Cinco años de sacrificio han llegado a su fin, pero no se vislumbran el momento de la cosecha. No hay oportunidades y solo se contempla la opción de buscar en otro país, donde el título, queramos o no, disminuye de valor. "Estos gobernantes no piensan en la gente", dice una egresada. Las y los jóvenes nicaragüenses, a pesar de obtener un título universitario, enfrentan frustración y se cuestionan sobre el valor y las oportunidades asociadas a su educación.
Por Voces En Libertad | @VocesNi
Managua, Nicaragua
"Lourdes", a quien llamaremos así por seguridad, es una joven de 24 años de edad, y se siente, dice, frustrada después de asistir con gran sacrificio a la universidad durante cinco años consecutivos, graduarse y no tener certeza de encontrar empleo en el país centroamericano. Afirma que ya ha tocado "varias puertas" desde su último año de universidad, sin obtener respuesta alguna.
Sus padres la respaldaron económicamente para costear su carrera de Administración de Empresas. Ambos emigraron a los Estados Unidos de América (EE.UU.), ya que, a pesar de ser profesionales, en Nicaragua no contaban con salarios estables que les permitieran hacer frente a los gastos universitarios, ni para ella ni para su hermano "José", quien este año inicia su carrera en Comunicaciones de Mercadeo Integradas.
La historia de la separación familiar de Lourdes comenzó cuando, como familia, analizaron las posibilidades de un futuro para todos y llegaron a la conclusión de que no tenían otra opción que emigrar. "No teníamos los recursos para pagar el viaje a EE.UU., así que vendieron una propiedad que teníamos para costear el viaje de ambos. Nosotros alquilamos cerca de la universidad", relató.
Para mantener un hogar y pagar la universidad, una familia en Nicaragua debería contar con ingresos que superen los 25 mil córdobas, según las cifras oficiales, teniendo en cuenta la cobertura de la canasta básica, que ronda los C$ 19,500 córdobas, así como los servicios básicos de agua y energía eléctrica. "¿Quién gana esa cantidad en este país? Es difícil, por eso emigraron", explicó Lourdes.
"La vida aquí ya es imposible", lamenta. Ella ha estado considerando seguir a sus padres. "Es lamentable, pero aquí no parece haber futuro para los jóvenes que pensamos de forma independiente, que somos la mayoría. Solo voy a esperar a que termine la carrera mi hermano y nos vamos", señaló. "No se vislumbra ninguna posibilidad de que algo cambie este año, nos gobierna gente que no piensa en los demás, solo en ellos y en el poder", criticó.
Lourdes espera encontrar empleo en los próximos días, pero no es optimista al respecto. Expresa que una posición viable, según el perfil de su carrera y la universidad de la que egresó (una privada con campus internacional), debería garantizar un salario de al menos 15 mil córdobas al mes. "Me dicen que es mucho, pero la verdad, yo lo veo poco. Pagaba una mensualidad superior a los 50 dólares para obtener un buen título de una universidad de prestigio, no de una de garaje o inventada por el gobierno. Eso pesa mucho en el mercado laboral", explica.
"Hay mucho sacrificio tanto de mis padres como mío para coronar una profesión. ¿Para qué? Para ser mal pagados, no, eso no es viable bajo ninguna circunstancia. No quiero ser negativa, pero en Nicaragua la economía no parece levantar cabeza. Por eso, irme es una opción que la familia ve viable", asegura la joven.
Recordó otro problema: el régimen está devaluando el valor del dinero de las remesas con la congelación de la tasa cambiaria. "Tarde o temprano, seremos los mismos nicaragüenses los que tengamos que asumir el costo de esa decisión, porque el deslizamiento será trasladado a la gente en cualquier momento y con algún disfraz. La verdad es que hay un desprecio hacia la población, es triste", se lamenta la Licenciada en administradora de empresas.
Nicaragua ha trabajado para mejorar el acceso a la educación superior en los últimos años. Sin embargo, los desafíos económicos y sociales afectan de manera gigantesca la participación de las personas en las universidades del país. La tasa de matriculación universitaria puede variar según las regiones y los grupos socioeconómicos.
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