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Mujeres periodistas nicaragüenses empujadas a la precarización tras el exilio

Tres mujeres periodistas nicaragüenses, obligadas a desplazarse fuera de su país, retratan una realidad inhóspita y dolorosa. Dejaron a sus hijos y familia detrás, buscando seguridad y desarrollo, pero ahora se enfrentan a la precariedad y a la soledad.


Por Voces En Libertad | @VocesNi

Libertad de prensa y migración

Managua, Nicaragua

"Mariana" es una periodista nicaragüense que se exilió en julio de 2022. El robo de su equipo de trabajo, las amenazas de violación y de hacerle daño a su hija, o de quemarle la casa y hasta de matarla, la obligaron a salir por un punto ciego por la frontera entre Nicaragua y Honduras. Tenía medidas cautelares por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) desde 2021, pero nunca fueron respetadas.


Ella es una de más de 140 profesionales periodistas que han salido de Nicaragua desde 2018, según datos de organizaciones que trabajan en pro de la libertad de expresión en la región.


"Agarré una mochila y me dije: 'voy a emprender un viaje. Si sigo aquí me van a matar'. Y como soy el sostén de la casa no podía estar así. Tuve que dejar a mi familia, a mi hija que tanto amo, a mis padres. Ya no soportaba la situación. Si yo me hubiera quedado ya no estaría para contarlo", relata Mariana, a quien llamaremos así por su seguridad.


Lamentablemente su caso no es único, ni aislado, y aunque se desconoce el número exacto de mujeres periodistas nicaragüenses exiliadas en todo el mundo, organizaciones que monitorean esta situación indican que cada vez son más las reporteras que abandonan Nicaragua, quienes se enfrentan a condiciones vulnerables ante su condición de mujeres y madres.


Atacan la vida privada de las periodistas


Guillermo Medrano, miembro de la organización Voces del Sur, señala que en Nicaragua las medidas cautelares “pareciera que no valen” debido a que las fuerzas policiales y parapoliciales siguen intimidando a las y los periodistas, y a sus familiares.


"El mayor represor de la libertad de prensa en Nicaragua es el Estado. El 95 % de las agresiones que hemos documentado son cometidas por agentes policiales. En segundo lugar están los paraestatales que, de manera casi coordinada o complementaria, trabajan con la Policía Nacional, porque en muchos casos hemos visto agresiones en que la Policía está al frente y solamente quedan viendo", detalla Medrano.


En el caso de las mujeres periodistas, la organización ha identificado que el "sistema de represión" instaurado en el país dirige ataques directos contra "la vida privada" de las féminas, con acciones que van desde ser expuestas en redes sociales digitales hasta amenazas contra hijas, hijos y familia.


Las periodistas nicaragüenses se enfrentan a riesgos y amenazas más complejas por ser mujeres | Fotografía de Coyuntura
Las periodistas nicaragüenses se enfrentan a riesgos y amenazas más complejas por ser mujeres | Fotografía de Coyuntura

A diferencia de las periodistas mujeres, en el caso de los profesionales varones se perciben una menor cantidad de amenazas vinculadas a otros aspectos de la vida, más allá del individual.


"Ana" es prueba de ello. La periodista, que solicitó anonimato, tenía un hijo que estudiaba en una universidad pública del país y fue víctima de asedio por parte de un miembro de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN). Constantemente lo acosaban señalándole de "golpista", un término que ha sido utilizado contra grupos de oposición al régimen Ortega-Murillo.


Además, el sujeto le reclamaba por estudiar en una universidad pública y lo perseguía a la hora de salida de clases por lo que, el hijo de Ana, dejó de asistir varios días, y a su regresó tuvo que cambiar de ruta de viaje como medida de seguridad. "Cuando mi hijo se iba a la universidad yo no me quedaba tranquila, todo ese tiempo pasaba angustiada. Tenía paz hasta que lo miraba entrar por la puerta de la casa. Nunca me hubiera perdonado que le pasará algo", explica la reportera. "En el caso de los niños pequeños, no pueden ver una patrulla de la Policía porque se ponen muy nerviosos", agrega.


En lo personal, dice Ana, al inicio se sintió intimidada, pero al paso de los días le perdió el miedo a los vigilantes orteguistas. A pesar de eso, admite que el trauma que les fue generó a sus hijos es algo que "no pudo evitar". Ahora se encuentra fuera del país y sus hijos no dejan de temblar cuando ven a los oficiales.


Se siente segura, pero no deja de pensar en sus hijos, que siguen en Nicaragua. La incertidumbre de qué no están a salvo la invade. Incluso deben desplazarse a lo interno del territorio para evitar el acoso de los paramilitares, que hasta el sueño de los niños afectó.


El dolor de dejar a los hijos e hijas


"Morir en vida". Así describe "Isabella" el hecho de haber dejado a sus cuatro hijos en Nicaragua. Tuvo que salir de emergencia cuando se enteró que existía una orden de captura en su contra. También tenía medidas cautelares y la redacción en la que laboraba ya no existe. Todos sus compañeros se han exiliado y al menos ocho de sus compañeras de trabajo dejaron niños y niñas en casa.


Los menores quedaron al cuidado de esposos o abuelas, y la ausencia de sus madres ya comienza a doler.


Isabella habla por teléfono con sus hijos, pero sabe que "no es lo mismo". Le cala cuando sus hijos preguntan: '¿cuándo vas a regresar?'. Ella no tiene una respuesta, en cambio, un nudo en la garganta la deja muda.


Pocos datos se manejan de la situación y la cantidad de periodistas que son madres y que han tenido que salir del país de la mano de sus hijos e hijas, así como de aquellas que se han visto obligadas a dejarlos. Tampoco se conoce a ciencia cierta las consecuencias emocionales en la vida de estas mujeres y en la de la niñez.


Voces del Sur, organización que monitorea la situación de la libertad de prensa y el periodismo en Nicaragua, hace énfasis en la dificultad que supone para las mujeres periodistas salir con hijos e hijas, en medio de un proceso migratorio complejo. "Es más complicado encontrar quien te dé albergue, porque la gente te dice: 'te doy a vos, pero a vos solo, ya con hijo es otra situación'. Ya se requiere de un espacio mayor. Además, se complica conseguir un empleo. Esto no significa que un hijo es un estorbo, sino que esa mujer tiene que resolver con su familia para poder trabajar", explica el representante del organismo.


Los costos de migrar también se elevan con otra persona. Información vertida por las periodistas indica que, cada una gastó al menos tres mil dólares en el proceso de movilidad, sin incluir los costos que incurre establecerse en un nuevo país.


Un porcentaje menor de periodistas mujeres se ha desplazado en el interior de Nicaragua. Sin embargo, la ausencia de los hijos e hijas "se siente igual".


Empujadas a la economía sumergida


Medrano dice que los periodistas exiliados, hombres y mujeres, tienen mayor probabilidad de dejar de ejercer la profesión, porque necesitan solventar los gastos básicos del día a día, y en otros casos hasta garantizar las remesas para el sustento de sus hijos y familia.


Algunos incluso pagan la deuda del viaje migratorio.


Los medios de comunicación independientes de Nicaragua en su mayoría son digitales y su capacidad de contratación es baja. Por ello, la mayoría de las y los periodistas quedan fuera de los planes administrativos tras el exilio y son absorbidos, en gran parte, por el mercado informal del sector de servicios y comercio en el país de destino.


Las entrevistadas en este reportaje están trabajando como asistentas del hogar y en la limpieza de hoteles en varios países.


La situación del gremio periodístico nicaragüense empeoró con la pandemia de Covid-19. La crisis sanitaria provocó un gran número de despidos, e incluso decesos. "En los medios de comunicación hicieron turnos de hasta 36 horas, según relatan, para llevar un seguimiento de la pandemia. Entonces, las mujeres que daban de amamantar no podían cumplir con esos turnos, y los directores de medios prefirieron a los varones porque tenían mayor disponibilidad. Esas plazas que se perdieron por la pandemia todavía no han sido recuperadas por la crisis que se vive en el país y otros factores", apunta Medrano.


Las periodistas que aún laboran en determinados medios han quedado desprotegidas en cuanto a sus derechos laborales, que no pueden ser efectivos. No cuentan con protección de la Seguridad Social, lo que implica tener que asistir a médicos privados con un costo elevado, sin poder aspirar a una pensión de jubilación.


"Yo estoy en Estados Unidos y trabajo cuidando a una señora por las mañanas. Pero ese dinero solo me alcanza para pagar el alquiler y la comida. Tengo tres meses de estar aquí y no he podido mandar dinero a mis hijos ni a empezar a pagar el préstamo para el viaje. Eso me tiene desesperada", confiesa Ana.


Mientras logra estabilizarse, su mamá y su esposo se hacen cargo de la manutención de sus hijos, aunque en la mayoría de los casos es la abuela quien se ha queda a cargo de la niñez.


Según Voces del Sur, entre mayo de 2021 y mayo de 2022, un total de 84 periodistas se han exiliado, de los cuales casi el 50 % son mujeres.


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