apareció en esa pieza específica, sí participó en otras colaboraciones con Pérez, en mercados, avenidas y zonas comunes o turísticas de la capital, León y Granada. Poco después de la publicación del material, en agosto de ese mismo año, a Reyes se le prohibió el ingreso al país centroamericano, lo que marcó el inicio de su forzado exilio. A raíz de ese destierro, Reyes emprendió una nueva vida en EE.UU., en medio de dificultades económicas y emocionales, pero sin brindar conjeturas completas sobre su desplazamiento y las justificaciones estatales. Fue durante ese proceso que, según él, la supuesta falta de apoyo de Oscar Alejandro se hizo evidente.
"No me dio dinero"
La tensión pública se desencadenó tras una entrevista concedida por Chico Reyes al periodista y cronista deportivo más sensacionalista de la actualidad, Miguel Mendoza, también exiliado y desnacionalizado por la dictadura. En la conversación, Reyes declaró que Oscar Alejandro se comunicó con él una sola vez tras la prohibición en su contra, y que nunca le ofreció apoyo económico directo. "No me dio dinero", afirmó Reyes en esa oportunidad, dejando entrever una especie de abandono por parte de su colega venezolano, a quien considera de cierta forma "responsable" de su destierro. La declaración fue interpretada como una desmentida rotunda a cualquier intento de ayuda.
"¿No te envió un billetito?", preguntó Mendoza, cruzando esa línea entre la vida privada con quienes nos rodean y las finanzas personales. "No. Así te lo resumo. No", sentenció Chico, en marzo de 2025. "Lo que si me dijo fue, 'hey, necesitas conseguirte un número fiscal, para aquí, para YouTube'. Me dio el contacto de una persona, ahí. Pero dinero, así, como, 'hey, toma 50 dólares', un ejemplo, no", señaló el joven nicaragüense.
Cientos se volcaron entonces en contra de Oscar, acusándolo de ser "mezquino", de manipular y de no ser solidario con Chico.
La respuesta de Oscar Alejandro se hizo esperar, hasta la semana pasada. En un video titulado "Este youtuber tiene amnesia", publicado inicialmente en su canal de YouTube y luego restringido a modo privado, Pérez desmintió con pruebas las afirmaciones de Reyes. Aseguró que no solo se comunicó con él en varias ocasiones, sino que le brindó asesoría, contactos profesionales y un aporte económico significativo.
850 dólares
Entre las evidencias, mostró una captura de pantalla de una transferencia de 850 dólares, presuntamente realizada el 27 de septiembre de 2024, para costear la creación de la empresa que Reyes necesitaba para monetizar su contenido digital. También compartió conversaciones en las que le ofrecía contactos de abogados de inmigración y consejos estratégicos para relanzar su canal aprovechando la atención mediática. "Le busqué un contador, le ayudé a crear su empresa, lo puse en contacto con una firma de abogados que lo representaría a cambio de menciones publicitarias sin cobrarle absolutamente nada", declaró Oscar Alejandro, visiblemente frustrado.
El youtuber venezolano enfatizó su decepción por lo que consideró una falta de gratitud por parte de Reyes. "Nunca tuve una palabra de agradecimiento. Nunca me dijo que ya tenía su empresa, su cuenta bancaria. Me dolió", dijo.
Apenas días después, Chico Reyes respondió con un extenso video titulado "Este youtuber curó mi amnesia", donde expone su versión completa de los hechos. En un tono emocional, reconoció que sus declaraciones en la entrevista con Mendoza pudieron haber sido "malinterpretadas", pero reafirmó que lo dicho no era falso. "Era una entrevista rápida, no dije ninguna mentira", sostuvo. Aunque reconoció la existencia de cierta "ayuda técnica" y profesional, insistió en que nunca se le brindó apoyo "emocional" o un respaldo "humano" concreto en los momentos más críticos de su exilio, sin dejar claro en cómo se traducen esas necesidades.
"Vos sabías que no tenía dónde quedarme, sabías que estaba con personas que acababa de conocer, y él nunca me dijo, 'mirá, venite a Miami, te doy mi cuarto por un tiempo'. No sé qué esperaba, ¿que yo se lo pidiera y le inflara el ego?", cuestionó Reyes, con visible enojo, exigiendo respuestas contundentes de su amistad. También "desmintió" que los servicios legales recomendados por Oscar Alejandro fueran gratuitos. Según su testimonio, el bufete de abogados exigía entre 3,500 y 4,500 dólares, además de comprometerse a realizar contenido publicitario, una propuesta que no podía asumir en ese momento.
Egos, intereses y dolor, mal comunicado
La disputa ha dejado expuestas no solo diferencias personales, sino visiones opuestas sobre lo que significa el apoyo real entre colegas, amigos, desplazados y latinos. Para Reyes, Oscar Alejandro actuó de manera oportunista, explotando su tragedia personal para crear contenido y alimentar su imagen pública. "Te encanta la polémica, el amarillismo, hacerte la víctima. El que está exiliado soy yo. Vos estás ganando con esto", acusó Reyes, denunciando que desde la publicación del video, en el que Alejandro "aclara", ha sido víctima de acoso en redes sociales, con "miles" de mensajes de odio y desinformación, pero sin señalar de eso tampoco al sandinismo, sistema que considera que su "acompañamiento" a una voz crítica extranjera es razón suficiente para el desconocimiento absoluto de sus derechos constitucionales como nicaragüense.
A su vez, negó haberse hecho "rico" tras el exilio, como insinuó Pérez, tras señalar que el nicaragüense pudo haber monetizado casi 4,000 dólares con una explicación "bien" estructurada de su destierro. "Estoy sobreviviendo. Jamás he dicho cuánto gano, pero desde Nicaragua la monetización es mínima. Ahora no tengo país, no tengo familia cerca y mi nombre está por el suelo", comentó Chico en su "respuesta" a la aclaración de Oscar.
En un punto crítico de su video, Reyes calificó a Oscar Alejandro como "egocéntrico y narcisista", argumentando que "nunca aceptó su culpabilidad ni fue transparente conmigo desde el inicio".
Aunque el video de Oscar Alejandro con pruebas de ayuda fue publicado inicialmente como su derecho a réplica, más tarde fue restringido o retirado, pues al momento aparece como privado en su canal de YouTube. No se ha ofrecido una explicación pública sobre esa decisión, pero en el contexto actual, el silencio y la moderación de los contenidos parecen ser señales de un conflicto aún sin resolver.
El verdadero delito
Lo que alguna vez fue una colaboración entre creadores latinos ha devenido en una confrontación pública que parece irreparable. El caso ha suscitado reacciones divididas entre sus respectivas audiencias, quienes debaten sobre la responsabilidad ética de los influencers al tratar temas tan sensibles como el exilio, la represión política o las relaciones personales expuestas al ojo público, con temas como el dinero, la empatía y la solidaridad personal de por medio. Más allá de las versiones enfrentadas, el caso evidencia cómo las plataformas digitales pueden convertirse en campos de batalla emocional y simbólica, donde el dolor humano es narrado, interpretado y —a veces— instrumentalizado.
En medio de acusaciones de manipulación, ingratitud y egolatría, el trasfondo es mucho más humano: dos personas desplazadas por contextos hostiles y sistemas dictatoriales, heridas por malentendidos, expectativas rotas y el desgaste inevitable que produce una exposición pública sin filtros.
Mientras tanto, Nicaragua sigue siendo un territorio vetado para Reyes, aunque él todavía se niega —por "objetividad"— a llamarle "autoritarismo" a lo que vive en carne propia junto a ya casi un millón de connacionales. Y en Estados Unidos, la distancia entre él y Oscar Alejandro ya no es solo geográfica, sino emocionalmente abismal.
Chico, cuyo nombre real es Francisco José Reyes Rosas, viajaba desde España con la esperanza de volver a Nicaragua. Pero en Houston, al momento de abordar el vuelo de conexión, le dijeron que no podía subir. Lo habían bloqueado de su propio país. "Nunca van a hablar de mí en X o Y cosa, o que voy a popularizarme por chismes y demás. Siempre he tratado de evitar eso", dijo en su momento, con voz contenida. "¿O quizás lo malo fue que no fui sopa de su mesa? Nunca lo voy a saber, al parecer", selló.
Llamó. Insistió. Preguntó. La única respuesta fue la pared. "A dónde usted llame, nadie le va a decir por qué le negaron el ingreso", le dijeron por teléfono funcionarios nicaragüenses. "Ni yo sabría qué hacer en este caso". "Yo no le puedo recomendar nada". "Ya hicimos la consulta y no hay información. No se le permitió el ingreso. No hay ingreso. No nos dan motivos. No sé si usted me entiende lo que le estoy diciendo. Nosotros no podemos hacer nada más... no nos dan información. La máxima autoridad es la Presidencia. Ningún correo... imagínese".
Y otra voz, como dictada por guión, terminó de sellar la cerrazón burocrática: "donde tiene que llamar no es a Migración, es al Ministerio del Interior. Ellos son los encargados de esos casos... Migración y Extranjería solo ejecuta".
Nadie tuvo empatía en su propia casa. No la esperaba ya de ellos. La esperaba de otro. Y ese otro sí la tuvo. Pero él, todavía, no lo reconoce. Espera una disculpa. Todo lo que no se dice en las historias de exilio lo sigue guardando en silencio. Como algo que se quiebra sin romperse del todo. Como un vuelo que nunca se toma. Como un país que niega la entrada y, con eso, también el regreso, y tu existencia.
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