Estados Unidos y Venezuela al borde de la confrontación militar: destructores en el Caribe y "millones de milicianos en pie de guerra"
- Redacción Central
- hace 3 días
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La crisis actual combina una ofensiva diplomática y militar de Washington con una respuesta nacionalista del chavismo, que busca cohesionar a su base política y reforzar la tesis de la "guerra asimétrica". Para el oficialismo, la Milicia Nacional Bolivariana representa la unión cívico-militar y constituye el instrumento clave para enfrentar una eventual agresión externa o un levantamiento interno, supuestamente.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Caracas, Venezuela

El Caribe es nuevamente en escenario de tensión geopolítica. El gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), bajo la dirección del republicano Donald Trump, ha desplegado tres destructores de la Marina, acompañados de submarinos, aviones de espionaje y cerca de 4,000 marines, en aguas próximas a Venezuela. El operativo, que incluye el USS Gravely, el USS Jason Dunham y el USS Sampson, fue confirmado por funcionarios del Pentágono y tiene como justificación el combate contra los carteles de la droga en América Latina, a los que la administración estadounidense ha catalogado como "organizaciones terroristas extranjeras".
El movimiento militar de EE.UU. no es aislado. Forma parte de una estrategia que Trump autorizó de manera discreta a inicios del presente mes, cuando firmó una directiva que permite al Pentágono utilizar la fuerza armada para actuar contra grupos de narcotráfico en el extranjero. El alcance de la orden incluye operaciones en territorios foráneos y aguas limítrofes, lo que ha dado pie al despliegue en el Caribe y a una profunda conversación en redes sociales digitales y medios de comunicación internacionales.
Según la Casa Blanca, los carteles latinoamericanos son responsables de la expansión del fentanilo y otras drogas que afectan a las comunidades estadounidenses. En palabras de la portavoz Karoline Leavitt, el presidente "utilizará todos los elementos de poder" para cortar el flujo de estupefacientes y "llevar a sus responsables ante la justicia".
El foco de las acusaciones recae directamente sobre el dictador chavista Nicolás Maduro. Washington lo señala como jefe del Cartel de los Soles, al que atribuye operaciones de narcotráfico hacia territorio estadounidense. En paralelo, el Departamento de Estado, encabezado por Marco Antonio Rubio, duplicó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a su captura.
"La verdad es que Maduro no es un presidente legítimo, sino un fugitivo que dirige un cartel del narcotráfico", insistió Leavitt en su conferencia semanal de hoy, martes 19 de agosto de 2025. Las autoridades estadounidenses incluyen también al Tren de Aragua, la Mara Salvatrucha (MS-13) y varios grupos mexicanos entre las organizaciones terroristas internacionales, una designación reservada habitualmente para actores armados de motivación política, pero que ahora se aplica a pandillas y redes criminales.
Caracas rechaza de manera tajante tales acusaciones. Para Maduro y sus principales ministros, se trata de una "ofensiva imperialista" destinada a "desestabilizar al país" y justificar una intervención militar. El mandatario "socialista" respondió casi de inmediato anunciando la movilización de cuatro millones de integrantes de la Milicia Nacional Bolivariana, además de la activación de "todos los mecanismos necesarios" para "proteger la soberanía".
En un acto político transmitido en directo, Maduro llamó a reforzar la unión cívico-militar y exaltó la supuesta disposición de campesinos y obreros para empuñar armas. "¡Fusiles y misiles para la clase trabajadora y campesina, para defender nuestra patria!", proclamó frente a la dirigencia del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
La Milicia Nacional Bolivariana, fundada por Hugo Chávez en el año 2007, ha crecido exponencialmente en número y funciones, integrándose a la vida política del país. Su doctrina se enmarca en la guerra asimétrica y la preparación permanente frente a posibles agresiones externas o "enemigos internos". Bajo el mando del ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, la institución se ha consolidado como un brazo crucial del chavismo en la estrategia de control territorial y movilización ideológica.
La administración venezolana se ha volcado en denunciar las acciones de Washington. Padrino López calificó de "absurda e inmoral" la acusación de narcotráfico contra Maduro, defendiendo que Venezuela "ya ha exterminado a las bandas criminales" y que el país suramericano no es productor ni distribuidor de drogas.
Diosdado Cabello, ministro del Interior y número dos del chavismo, también salió al paso asegurando que la Administración de Control de Drogas (DEA, en inglés) es el único "cartel real" y acusando a Estados Unidos y Colombia de conspirar para perpetrar atentados dentro del país. Cabello insistió en que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) está desplegada en el Mar Caribe "para defender la soberanía nacional".
La coyuntura se ha traducido en un estado de alerta interna e internacional. Se reportan redadas políticas, incautaciones de armas y explosivos, y un incremento del patrullaje policial en Caracas y zonas costeras. El régimen de Maduro incluso prohibió de forma absoluta el uso de drones, tras recordar el "fallido atentado" contra el jerarca chavista en 2018 con aeronaves no tripuladas.
El tablero político interno
En paralelo a la crisis militar, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha organizado actos políticos y culturales en Caracas para demostrar "respaldo al presidente". Maduro sigue apareciendo a diario en la televisión estatal, recibiendo delegaciones diplomáticas y anunciando proyectos económicos difíciles de corroborar, mientras insiste en que Venezuela defenderá "cielos, mares y tierra frente a las amenazas extravagantes de un imperio decadente".
Sectores opositores, encabezados por María Corina Machado —actualmente en la clandestinidad—, han advertido sobre la posibilidad de una intervención extranjera. Desde sus espacios, se refuerza la narrativa de que la presión militar estadounidense es la única vía para debilitar al régimen chavista, a sus aliados autoritarios y al crimen organizado en América continental.
El despliegue estadounidense en aguas caribeñas tiene implicaciones que trascienden el ámbito bilateral, según analistas consultados por COYUNTURA. La operación coincide con un aumento de tensiones en Centroamérica y México por el combate al narcotráfico, y con la estrategia de Trump de clasificar a las pandillas más violentas como terroristas. La medida crea un precedente que podría legitimar futuras acciones militares contra organizaciones criminales o contra administraciones autocráticas fuera de las fronteras estadounidenses.
Para Venezuela, en cambio, la presencia de destructores en el Caribe reaviva el "nacionalismo bolivariano", base histórica de legitimidad del chavismo. En este clima, la confrontación militar se conjuga con un pulso político interno y con un juego internacional que involucra no solo a Washington y Caracas, sino también a sus aliados y detractores en la región, mientras Rusia y Ucrania buscan soluciones de largo plazo a la guerra.
La actual crisis abre un capítulo delicado en las relaciones hemisféricas. La Casa Blanca justifica su despliegue como un esfuerzo por frenar la droga y garantizar la seguridad interna; Caracas lo denuncia como una provocación y una amenaza de invasión, con un espaldarazo de Nicaragua, Cuba, Honduras y Colombia. Entre acusaciones de narcotráfico, recompensas millonarias y movilizaciones militares, el Caribe es hoy un tablero de alta tensión donde la diplomacia cede espacio al músculo militar.
Lo que está en juego no es solo la lucha contra el narcotráfico, sino también el control de narrativas: mientras Estados Unidos insiste en ver a Maduro como un capo internacional, el chavismo se aferra a la imagen de resistencia soberana frente al "imperio". En ese choque de percepciones, la región observa expectante hasta dónde escalará esta confrontación que mezcla seguridad, política y poder. "El imperio se volvió loco y ha renovado como un refrito podrido sus amenazas a la paz de Venezuela", dijo Maduro, el lunes 18 de agosto de 2025.
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