"Habemus papam". León XIV, elegido nuevo jerarca del catolicismo
- Jairo Videa
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Un líder joven y el primero estadounidense. Al combinar su identidad con su profunda conexión con América Latina, tiene la oportunidad de ser un papa que trascienda fronteras. Su llegada al Vaticano podría simbolizar una nueva era de inclusión y diálogo, en la que la iglesia católica busca ser un puente entre el norte y el sur, entre las distintas sensibilidades dentro de la institución.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Roma, Italia

A las 11:24 a.m. de Centroamérica, 07:24 p.m. en Roma, el cardenal Robert Francis Prevost fue presentado al mundo como el nuevo papa de una de las religiones más poderosas del mundo, el 267º en la historia de la iglesia católica. La solemne ceremonia, anunciada con la tradicional fórmula en latín "Annuntio vobis gaudium magnum: habemus papam!" ("¡Os anuncio una gran alegría: tenemos papa!"), marcó el fin de un cónclave más ágil de lo esperado, que culminó en cuatro rondas de votaciones, en solamente dos días y el respaldo de 89 votos de los 133 cardenales presentes.
"La paz esté con todos vosotros", comenzó. "A toda la Tierra. A todos los pueblos del mundo", dijo, quien desde hoy será conocido como León XIV, Pontífice, sucesor de San Pedro. "Diálogo y encuentro para ser un solo pueblo", señaló, con felicidad y nerviosismo.
Prevost, un hombre de 69 años nacido en Chicago, es un líder con un perfil moderado, que ha sido descrito como un mediador ideal para las tensiones que atraviesan tanto la iglesia universal como la iglesia estadounidense, su país natal. A lo largo de su carrera, ha demostrado una capacidad sobresaliente para equilibrar tradición y renovación, consolidándose como una opción de consenso en un momento crucial para la iglesia católica, que atraviesa un panorama interno marcado por las reformas impulsadas por su antecesor, el papa Francisco.
Prevost no es ajeno a las dinámicas internas de la iglesia. Su formación académica en Matemáticas, Derecho Canónico y Teología, combinada con su profundo conocimiento pastoral, lo ha preparado para afrontar los desafíos contemporáneos de la iglesia católica. Su vocación misionera lo llevó a Perú en 1985, donde, tras desempeñar diversos roles pastorales, se convirtió en obispo de Chiclayo en 2015. Su habilidad para conectar con la realidad latinoamericana le otorgó la nacionalidad peruana y lo convirtió en un símbolo de integración cultural y lingüística, un "puente" entre el norte y el sur del continente.
Prevost es especialmente reconocido por su discreción y su habilidad para escuchar y generar consensos. Estas cualidades le han permitido destacarse tanto en América Latina como en la Curia Romana, donde fue nombrado prefecto del Dicasterio para los Obispos en 2023. En este cargo, jugó un papel crucial en el asesoramiento sobre el nombramiento de nuevos obispos, posicionándose como un líder respetado por sectores tanto conservadores como progresistas.
El nuevo Pontífice ha sido descrito como un "hombre de diálogo" y un continuador natural de la obra del papa Francisco, quien lo llevó a Roma. La cercanía de Prevost con el pontífice argentino es evidente en su trabajo conjunto, particularmente en temas vinculados a la pastoral en América Latina. Su visión inclusiva y su compromiso con las periferias sociales son cualidades que lo alinean con las prioridades del papa Francisco, quien abogó por una iglesia "de salida" y centrada en la misericordia.
A pesar de su ascendencia estadounidense, Prevost ha hecho historia al ser elegido para ocupar la sede papal en una época en la que la iglesia católica busca respuestas a la polarización interna y a los desafíos de una sociedad globalizada. Su comprensión de los retos de la iglesia en los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), un país profundamente dividido en cuestiones ideológicas, le ha valido el respeto de muchas facciones dentro de la institución eclesiástica. En sus primeras declaraciones como papa, Prevost destacó la importancia de dialogar y trabajar, en especial en cuestiones doctrinales que afectan a la iglesia, "con María, que siempre quiere ayudar", dijo León XIV, justo antes de orar este jueves.
El pontificado de León XIV se perfila como una etapa de continuidad con las reformas iniciadas por Francisco, pero también como un espacio para la serenidad y el restablecimiento de un orden interno. Los últimos años del papado de Francisco estuvieron marcados por profundas reformas estructurales, que incluyeron la reorganización de la Curia y la lucha contra la corrupción. Sin embargo, también dejaron abiertas diversas cuestiones doctrinales que el nuevo Papa deberá abordar con prudencia.
Uno de los retos más inmediatos será cómo manejar la compleja relación de la iglesia con temas como la ordenación de mujeres, la bendición de parejas homosexuales y el celibato sacerdotal, cuestiones que han dividido a la iglesia en los últimos años. El nuevo papa, con su perfil moderado y su habilidad para mantener un enfoque equilibrado, será fundamental para gestionar las tensiones doctrinales y avanzar en un camino de unidad, en medio de los problemas globales y los conflictos armados crecientes.
Prevost no llega al papado en un momento fácil. La iglesia católica enfrenta una serie de retos tanto internos como externos, desde la continua lucha contra la pederastia hasta las crecientes divisiones sobre la doctrina sexual. En las congregaciones generales previas al cónclave, los cardenales debatieron intensamente sobre cómo abordar estos problemas, que marcarán la agenda del nuevo pontificado.
El recién fallecido papa Francisco fue un líder que implementó reformas audaces, pero su estilo también generó críticas, especialmente dentro de la Curia Romana. Con Prevost, la iglesia parece estar buscando un equilibrio entre la renovación y la estabilidad, un líder que pueda reconstruir puentes entre las diversas corrientes internas de la iglesia y guiar a la institución hacia un futuro más inclusivo y sereno.
León XIV, con su perfil moderado y su experiencia en América Latina, es una figura que podría ofrecer precisamente ese equilibrio. Su enfoque en el diálogo, su capacidad para escuchar y su visión global lo posicionan como un papa capaz de afrontar los desafíos del siglo XXI y de continuar con la misión de una iglesia centrada en la misericordia, la inclusión y el servicio a los más necesitados.
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