El prolongado vacío en la Secretaría General del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) refleja el deterioro del consenso regional y la incapacidad de los países miembros para resolver disputas internas. Durante el último año, el organismo ha operado únicamente con funciones administrativas, bajo la dirección de la ejecutiva salvadoreña Ingrid Figueroa.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Managua, Nicaragua
En un contundente rechazo que agrava las tensiones dentro del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), los gobiernos de Guatemala, Costa Rica, Panamá y República Dominicana desestimaron la candidatura de Denis Moncada Colindres, excanciller nicaragüense, al cargo de secretario general del organismo regional. La negativa, expresada en una comunicación conjunta, se extendió también a los otros dos nombres que conformaban la terna presentada por el régimen de Daniel Ortega y su esposa y ahora copresidenta Rosario Murillo: la diputada sandinista Arling Patricia Alonso Gómez y la ministra de la Familia, Adolescencia y Niñez, Johanna Vanessa Flores Jiménez.
El puesto de secretario general del SICA, vacante desde noviembre de 2023 tras la renuncia del nicaragüense Werner Vargas, ha estado marcado por intentos fallidos de la administración Ortega-Murillo de ocuparlo con figuras estrechamente vinculadas a su administración y a denuncias internacionales. Según los cuatro países firmantes, los candidatos propuestos no cumplen con los requisitos establecidos en los artículos 26 y 27 del Protocolo de Tegucigalpa, que demandan "reconocida vocación integracionista, independencia de criterio y alto grado de imparcialidad".
Varias fuentes dentro del organismo centroamericano aseguraron a la Redacción de COYUNTURA que los candidatos nicaragüenses no poseen los atributos necesarios, al ser percibidos como "funcionarios leales a la dictadura" y con limitados conocimientos en diplomacia. Además, señalan que el régimen busca instrumentalizar la Secretaría General del SICA para promover intereses políticos, como la expulsión de Taiwán como observador y la inclusión de China y Rusia.
El rechazo provocó una enérgica reacción de la dictadura nicaragüense, que calificó la postura de los cuatro países como "irrespetuosa e impositiva". En un comunicado emitido por la Cancillería este viernes 29 de noviembre de 2024, se tildó el rechazo de "insólita insubordinación" y un supuesto "bloqueo ilegal" que atenta contra la soberanía de Nicaragua. "El excanciller Denis Moncada es una figura reconocida y respetada por gobiernos y pueblos del mundo", sostuvo la administración de Ortega y Murillo, que amenazó con tomar "medidas oportunas" frente a lo que consideran una maniobra discriminatoria y excluyente.
Comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores de Nicaragua:
El Sistema de la Integración Centroamericana, fundado en 1991, atraviesa una crisis institucional agudizada por la falta de consenso entre sus miembros y las disposiciones abruptas de la administración sandinista desde hace algunos años. Actualmente, el organismo opera de manera limitada, con Ingrid Figueroa, directora ejecutiva salvadoreña, asumiendo funciones administrativas en ausencia de un secretario general oficial.
El conflicto sobre la terna presentada por Nicaragua es el tercer intento fallido del régimen para llenar el cargo. En agosto de 2024, otra propuesta encabezada por Valdrack Ludwing Jaentschke Whitaker, exministro asesor de Ortega y actual canciller, también fue rechazada. Según analistas y académicos, estas situaciones reflejan una estrategia orteguista para dominar un puesto clave en el SICA, una institución que históricamente ha contado con figuras imparciales y de alto nivel como secretarios generales, pero que ha reducido su impacto y potencial a casi nulo en la actualidad.
Carlos Manuel Echeverría, exembajador costarricense y experto en relaciones internacionales, opinó que Denis Moncada, pese a sus credenciales como excanciller y exembajador ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), no cuenta con el respaldo político necesario. "Aunque tiene experiencia diplomática, su vínculo con el régimen lo descalifica como un candidato imparcial", afirmó. Por su parte, Carlos Murillo Zamora, académico costarricense, subrayó que el problema no radica en los nombres presentados, sino en la actitud del régimen. "Ortega y Murillo buscan imponer su decisión y controlar el SICA, lo que ha generado un rechazo frontal por parte de los países miembros", explicó.
La reunión del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores del SICA, programada para hoy, en la que se esperaba abordar la elección del secretario general, ha quedado en el limbo tras el rechazo de los cuatro países. Los gobiernos instaron a Nicaragua a presentar una nueva terna que cumpla con los principios del organismo. Sin embargo, la postura inflexible de la administración sandinista sugiere que el proceso continuará siendo objeto de disputas políticas, hasta nuevo aviso.
El impasse en la designación del secretario general del SICA no solo refleja las tensiones internas del organismo, sino también el aislamiento creciente del régimen nicaragüense en la arena internacional y particularmente centroamericana. Mientras Ortega insiste en imponer sus decisiones, el consenso regional parece inclinarse hacia la defensa de los principios fundacionales del SICA.
El futuro del organismo depende, en gran medida, de la capacidad de sus miembros para encontrar puntos de convergencia que permitan superar este periodo de estancamiento. Para algunos analistas, la insistencia del régimen orteguista en promover figuras controvertidas podría profundizar aún más las divisiones internas y debilitar un sistema que ya enfrenta múltiples desafíos en una región marcada por la desigualdad, la migración y la inestabilidad política e institucional. Y de la lucha contra la corrupción ni hablamos.
En este escenario, la postura de Guatemala, Costa Rica, Panamá y República Dominicana envía un mensaje claro: el SICA debe regirse por los principios de imparcialidad y cooperación, evitando que intereses particulares comprometan aún más su función integradora. Queda por verse si Nicaragua estará dispuesta a ceder en su estrategia o si el impasse continuará prolongándose en detrimento de la región y su gente, con más problemas y menos recursos cada día.
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