Este Pacto Ecosocial con nueve propuestas es una iniciativa nacida de personas y organizaciones de diferentes países latinoamericanos. Motivados por la urgencia de conseguir un cambio y de contrarrestar las dinámicas de reacomodo capitalista surgidas en medio de la pandemia, apuntan a un futuro digno para América Latina y el Caribe.
Por: Organizaciones y Movimientos Sociales de América Latina y el Caribe
Durante mucho tiempo, las élites nos contaron que no se podían parar los mercados ni la gran máquina de acumulación capitalista, pero resulta que sí, que es posible activar el freno de emergencia cuando se decide que la vida está en peligro. La crisis desnudada por la pandemia ha potenciado las desigualdades y muestra que nuestro futuro está en juego. Una parte de la población está encerrada, y otra parte enfrenta contagio, represión y hambre. Los pueblos indígenas y afroamericanos están expuestos a una nueva ola de exterminio. La violencia patriarcal y racista y los feminicidios han aumentado. Mientras, viejos y nuevos grupos de poder aprovechan la emergencia para asegurar que el “retorno a la normalidad” o “la nueva normalidad” no les deje sin beneficios. La pandemia es una tragedia para muchas personas, cuyo dolor compartimos. Pero la pausa impuesta al capitalismo mundial por el Covid-19 representa también una enorme oportunidad de cambio: la de construir nuestro futuro desde el cuidado de la vida.
Lo que estamos experimentando
Aun cuando se mantienen profundas heridas a la Naturaleza, este freno forzado también significó desacelerar la destrucción de ecosistemas, sobre todo por la disminución de las emisiones de CO². Las clases medias mundiales experimentan colectivamente que es posible vivir sin ese consumo exacerbado que provoca destrucción ambiental y que amenaza la vida misma en el planeta. Sienten que la felicidad y la calidad de vida tienen dimensiones más relevantes que el poseer y acumular cosas, como es el vivir en un tejido de relaciones afectivas confiables.
Se ha puesto en evidencia que la vida campesina, los sentidos de comunidad, el cuidado y la reciprocidad son centrales en el sostenimiento de la vida. Que, a pesar de vivir en el capitalismo, no vivimos por y para el capital. Tomamos conciencia de que la comercialización directa, los intercambios sin dinero y las redes por fuera de los mercados capitalistas resuelven hoy muchas de nuestras necesidades básicas. Y experimentamos que tienen espacio y potencial para el futuro.
Incluso en escenarios formales, ideas antes inconcebibles o consideradas inviables, ocupan un lugar central en la agenda a nivel mundial. Aun agencias económicas como la CEPAL proponen una renta básica universal. Y el Fondo Monetario Internacional recomienda a los gobiernos introducir un impuesto a la riqueza, para contrarrestar la escandalosa desigualdad y reducir los déficits fiscales.
En el Norte global, movimientos sociales y políticos pugnan por un nuevo pacto ecosocial global para salvar el planeta, que articule justicia social y justicia ambiental.
Un pacto social, ecológico, económico e intercultural
Retomando propuestas elaboradas colectivamente en distintos contextos, proponemos un Pacto Social, Ecológico, Económico e Intercultural para América Latina. Este Pacto no es un listado de demandas que dirigimos a los gobiernos de turno. Más bien, invita a construir imaginarios colectivos, a acordar un rumbo compartido hacia la transformación y una base para plataformas de lucha en los más diversos ámbitos de nuestras sociedades.
Convoca a movimientos sociales, organizaciones territoriales, gremiales y barriales, comunidades y redes, también¬ a gobiernos locales alternativos, parlamentarixs, magistradxs o servidores públicos comprometidos con la transformación a trabajar para que ésta sea una realidad.
Convoca a todxs a cambiar las relaciones de fuerza, mediante plebiscitos, propuestas de ley u otras muchas estrategias, y con una sociedad organizada y movilizada, a promover una real incidencia que logre que las instituciones estatales existentes implementen estos cambios.
Las nueve propuestas que hacemos buscan articular justicia redistributiva, de género, étnica y ambiental. Algunas de ellas prevén un papel más protagónico de las instituciones públicas. Otras se refieren más a las prácticas y cambios que se tejen desde abajo y se van expandiendo horizontalmente.
Transformación tributaria solidaria
La meta son propuestas nacionales de reformas tributarias según el principio “quien tiene más, paga más y quien tiene menos, paga menos”. Deben incluir el impuesto a la herencia, a las grandes fortunas, a los mega-emprendimientos, a las rentas financieras y, como medida transicional, al daño ambiental. En vez de que todxs paguen impuestos universales, y sólo algunxs tengan protección social, proponemos que sólo los que más tienen tributen más y todxs estén protegidos.
Anulación de las Deudas Externas para una nueva arquitectura financiera
En estos momentos extraordinarios se justifica dejar de pagar la deuda externa, como se hizo en 1931-32, y como lo propuso la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), el Presidente de Frarcia Emmanuel Macron y el Papa Francisco. La cancelación de la deuda externa de los países del Sur global, constituye un primer paso de reparación histórica, por la deuda ecológica y social contraída por los países centrales desde la Colonia.
Creación de sistemas nacionales y locales de cuidado
Proponemos poner la sostenibilidad de la vida en el centro de nuestras sociedades. El cuidado es un derecho y, como tal, debe incluir un rol más activo del Estado y de las empresas en consulta y corresponsabilidad permanente con los pueblos y comunidades.
Esto permitirá combatir la precariedad laboral y alcanzar una más justa repartición de las tareas del cuidado, en términos de clases sociales y de género, pues el cuidado recae de modo desigual en las familias y en las mujeres. Debemos promover políticas públicas que enlacen cuidado con protección social, atendiendo las necesidades de personas mayores en situación de dependencia, niños y niñas, personas con discapacidad severa y de quienes no puedan atender sus necesidades básicas.
Una renta básica universal
Proponemos unificar la política social con la introducción de una renta básica para todxs, que sustituya las transferencias condicionadas focalizadas, heredadas del neoliberalismo, para poder salir de la trampa de la pobreza, tal como acaba de recomendar la CEPAL a los gobiernos latinoamericanos. También, disminuir la jornada de trabajo sin disminución del salario, para repartir tanto el empleo formal como las tareas de cuidado.
Priorizar la soberanía alimentaria
En un momento en el que la región latinoamericana presenta el mayor grado de concentración de la tierra a nivel mundial, es prioritario desarrollar políticas que apunten a la redistribución de la tierra, al acceso al agua y a una profunda reforma de las políticas agrarias, alejándonos de la agricultura industrial de exportación con sus nefastos efectos ambientales y sociales.
Se trata de priorizar la producción agroecológica, agroforestal, pesquera, campesina y urbana, promoviendo el diálogo de saberes. De fortalecer los mercados campesinos y locales. De crear redes de distribución de semillas para asegurar su libre circulación, sin propiedad intelectual. De reforzar las redes de distribución campo-ciudad y la certificación comunitaria entre consumidores y productores. Se trata de fomentar la propiedad social, colectiva y comunitaria de la tierra, garantizando soberanía a quienes la cuidan y trabajan, y protegiéndoles de la especulación.
Construcción de economías y sociedades post-extractivistas
Para proteger la diversidad cultural y ambiental, necesitamos una transición socio-ecológica radical, una salida ordenada y progresiva de la dependencia del petróleo, del carbón y del gas, de la minería, la deforestación y los grandes monocultivos.
Es necesario transitar hacia matrices energéticas renovables, descentralizadas, desmercantilizadas y democráticas, para así transitar hacia modelos de movilidad colectivos, seguros y de calidad. Se debe reducir el riesgo frente al colapso climático, una amenaza más grave que la pandemia, como nos muestran inundaciones, sequías, deslaves e incendios.
Recuperar y fortalecer espacios de información y comunicación
Actualmente dominados por los medios de comunicación corporativos y por las redes sociales que forman parte de las corporaciones más poderosas de nuestros tiempos, proponemos recuperar espacios de información y comunicación desde la sociedad. Proponemos disputar los sentidos históricos de convivencia desde medios ciudadanos, también desde la calle, la plaza y los espacios culturales.
Autonomía y sostenibilidad de las sociedades locales
La pandemia ha mostrado la fragilidad de las cadenas globales de producción, y la riqueza de los esfuerzos locales y nacionales. La enorme creatividad de los pueblos latinoamericanos debe ser la base para los cambios políticos que promuevan la autonomía y sostenibilidad de los territorios y sociedades locales.
Corresponde fortalecer la autodeterminación de los pueblos indígenas, campesinos, afroamericanos y las experiencias comunitarias urbanas populares en términos económicos, políticos y culturales.
Hay que desmilitarizar los territorios y el conjunto de la sociedad, apoyar los mercados locales, democratizar el crédito, apoyar a las pequeñas y medianas empresas, y la soberanía energética local comunitaria basada en modelos sustentables y renovables.
Por una integración regional y mundial soberana
Es imperativo favorecer los sistemas de intercambio local, nacional y regional a nivel latinoamericano, con autonomía del mercado mundial globalizado, para que se abran alternativas al monopolio corporativo.
También hay que introducir monedas paralelas al dólar en diferentes escalas permitiendo una desconexión relativa de las peligrosas dinámicas del mercado mundial, fortaleciendo los intercambios entre países de la región y su diversificación económica complementaria.
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