Superman renace. James Gunn redefine al "hombre de acero" en una de las películas más humanas del género
- Jairo Videa

- 11 jul
- 6 Min. de lectura
David Corenswet, con su porte clásico y carisma sincero, logra una interpretación que remite a la nobleza de Christopher Reeve pero con una sensibilidad más moderna. Aporta vulnerabilidad emocional, sin perder autoridad, y por primera vez en mucho tiempo Superman parece menos un dios y más un ser humano con principios, problemas y deseos.
Por Jairo Videa | @JairoVidea

La historia de Superman es, para bien o para mal, parte del inconsciente colectivo. Incluso aquellos que jamás han abierto un cómic saben quién es: el bebé kriptoniano enviado a la Tierra, criado por granjeros en Kansas, convertido en periodista durante el día y en salvador del mundo al caer la noche. Ese relato ha sido contado una y otra vez desde que "Action Comics 1" apareció en 1938. Sin embargo, el desafío de cualquier nueva versión es responder a una pregunta inevitable: ¿qué puede decir Superman hoy? James Gunn, director que revitalizó franquicias con humor y corazón, ha asumido esa tarea titánica en la primera película oficial del nuevo Universo DC. Más allá de sus antecedentes con Guardianes de la Galaxia y El Escuadrón Suicida, aquí Gunn no solo dirige: construye la piedra angular sobre la cual se cimentará el futuro cinematográfico de DC.
Lo primero que sorprende de Superman es que evita la trillada secuencia de origen. No hay escenas de la destrucción de Krypton, ni del pequeño Clark descubriendo sus poderes en la granja de Smallville. Este Clark Kent ya es Superman, un héroe conocido y polémico a la vez. Sus hazañas lo han convertido en un símbolo global, pero también en un objetivo de críticas y teorías conspirativas. Gunn no se limita a recontar la leyenda; la transforma. Su película funciona como un espejo donde los conflictos contemporáneos se reflejan sin caer en el panfleto. En la cinta hay líderes autoritarios de naciones ficticias que recuerdan a potencias reales, hay desinformación propagada por medios de comunicación, y un Lex Luthor (interpretado con intensidad por Nicholas Hoult) que encarna la envidia y la manipulación mediática con una efectividad escalofriante.
El director, fiel a su estilo, combina el humor y la crítica social con fluidez. Superman aquí es un símbolo de esperanza, pero no ingenuo: sus acciones levantan debates sobre la soberanía nacional y el intervencionismo. ¿Debe un hombre con poder casi ilimitado decidir qué vidas salvar o qué conflictos intervenir? Esa pregunta recorre toda la película.
Lejos de discursos maniqueos, Superman propone un relato profundamente humanista. Clark Kent, interpretado con calidez y convicción por David Corenswet, no es un patriota ciego ni un dios entre los hombres. Es, ante todo, alguien que “ama a las personas” y que, pese a su poder, duda, tropieza y se ve obligado a cuestionar su papel en el mundo. Corenswet, de 32 años de edad, ofrece una interpretación que remite al idealismo clásico de héroes cinematográficos como los de Frank Capra, pero con la dosis justa de vulnerabilidad emocional. Su Superman se siente real, no por sus poderes, sino por sus dudas y su inquebrantable empatía. Por primera vez en mucho tiempo, el "hombre de acero" se muestra no solo como un superhéroe, sino como un ciudadano global preocupado por todos, sin importar banderas.
Lois Lane, encarnada por Rachel Brosnahan, también rompe con los clichés del género. No es la típica damisela en peligro, sino una reportera con temple, capaz de mantener la calma en medio del caos y de enfrentarse a cualquier poder, sea alienígena o terrenal. Brosnahan construye una Lois independiente, astuta y emocionalmente compleja, que funciona como el ancla moral de la película.
Un universo que apenas empieza
Pese a ser una cinta de presentación, Superman no cae en la trampa del exceso de exposición. Gunn despliega una narrativa dinámica, donde los personajes secundarios tienen momentos significativos sin saturar el relato principal. Aparecen miembros de la futura Liga de la Justicia como Linterna Verde (Nathan Fillion), Mister Terrific (Edi Gathegi), Metamorfo (Anthony Carrigan) y Chica Halcón (Isabela Merced), quienes suman al conjunto sin robar protagonismo.
El Daily Planet también brilla con un elenco carismático: Wendell Pierce como Perry White, Skyler Gisondo como Jimmy Olsen, y otros rostros reconocibles que enriquecen el tejido humano de la historia.
Asimismo, la actriz y cantante venezolana María Gabriela de Faría brilla por sí sola como la villana principal. Su personaje, junto al de Hoult se embarcan en una "cacería" por Kal-El, el último hijo de Krypton.
Aunque la película siembra semillas para futuras entregas, jamás olvida que debe funcionar por sí sola. Cada personaje aporta a la trama sin que su presencia parezca un simple adelanto para próximas películas. Todo encaja con naturalidad, fruto del control narrativo de Gunn, quien demuestra que se puede construir un universo compartido sin sacrificar la integridad de la historia central.
Crítica social disfrazada de aventura
Superman es, ante todo, una película con mensaje, pero sin sermón. A través de sus villanos —desde Luthor hasta un dictador de estética soviética que recuerda a ciertas figuras actuales—, la cinta plantea dilemas sobre la verdad, la manipulación y el abuso de poder. Pero también hay esperanza: la creencia firme en que los actos de bondad pueden prevalecer, incluso cuando el cinismo parece dominarlo todo.
Las comparaciones con Iron Man (2008) son inevitables. Ambas películas reconfiguran un personaje clásico para responder a las tensiones de su tiempo. Superman comparte con aquella cinta el equilibrio entre el espectáculo y la reflexión, aunque aquí el enfoque es más universalista que individualista. Este no es un héroe que se responsabiliza solo de sus errores, sino alguien que carga con los problemas del mundo entero.

La recepción crítica ha sido, en su mayoría, entusiasta. Algunos señalan que el guion de Gunn podría haber profundizado más en ciertas ideas, pero la actuación de Corenswet, la dirección enérgica y la impecable banda sonora han elevado la cinta por encima de entregas anteriores del personaje. De hecho, Superman ya se posiciona como una de las versiones más valoradas por la crítica, con puntuaciones que rivalizan con las míticas películas de Christopher Reeve.
El filme no es revolucionario en términos formales, pero lo que le falta de innovación visual lo compensa con una precisión quirúrgica en el tono y la ejecución. Gunn no reinventa la rueda, pero la hace girar mejor que nunca.
Superman no busca solo entretener. Es una declaración de principios sobre la compasión, la verdad y la lucha contra la opresión, desde una industria que cambia, cambia y cambia. James Gunn ha logrado lo impensable: revitalizar al superhéroe más conocido del planeta sin caer en la nostalgia vacía ni en la superficialidad.
Lo que ofrece esta película es una mirada fresca y honesta a un personaje que, lejos de ser anticuado, se siente más necesario que nunca en un mundo donde la empatía y la verdad parecen en peligro.
Y si este es el primer paso del nuevo Universo DC, quizás, por fin, valga la pena creer de nuevo que alguien puede salvarnos. ¡Sálvanos Corenswet!
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