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Abril sigue incomodando a la monarquía sandinista. Desfiles de paramilitares y fiestas por doquier para perpetuar el encubrimiento de una masacre en Nicaragua

La "conmemoración" en cuestión evoca uno de los episodios más oscuros de la historia reciente del país centroamericano, en el que más de 350 personas, entre estudiantes, profesionales, policías y civiles desarmados, perdieron la vida en circunstancias que, para la mayor parte de la ciudadanía, representan el exceso y la violencia que marcaron los peores periodos de la represión más estremecedora en tiempos de paz.


Por Jairo Videa | @JairoVidea

Managua, Nicaragua
Una manifestación en Managua, de ciudadanos solo con la bandera de Nicaragua y cárteles contra la administración sandinista, en abril de 2018 | Fotografía de COYUNTURA por Jairo Videa
Una manifestación en Managua, de ciudadanos solo con la bandera de Nicaragua y cárteles contra la administración sandinista, en abril de 2018 | Fotografía de COYUNTURA por Jairo Videa

Ayer, martes 01 de abril de 2025, a siete años del inicio de la crisis múltiple más intensa en la historia de Nicaragua desde el nacimiento de su democracia, el régimen sandinista de Daniel Ortega y su esposa y comandataria Rosario Murillo desplegó nuevamente su aparato de represión y propaganda en varias ciudades del país centroamericano. En Managua, principalmente; también en Masaya, Jinotega, León y Rivas. Desfiles de paramilitares armados y celebraciones promovidas por el oficialismo marcaron la jornada matutina y la tarde, en un intento más por borrar y distorsionar la memoria de la rebelión social de abril de 2018. En estas actividades, organizadas por estructuras del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), la Policía Nacional y la Red de Jóvenes Comunicadores, se exaltó el papel de la administración sandinista y su narrativa "en contra de un golpe de Estado que no pudo ser", mientras se lanzaban amenazas veladas contra cualquier oposición, con la cobertura completa de los medios propagandistas. Por la noche, conjuntos musicales, bandas de rock y "actos culturales" iluminaron calles, centros municipales y algunas plazas centrales. "Qué olvidemos es la meta", dice una vecina de Carazo, quien solo ve pasar por la ventana a los motorizados y a las señoras que gritan "¡viva el Frente!", "todo el mes".


Los desfiles paramilitares no fueron simples exhibiciones de los más de 73,000 "policías voluntarios" encapuchados que forman el nuevo cuerpo militar de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Testimonios obtenidos por COYUNTURA confirman que en varias localidades los grupos armados realizan patrullajes irregulares y muestran su arsenal en zonas de alta concentración poblacional o donde los crímenes estatales se cometieron en los últimos años. "Es un mensaje directo: que nadie intente recordar Abril, que nadie proteste", dijo un ciudadano de Masaya bajo condición de anonimato, quien vio el "paseo" de una caravana con banderas del FSLN desde la rotonda Jean Paul Genie hasta la rotonda de Ticuantepe, casi 10 kilómetros de recorrido. La militarización de las ciudades principales ha sido un patrón recurrente en fechas simbólicas para la disidencia del sandinismo y la oposición política, y este año no fue la excepción.


"Las violaciones y crímenes en Nicaragua formaron parte de un plan para eliminar toda disidencia", dijo la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en su primer gran informe sobre los sucesos ocurridos tras una ola de manifestaciones contra la administración sandinista, en el Poder Ejecutivo desde el año 2007, y la instalación de un estado policial de facto desde 2019.


A siete años del estallido social que marcó un antes y un después en la historia reciente de Nicaragua, el oficialismo sigue temiendo la memoria de abril. "Cada conmemoración, cada año que pasa, se convierte en un campo de disputa entre el recuerdo de la resistencia pacífica y la imposición del olvido por parte del orteguismo-murillismo. Pero, como han demostrado los exiliados y la resistencia interna, silenciada pero viva, la memoria no se borra con desfiles, más armas o con discursos", señaló una socióloga, politóloga y defensora de los derechos humanos, quien "vive en la clandestinidad" porque su trabajo "es contrario al ácido desoxirribonucleico del FSLN y la familia Ortega Murillo".


En el corazón de la capital nicaragüense, en abril del año 2018, un cártel que es sostenido por un ciudadano dice "que se vayan" | Fotografía de COYUNTURA por Juan Daniel Treminio
En el corazón de la capital nicaragüense, en abril del año 2018, un cártel que es sostenido por un ciudadano dice "que se vayan" | Fotografía de COYUNTURA por Juan Daniel Treminio

En los últimos años, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, mientras reforzaba sus vínculos con Honduras, Rusia, Venezuela, Cuba e Irán, ha implementado una serie de reformas constitucionales, legales e institucionales que han consolidado su control familiar sobre Nicaragua. En 2024, se aprobó una reforma que estableció la figura de la "Copresidencia", otorgando a Murillo el mismo estatus que Ortega y permitiendo una sucesión dinástica en el poder, con una nueva Constitución. Además, se crearon "regímenes especiales de desarrollo", zonas con legislaciones opacas destinadas a atraer inversiones extranjeras, especialmente de China. Estas modificaciones han eliminado la separación de poderes y han otorgado al Ejecutivo un control total sobre las instituciones del Estado.​


La represión contra opositores, periodistas, científicos, familiares de víctimas y críticos políticos se ha intensificado y diversificado. En diciembre de 2024, tras casi 20 meses de cambios legislativos y más de 20 reformas de diversa naturaleza, la Asamblea, sin oposición o discusión parlamentaria, reformó la Ley General de Migración y Extranjería para legalizar la negativa de entrada o salida del país a ciudadanos considerados adversarios del Estado, formalizando así los destierros y restricciones migratorias más severas de Centroamérica. Estas acciones han sido denunciadas por organismos internacionales, como la ONU y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH), que han señalado la comisión de posibles crímenes de lesa humanidad por parte del régimen, y el desacato constante de Ortega y Murillo en sus "funciones estatales".


En el ámbito internacional, Nicaragua ha fortalecido sus relaciones con China, buscando inversiones en sectores como la minería, la carnicería, el agro y proyectos de infraestructura. Sin embargo, la dependencia económica del país en áreas como las remesas, inversión extranjera y la exportación de oro persiste. El proyecto del Gran Canal Interoceánico, que pretendía conectar el océano Pacífico con el mar Caribe, fue abandonado debido a problemas financieros y controversias ambientales, aunque el sandinismo sigue buscando una apuesta "certera" para el "sueño de Sandino".


En lo político, la "revolución" Ortega-Murillo no solo resiste, sino que se refuerza cada día desde la Asamblea Nacional, las cortes de justicia, los puestos fronterizos y las relaciones comerciales. A medida que las relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea se deterioran, Ortega se aferra a gobiernos autocráticos y represivos como Venezuela, Rusia, Honduras, El Salvador e Irán, reforzando la percepción de que Nicaragua se convierte en un paria internacional. Las tensiones con los países vecinos aumentan, especialmente con Costa Rica y Guatemala, que experimentan un éxodo constante de nicaragüenses que huyen del autoritarismo y la desgracia. Mientras tanto, la monarquía sandinista sigue consolidando su poder con mano dura, fiestas, color y utilizando la retórica de la "soberanía nacional" para justificar los destierros masivos, los crímenes impunes y las reformas constitucionales, mientras sus operadores políticos, nacionales y municipales, afinan y defienden, cada día, el andamiaje de represión que sostiene su permanencia en el poder.


Transcripción del discurso de Rosario Murillo, del martes 01 de abril de 2025, a siete años de la insurrección cívica de 2018 en Nicaragua:

"Siete años desde las masacres. Siete años desde las imperdonables noches y días de terror. Siete años desde la traición suprema a la Patria y al pueblo. Siete años desde el ataque injustificable del odio, la crueldad, y la ambición. Siete años del intento de asesinar la paz. Siete años de explosiones del más grotesco servilismo a los imperialistas de la Tierra. Siete años y el pueblo luchó, como siempre, para vencer. Siete años y seguimos siendo el pueblo invicto, victorioso, de nuestros valientes caciques originarios; de nuestros héroes; de Andrés, Zeledón, Sandino, Carlos, Tomás, Daniel... Siete años y no pudieron, ni podrán, jamás.


Siete años y aquí reina la paz, que es la gran victoria, el gran triunfo de las familias nicaragüenses. Para seguir, siempre más allá, venciendo la pobreza, y todas las formas de escandalosa miseria. Siete años y los cuchillos largos y demenciales, de los infieles y cobardes, de la ignominia, el oprobio y la desvergüenza, se han venido enterrando en su propia carne. Siete años y la delincuencia, el crimen organizado, de los lacayos y diablos pro-imperialistas, fueron derrotados por el gran espíritu, nicaragüense, revolucionario y evolucionario, valiente y digno, amante de la concordia y de nuestro derecho al trabajo, la seguridad, la paz, y el bienestar. Ese gran espíritu, se impuso sobre la masacre, planificada, financiada y dirigida por la maldad.


Siete años de la profanación y la perversión brutal... y todos los depravados que pretendieron imponer maraña y saña, fracasaron estrepitosamente. Fueron vencidos por el amor, por la fe y la esperanza de un pueblo cristiano, revolucionario, fraternal y solidario. Un pueblo generoso y bondadoso, con ideas y prácticas de justicia y paz, enseñanzas de Cristo Jesús, redentor del mundo. Los pérfidos fueron vencidos, porque Dios nos acompaña.


A siete años de la bestialidad, organizada y también dirigida e impuesta desde algunos templos, por demonios, sacrílegos y mentecatos al servicio del infierno, hoy habitamos el país que queremos, que merecemos y que defendemos, nuestra Nicaragua siempre libre, bendita, bendecida con la fuerza del amor, que todo puede, y todo vence.


Siete años y Satanás retrocedió ante la fortaleza y los caminos del verdadero cristianismo, del socialismo, la hermandad y la solidaridad. A siete años de la ignominia, el pueblo unido que nunca ha sido vencido, va adelante, proclamando que Nicaragua es noble, libre, digna, soberana, alegre y llena de luz".


 

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