"Ni nos vendemos, ni nos rendimos". La Nicaragua sandinista respalda a Nicolás Maduro frente a la "ofensiva antiterrorista" de Donald Trump
- Jairo Videa

- 8 ago
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La fiscal general estadounidense Pam Bondi aseguró que el venezolano "no escapará a la justicia y rendirá cuentas por sus abyectos crímenes". Anna Kelly, portavoz de la Casa Blanca, enfatizó que la prioridad es "proteger la Patria", mientras el secretario de Estado, Marco Rubio, abogó por tratar a estos actores como "organizaciones terroristas armadas" y no meros narcotraficantes, sugiriendo el empleo de inteligencia y defensa para contrarrestarlos.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua

En un contexto de crecientes tensiones regionales, la monarquía sandinista de Nicaragua ha emitido un enérgico mensaje de "respaldo" al dictador venezolano Nicolás Maduro, enmarcado en la tradición "antiimperialista" del general Augusto César Sandino. Este gesto surge mientras Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), bajo la presidencia de Donald Trump, intensifica su ofensiva contra redes criminales en América Latina, etiquetadas como terroristas, incluyendo grupos vinculados al mandatario caribeño.
El comunicado, firmado por el copresidente Daniel Ortega Saavedra y la copresidenta y primera dama Rosario María Murillo, evoca el legado heroico de Sandino y al comandante Hugo Chávez, subrayando la unidad de pueblos latinoamericanos y caribeños frente a agresiones externas. "Somos la misma raza; somos la misma sangre; somos nuestroamericanos y caribeños, siempre más allá, defendiendo la Patria grande", reza el texto, que incorpora versos populares en honor a Sandino para resaltar la resistencia contra intervenciones foráneas. El mensaje concluye con un llamado a la victoria: "adelante, Nicolás... adelante, Venezuela... vamos a vencer... estamos venciendo... ¡lo sabemos!".
Esta declaración nicaragüense se produce en paralelo a revelaciones sobre una directiva secreta firmada por Trump este viernes 08 de agosto de 2025, ordenando al Pentágono preparar intervenciones militares contra cárteles de drogas latinoamericanos declarados organizaciones terroristas. Según reportes de The New York Times, la medida autoriza operaciones en alta mar y posiblemente en suelo extranjero para neutralizar a miembros de estos grupos, con énfasis en capturas o eliminaciones.
Entre las entidades designadas por el Departamento de Estado en febrero figuran seis cárteles mexicanos principales: Sinaloa, Jalisco Nueva Generación (CJNG), Noreste, Golfo, Unidos y Nueva Familia Michoacana. También se incluyen el Tren de Aragua, la Mara Salvatrucha y, recientemente, el Cártel de los Soles, asociado por Washington a la administración del chavista, por quien se ofrece una recompensa de 50 millones de dólares. La fiscal general Pam Bondi afirmó ayer que Maduro "no escapará a la justicia y rendirá cuentas por sus abyectos crímenes". La vocera de la Casa Blanca, Anna Kelly, destacó que la prioridad de Trump es "proteger la patria", justificando la clasificación terrorista. Por otro lado, el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, abogó por tratar a estos colectivos como "organizaciones terroristas armadas" y no solo como narcotraficantes, permitiendo el empleo de inteligencia y defensa para contrarrestarlos.
Desde la óptica sandinista, esta escalada estadounidense representa una nueva arremetida imperial contra regímenes "progresistas"que defienden su soberanía, en línea con patrones históricos de persecución y exilio de líderes opositores al modelo capitalista. El comunicado nicaragüense enfatiza la no negociabilidad de la independencia: "somos de Patria libre, soberana... y esta, la soberanía, no la discutimos, nada más la defendemos". Esta narrativa conecta directamente con alianzas entre gobiernos autodenominados socialistas, como los de Nicaragua, Cuba, Honduras y Venezuela, acusados por críticos de colaborar con estructuras delictivas transnacionales mientras reprimen disidencias internas.
No obstante, la iniciativa de Trump genera interrogantes legales. The New York Times cita la Ley "Posse Comitatus" de 1878, que restringe el uso militar en labores policiales, y advertencias de expertos como Brian Finucane, exabogado del Departamento de Estado, quien cuestiona si tales acciones violan prohibiciones contra asesinatos en derecho interno e internacional. El contralmirante retirado James E. McPherson alertó sobre infracciones a la soberanía si se opera en territorio ajeno sin consentimiento, aunque matizó que las reglas difieren en aguas internacionales.
En el plano operativo, Estados Unidos ha ampliado vigilancia con drones sobre laboratorios de fentanilo en México, un programa iniciado bajo la presidencia de Joseph Biden pero potenciado por Trump y el exdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), John Ratcliffe. El ente de seguridad comparte datos con autoridades mexicanas, sin autorización para ataques letales. En ese sentido, el Comando Norte ha ejecutado unas 330 misiones de reconocimiento fronterizo. Recientemente, el secretario de Defensa Pete Hegseth removió a altos abogados militares, y el Senado confirmó a Earl Matthews y T. Elliot Gaiser en roles jurídicos clave del Pentágono, lo que podría influir en la interpretación legal de estas operaciones.
La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum ha expresado disposición a colaborar en seguridad, pero con énfasis en el respeto a la soberanía nacional. En contraste, la administración de Xiomara Castro en Honduras, aliada cercana de Maduro, ha guardado silencio sobre estas acusaciones, pese a los lazos de amistad entre Tegucigalpa y Caracas, en pleno proceso electoral en el país centroamericano.
Este panorama ilustra una dinámica de confrontación entre bloques ideológicos: por un lado, regímenes como el sandinista nicaragüense y el bolivariano venezolano, unidos en su rechazo al intervencionismo; por otro, la estrategia estadounidense que equipara crimen organizado con terrorismo, potencialmente extendiendo su alcance a figuras políticas. Desde Nicaragua, el énfasis Ortega-Murillo en la "defensa" inquebrantable de la "Patria grande" resuena como un baluarte contra estas presiones externas, con debilidad y ecos de complicidad.
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