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La barbarie consume a la niñez en Nicaragua

No podemos permitir que el miedo y la decadencia se normalice en nuestras casas y barrios. No podemos acostumbrarnos a solo ver las noticias y pasar la página. La protección de nuestros pequeños no es solo una responsabilidad de las autoridades; es un compromiso ineludible de cada vecino, de cada tía, de cada abuelo, de cada padre y madre. Porque la ausencia también mata.


Cartas a la Dirección | @CoyunturaNic

Managua, Nicaragua
Fotografía ilustrativa de COYUNTURA
Fotografía ilustrativa de COYUNTURA

Les escribo no para reprocharles, sino para hacer un llamado desgarrador desde lo más profundo de mi ser, como madre que soy y que ve con terror cómo la indiferencia, la bestialidad y la crueldad se arraigan en la sociedad nicaragüense. Recientemente, una noticia que, si bien no cubrieron directamente, resuena con una frecuencia cada vez más alarmante en nuestro país: el brutal asesinato de A.N.M.G., una niña de apenas 12 años de edad, a manos, presuntamente, de personas cercanas a ella. Su cuerpo hallado semienterrado en Chichigalpa es una herida abierta para su familia, y debería serlo también para la conciencia de todas y todos.


Mi corazón de madre, hija y hermana se estruja al pensar en la madre y abuela de A.N.M.G., en sus amiguitas, en su quebranto, en su terror. Un pánico que muchas compartimos todos los días al ver cómo la inocencia de nuestras hijas es arrebatada, no en rincones lejanos, sino en nuestros propios barrios, a veces por quienes menos esperamos, sin auxilio de nadie. Esta no es una carta de reclamo al medio, sino un grito desesperado a nuestra propia sociedad, a las comunidades que nunca han sido refugio, a las familias que deberían ser el primer bastión de protección.


¿Qué nos está pasando, Nicaragua? ¿Por qué estamos permitiendo que la violencia se normalice, que el silencio cómplice nos envuelva? No podemos seguir mirando hacia otro lado cuando la vida de una niña se apaga de la manera más cruel. No basta con lamentarse, con condenar en las redes sociales. Es momento de que cada uno, desde su trinchera, asuma su responsabilidad.


Hace algunas semanas, publicaron un "Manual esencial para combatir la violencia contra mujeres, adolescentes y niñas en Centroamérica". Una iniciativa loable, sin duda, pero que parece haber quedado en el papel, con poca resonancia en la práctica. Y es que, si bien son fundamentales las guías y los recursos, lo que realmente necesitamos es acción, compromiso y una profunda autocrítica como sociedad.


Es necesario que cada padre, cada madre, cada tío, cada vecina, cada líder comunitario, se pregunte qué está haciendo para proteger a los más vulnerables, e incluso lo qué hace por evitar que la salvajada impregne su alma y hogar. ¿Estamos educando a nuestros hijos e hijas sobre el respeto, sobre sus derechos, sobre la importancia de alzar la voz, de protegerse y correr en un mundo que te persigue? ¿Estamos prestando atención a las señales, por mínimas que sean? ¿Estamos creando entornos seguros en nuestros hogares y comunidades?


La tragedia de A.N.M.G. es un recordatorio doloroso de que el "manual" de prevención debe vivirse y respirarse en cada hogar, en cada escuela, en cada calle. No podemos esperar a que los casos se esclarezcan en los tribunales; debemos actuar antes, desde la prevención, desde la educación, desde la solidaridad, desde aprender a defenderse. Es hora de dejar de proteger a los agresores por lazos de sangre o vecindad y empezar a proteger, con uñas y dientes, a quienes son el futuro de nuestra nación.


Hago un llamado a que su valioso medio siga abriendo espacios para esta conversación incómoda pero urgente. Que las historias de estas pequeñas víctimas no queden en el olvido, y que cada una de ellas sea un impulso para que despertemos y actuemos. La protección de nuestra niñez es una tarea de todos, una que no podemos ni debemos postergar más.


A nuestra Redacción llegó la presente carta de opinión que interpela a la sociedad nicaragüense tras la lamentable desaparición y asesinato de una niña. Un caso que ha generado gran consternación y en el que la Policía Nacional ya ha detenido a tres implicados, incluidos dos tíos de la víctima. La identidad de la remitente, una lectora habitual de nuestros contenidos, se ha resguardado por motivos de seguridad.


En COYUNTURA, cada noticia y día de trabajo es un acto de valentía respaldado por personas, procesos, fuentes, documentos y perspectivas confiables, contrastadas y diversas, aunque muy a menudo debemos proteger la identidad de quienes informan y/o comentan. Pero la censura, la crisis económica y los obstáculos estatales y de seguridad no detienen a nuestra Redacción; seguimos informando con determinación, desde Centroamérica. Si has sufrido violaciones a tus derechos por un Estado centroamericano, o si quieres contar una historia, contáctanos a través de direccion@coyuntura.co o mediante la burbuja de mensajes en la parte inferior del medio.


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