Donald Trump y Nayib Bukele sellan una alianza migratoria polémica y sin precedentes en Washington
- Jairo Videa
- 14 abr
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Actualizado: 14 abr
La reunión de este lunes no dejó lugar a dudas: el salvadoreño se ha convertido en el socio preferido del magnate en Centroamérica. Y aunque El Salvador es un país pequeño, como el mismo presidente lo dijo, hoy ocupa un papel desproporcionadamente grande en la estrategia migratoria de Estados Unidos. Una estrategia que, en palabras del propio Trump, aún no tiene techo: "Tantos como sea posible echar. Todos los que entraron con el incompetente de Biden".
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Washington, Estados Unidos de Norteamérica

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, fue recibido este lunes 14 de abril de 2025 con honores en la Casa Blanca por su homólogo estadounidense, Donald Trump. La visita, cargada de simbolismo político y pragmatismo bilateral, oficializó una nueva fase en la cooperación entre ambos gobiernos, centrada en el endurecimiento de las políticas migratorias y el encarcelamiento masivo de personas expulsadas por Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), sin garantías judiciales.
Bukele, convertido en el primer mandatario latinoamericano recibido en el Despacho Oval desde que Trump regresó al poder para un segundo mandato no consecutivo, reafirmó su disposición a respaldar el discurso de "tolerancia cero" del republicano. En sus propias palabras: "Estados Unidos tiene un problema de terrorismo. Si podemos ayudar, vamos a hacerlo".
Desde mediados de marzo, El Salvador ha recibido, según verificación de COYUNTURA, a más de 250 personas deportadas bajo la invocación de la Ley de Enemigos Extranjeros, una normativa de 1798 empleada en tiempos de guerra y resucitada ahora para expulsar a presuntos miembros de organizaciones como la Mara Salvatrucha (MS-13) o el Tren de Aragua. La mayoría de los deportados son venezolanos. Entre ellos figura Kilmar Ábrego García, un trabajador salvadoreño residente en Maryland, que fue enviado por error a San Salvador, pese a no tener antecedentes penales comprobados.
Aunque existe una orden unánime de la Corte Suprema para que Estados Unidos facilite su retorno, el gobierno de Trump ha ignorado la resolución. Bukele, por su parte, ha sido categórico el mediodía de este lunes. "¿Cómo voy a meter de contrabando a un terrorista en Estados Unidos?", zanjó durante la conferencia de prensa conjunta, que duró más de una hora. Trump, al ser consultado, cedió la palabra a su fiscal general, Pam Bondi, quien insistió en que Ábrego había sido considerado parte de la MS-13 por dos jueces, aunque las acusaciones nunca prosperaron en los tribunales.
Por cada grupo de deportados que El Salvador encierra en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), una megacárcel criticada por organismos internacionales de derechos humanos como Amnistía Internacional y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Washington paga una compensación. Los primeros envíos costaron alrededor de seis millones de dólares.
La sintonía entre Trump y Bukele va más allá del discurso, y se notó en este encuentro: ambos comparten una narrativa de mano dura y una retórica que deshumaniza a los migrantes y a la oposición. El comunicado oficial de la Casa Blanca, emitido antes del encuentro, celebró la "histórica colaboración" que ha permitido expulsar a "violadores, pandilleros y asesinos ilegales" y enumeró a más de 20 personas deportadas bajo esa etiqueta. Sin embargo, en ningún caso se presentó evidencia pública que sustente tales acusaciones.
El respaldo de Bukele ha sido bien recibido en Washington. En abril, el Departamento de Estado mejoró el estatus de El Salvador en sus alertas de viaje, colocándolo en el nivel 1, el más favorable, por encima de países como España o Francia. También permanece intacto el Estatus de Protección Temporal (TPS) para las y los salvadoreños, a pesar de que la propia Casa Blanca considera al país "ultraseguro".
Paradójicamente, esta excepción ocurre mientras Trump desmantela programas humanitarios para migrantes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela, y acelera las deportaciones masivas. Y cuando El Salvador todavía está bajo un Régimen de Excepción limitante de derechos y libertades civiles y constitucionales.
EE.UU. es el principal socio comercial de El Salvador y su mayor fuente de remesas. En 2024, los salvadoreños en enviaron desde territorio estadounidense más de 8,480 millones de dólares a su país de origen, equivalente al 23 % del Producto Interno Bruto (PIB). Por otro lado, según analistas consultados por este medio, el aumento del 14.2 % en las remesas durante los primeros dos meses de 2025 refleja el temor "real y severo" de la comunidad migrante ante la amenaza de más deportaciones masivas.

Pese a ser beneficiario de esta nueva alianza, El Salvador tampoco ha quedado exento del llamado "huracán arancelario" de Trump: el país centroamericano debe pagar un arancel mínimo del 10 % a sus exportaciones como parte de la estrategia estadounidense para reducir su déficit comercial, redefiniendo su papel global y la economía mundial.
El atuendo informal de Bukele —traje sin corbata y camiseta negra— no pasó desapercibido. Fue solo la segunda vez que un mandatario visita el Despacho Oval sin este símbolo de formalidad, después de Volodímir Zelensky. Sin embargo, a diferencia del líder ucraniano, Bukele no enfrentó preguntas sobre su apariencia. Su estilo, que en el pasado lo ha autodefinido como el de un "dictador cool", parece haber sido normalizado en esta nueva etapa diplomática.
Trump lo elogió públicamente como "una pasada de presidente" y celebró su estrategia de seguridad. "Dicen que ha encarcelado a miles, pero ha liberado a millones", afirmó el presidente salvadoreño. "¡Qué buena frase!, ¿te la puedo tomar prestada?", respondió Trump.
Organismos internacionales han documentado graves violaciones a los derechos humanos en el CECOT, incluida la detención de personas sin juicio, condiciones de hacinamiento y falta de acceso a defensa legal. Pese a ello, Bukele continúa usando la prisión como símbolo de éxito en su cruzada contra el crimen. Su popularidad interna y en círculos conservadores estadounidenses no se ve afectada por estas denuncias, sino que se fortalece.
La reunión de este lunes no dejó lugar a dudas: Bukele se ha convertido en el socio preferido de Trump en Centroamérica. Y aunque El Salvador es un país pequeño, como el mismo presidente lo dijo, hoy ocupa un papel desproporcionadamente grande en la estrategia migratoria de Estados Unidos. Una estrategia que, en palabras del propio Trump, aún no tiene techo: "Tantos (migrantes) como sea posible echar. Todos los que entraron con el incompetente de (Joseph) Biden".
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