Dos expertos comentan a Voz de América la decisión del Gobierno de Daniel Ortega de retirar las credenciales al embajador de Colombia en Nicaragua.
Por Houston Castillo Vado | @VozDeAmerica
Política
Managua, Nicaragua
El retiro de las credenciales diplomáticas al embajador de Colombia en Nicaragua, Alfredo Rangel, ha generado críticas al Gobierno de Daniel Ortega, que argumentó su decisión con acusaciones de “injerencia”.
A Rangel se le retiró su credencial diplomática el miércoles y según una carta enviada por el canciller nicaragüense Denis Moncada a su homóloga colombiana, Martha Lucía Suárez, el embajador supuestamente “no está cumpliendo con los objetivos para los cuales le fue concedida su acreditación en Nicaragua”.
La medida tuvo lugar después de que el Gobierno de Iván Duque envió una contundente nota de protesta que rechazaba las declaraciones de Ortega en un discurso televisado el 21 de febrero donde llamó a Colombia “un narcoestado”.
El presidente colombiano además llamó de inmediato a su representante en Managua y aseguró que no permitirían “ofensas al honor de la nación”.
Duque dijo también que las acusaciones buscan distraer la atención de la comunidad internacional sobre “la crítica situación de derechos humanos y las violaciones que sufren los ciudadanos nicaragüenses, los partidos políticos y los opositores al régimen de Ortega”.
El peor momento de las relaciones
Desde Bogotá el analista político y experto en relaciones internacionales Mauricio Jaramillo sostiene que pese a lo largo del tiempo y los conflictos que ha habido entre ambas naciones, nunca se había llegado al punto de expulsar a un embajador, por lo que interpreta como una “radicalización” de Ortega.
“A pesar de que, en el último tiempo, las relaciones entre Colombia y Nicaragua no habían sido las mejores por muchas razones, Nicaragua, a diferencia de Venezuela, se había mantenido una buena relación a nivel diplomático, incluso cuando se dio toda la crisis por el fallo de la Haya en 2012, se mantuvo a la embajadora en territorio nicaragüense y desde ese entonces no ha habido interrupciones en las relaciones diplomáticas”, explicó Jaramillo a Voz de América.
El experto considera que parte de la molestia en Colombia pudo darse por los insultos de Ortega, quien se refirió a “Colombia como un narcoestado, y que hizo que efectivamente Colombia llamara a consulta a su embajador y que finalmente termináramos en este desenlace”.
Por su parte, la opositora costarricense-nicaragüense Ana Quiroz indicó que la cancelación de las credenciales al representante de Colombia en Managua no solo es algo contradictorio sino “irónico”, pues a su juicio quien insultó fue Ortega con sus declaraciones.
“Ortega lo que hace es formalizar o profundizar más bien el aislamiento en el que ha venido sometiendo al Estado de Nicaragua sin medir las implicaciones de este aislamiento, porque de poco le sirve a Nicaragua tener excelentes relaciones con Kuwait, por ejemplo, o con Osetia y Abjasia”, criticó.
Jaramillo ve desde su perspectiva una retórica de Daniel Ortega cada vez más encendida y recuerda que cuando se refirió básicamente a la posición de buena parte de la comunidad internacional frente a las elecciones, lo hizo en términos despectivos.
“Pese a que Colombia tomó la decisión de no reconocer el resultado de las elecciones en Nicaragua, asumiendo una postura ambigua porque, si bien siguió reconociendo al Estado nicaragüense y al Gobierno, lo que hizo fue tomar distancia respecto al proceso electoral, pero con la aclaración de Colombia con un narcoestado creo que ahí sí ya Colombia decidió pasar un poco más a la ofensiva”, concluyó Jaramillo.
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