Ricardo Zambrana: "Tiene que haber un límite. Tiene que haber una línea roja"
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Ricardo Zambrana: "Tiene que haber un límite. Tiene que haber una línea roja"

Desde que renunció a su trabajo como presentador de la revista Primera Hora en el ahora oficialista Canal 2, el cineasta y productor Ricardo Zambrana ha dedicado su tiempo y esfuerzos a la causa de la libertad de Nicaragua, desde sus redes sociales y su condición de exilio.


En esta entrevista a profundidad, Zambrana manifiesta su preocupación por el discurso ideológico de algunos grupos políticos, como por la disyuntiva de si participar o no en el proceso electoral. A su vez, propone formas de alimentar la esperanza de libertad y acciones para los liderazgos de la oposición, periodistas y exiliados, en medio de la actual ola represiva en Nicaragua.



¿Qué interpretación merece el discurso que dio Ortega el pasado miércoles?


"Un saludo a William Walker. Eso fue lo que vi. El análisis del discurso de Ortega es el mismo de siempre. De alguna manera esperamos que diga algo nuevo, no necesariamente algo bueno, sino algo relevante con respecto a la coyuntura. Pero él solo se limita a dar opiniones muy bajas y las acusaciones que ya conocemos. Es un disco rayado.


A pocos meses de lo que debería ser una elección democrática; 20 nuevos presos políticos, aparte de los 120 que ya estaban; en este caso son figuras y liderazgos de la oposición y precandidatos presidenciales. Evidentemente su discurso lo que hace es decirle a todo el mundo 'yo hago lo que quiero', 'yo soy el que manda', 'al que se oponga le va a ir mal'.


Se muestra como una persona con control de la situación. Tienen control del país, evidentemente, pero no sé qué tanto control pueda tener o lo que pueda suceder en un futuro cercano".


¿Este discurso se alinea con el del 11 de enero, en donde dio un preámbulo de lo que viene para el 7 de noviembre?


"Es el mismo discurso de 'yo aquí mando', 'yo voy a hacer lo que yo quiera'. En enero él no se refería a un diálogo en el que se sentará a negociar o resolver cómo salir de la crisis política, social y económica. No. Lo que quiso decir fue: 'bueno, ustedes ya saben que estas

elecciones las voy a ganar yo, y después de las elecciones lo que vamos a hacer es sentarnos para ver si ustedes me dejan de molestar, para que regresemos donde estábamos antes de abril 2018'.


Desde aquél discurso del 30 de mayo, en el que dijo 'aquí nos quedamos todos', ha sido para dejar claro que él hace lo que quiere. No cambia nada. Su estrategia siempre fue la misma: neutralizar a sus oponentes.


Pese a que la presión internacional ha sido efectiva, no va a ser lo suficiente mientras no exista una presión interna. La gente tiene más miedo, se desesperanza más y actúa menos. Entonces, él mantiene y eleva su tono de que 'él es que manda'".


¿Es viable participar en un proceso electoral con estos antecedentes?


"Hace un par de semanas tuve la oportunidad de charlar con Félix Maradiaga, Juan Sebastián Chamorro y George Henríquez. Me acuerdo que hubo una pregunta sobre la estrategia de resistencia ciudadana, de resistencia cívica, y, cuando abordamos el tema de

de cómo garantizar elecciones libres, todos sabemos que somos mayoría. Aunque los nicaragüenses no confían en un partido político en particular ya sabemos que si un partido se planta contra Ortega todo el mundo va a ir a votar por ese partido.


Es verdad que la elecciones son importantes, pero no podemos darle la impresión a Ortega de que nosotros vamos a participar independientemente de las condiciones, pase lo que pase, hagan lo que hagan. Ortega lo que pensaría con eso es que no hay consecuencia sobre acciones. Tiene que haber un límite. Tiene que haber una línea roja.


Ciertas agrupaciones políticas no han puesto una línea roja. Lo único que se limitan a decir es 'queremos elecciones, queremos libertad', pero ¿cómo? Lo que te están diciendo es que: 'hagas lo que hagas, nosotros vamos a estar ahí en las elecciones'".


¿Cuál sería la alternativa?


"Hay dos maneras de ver esto. La primera es que hay que ir a lecciones, porque son la única vía pacífica y democrática que tenemos para salir de la dictadura. La otra parte es que si te prestas a ese juego, estas legitimando un proceso que desde hace mucho tiempo no es legítimo.


Yo no te sabría decir de que nos sirve a nivel práctico, a corto, mediano y largo plazo el no ir a elecciones. Lo que sí sé es que Ortega está diciendo que, independientemente de lo que pase, se va a robar las elecciones.


¿Hacemos el intento de evitarlo con todo el riesgo que hay, con toda la represión, con todo el peligro? O, ¿no nos arriesgamos? O nos arriesgamos más bien a una estrategia de boicotear esto.


Tomando en cuenta el caso de Venezuela, la gente fue por ese camino y ahí está Maduro. Deslegitimaron las elecciones, nadie lo quiere, está aislado, pero ahí está, en el poder. Pero Nicaragua no es Venezuela. Un aislamiento para Nicaragua sería desastroso a nivel económico. ¿Quién pierde más? ¿Cuál es el costo? ¿A que costó quiere Ortega mantenerse en el poder?".


¿Se descarta protesta y movilización?


"Imagínate que saliera toda la gente. Que volviera todo el fervor de abril y la gente saliera. Evidentemente hay represión y pueden haber muertos, más gente en las cárceles. Eso nadie lo quiere. Ya nadie quiere que la gente muera por esta dictadura. Pero si no hacemos nada tendremos 5 años más de dictadura y eso significa que más gente va a ir a la cárcel y más gente puede morir por represión, por mal manejo de la pandemia, por lo que sea.


Ese análisis es complejo. Súmale a todo eso que en El Carmen, esas dos personas (Daniel Ortega y Rosario Murillo), están actuando en contra de cualquier tipo de lógica y en contra de cualquier predicción. Solo ellos en su cabeza tienen idea de la estrategia; no se la cuentan a nadie, no confían en nadie.


Es difícil llevar la jugada delante de ellos, porque Ortega es un ajedrecista político. Él no cuenta con la reacción de un pueblo harto y tampoco lo sabe manejar. Por ahora la gente se está cuidando y resguardando por temor. Es entendible".


¿Encaja el discurso de la "ideología" en este escenario tan complejo?


"Hay personas que tienen un sesgo político sumamente peligroso. Ortega no es un Gobierno ni cristiano, ni socialista, ni de izquierda. No representa a la izquierda, ni a la derecha. Lo que Ortega representa es autoritarismo y tiranía. Decir que la lucha es de la derecha contra la izquierda es una manera muy errónea de analizar lo que está pasando.


Mantener ese discurso es agarrar de enemigos a un montón de gente que está de tu lado, en contra de la dictadura. Hay algunas agrupaciones políticas en Nicaragua que son consideradas de izquierda, que han sido firmes contra la dictadura desde hace más de 15 años. No se piensa en todos los votantes que se consideran de izquierda y están muy en contra de Ortega.


Esta pureza ideológica revela que para algunas personas lo que importa no es salir de la dictadura, sino obtener algo y salir como los correctos. La verdadera oposición es la que quiere salir de la dictadura, independientemente de que sea sandinista, arbolista, somocista, lo que sea. El discurso ideológico beneficia a la dictadura, no contribuye a la unidad. No inspira. Debilita. Es ridículo, absurdo e innecesario".


¿Se está "cubanizando" a Nicaragua?


"Yo creo que no. En la comparación con Cuba y con Venezuela uno puede encontrar similitudes, en aspectos de totalitarismo, pero son tres sistemas muy diferentes. Nicaragua todavía no es un país comunista, pues en Cuba el Estado controla absolutamente todo el comercio y desde hace muchísimos años la oposición ha sido neutralizada; han aprendido a convivir con el sistema, aunque todo el mundo se queje. Pero no se ha visto un levantamiento popular como en Nicaragua. La gente en Nicaragua tiene otro tipo de filosofía con respecto a la protesta.


El nicaragüense tiene un sentido de protesta muchísimo más activo, lo hemos demostrado. Cuando el nicaragüense está harto, el nicaragüense actúa, confronta y lucha. Sin embargo, si el nicaragüense ahorita toma la decisión de mejor callarse y no hacer nada y nunca decir nada, de aquí a unos años, sin duda, vamos a tener un sistema al nivel del totalitarismo de Cuba. Pero estoy seguro que los nicaragüenses no vamos a llegar ahí".



¿Qué deben hacer quienes aún no han sido capturados por el régimen?


"Que estén atentos y que se cuiden. Es muy lamentable pensar en la idea de que personas cercanas, conocidas o que admiras estén en una condición de total ausencia de libertad, o de no saber si están vivas. Es más lamentable de pronto darte cuenta de que esa es una realidad, que las intenciones de Ortega sean desesperanzar y atemorizar.


Hay gente que mantiene la lucha y no se deja amedrentar. Los familiares de los presos políticos, las madres de abril. Hay enormes razones para luchar dentro y fuera, por eso no hay que dejar de denunciar. No se puede pasar la página. Es una inmensa mayoría la que quiere que esto se termine. Lo peor que podemos hacer es no hacer nada, y hacer algo no quiere decir que hay que arriesgar el pellejo".


¿Cómo se alimenta la esperanza en un contexto tan cruel como este?


"La esperanza no creo que dependa del terror que estamos viviendo. La esperanza depende de la capacidad que tenemos como país de enfrentar este problema, y de saber que vamos a salir de él. Tarde o temprano el sandinismo va a caer, y va a caer por su propio peso. Va a caer porque toda dictadura cae. No sabemos si va a ser en noviembre, en el 2022 o el 2026.


La gente tiene mucho más poder del que cree, sin necesidad de armas, tanquetas, bazucas. No vamos a confrontarnos con nadie de forma armada. En el 2018 se desechó ese proyecto de Ortega. Evidentemente él se mantiene en el poder, pero la historia lo va a condenar. Su proyecto ya fracasó. El Gobierno que tienen ahorita es improvisado y a punta de fuerza. Tienen a la inmensa mayoría del país en contra, y no solo al país sino al mundo".


Y, ¿el periodismo del país?


"De todo corazón, mi enorme solidaridad, admiración y respeto por los periodistas en Nicaragua. Del periodismo va a depender mucho la forma en la que nosotros podamos llevar este problema en los próximos meses. Uno siente la ausencia de los periodistas. Se siente la ausencia de Miguel Mora, de Miguel Mendoza. Uno siente la ausencia de los candidatos y sus discursos, análisis e interacciones.


No me siento con el derecho moral de pedirles o decirles algo sabiendo que yo no estoy allí, pero les he admirado y espero que sigan haciendo lo que están haciendo, y que de forma creativa e ingeniosa se mantengan activos. Con fuentes anónimas, ni modo, pero que se mantengan activos. Que se logre por lo menos seguir visibilizando el terror. Estoy animando a que el público muestre interés en buscar la información, no hay que ignorar lo que está pasando, porque estamos frente a un problema que nos compete a todos".


¿Desde el exilio?


"Que quienes podamos denunciar desde fuera, denunciemos. Desde que yo renuncié a Canal 2 casi que el noventa y siete o noventa y ocho por ciento lo dedico al tema de Nicaragua y la lucha. Muy poco publico de mí. Uso mis redes a favor de la lucha por la libertad en Nicaragua y creo que muchas personas también están tomando ese camino, y me alegra ver que la mayoría de ellos son personas que, aún tratando de hacer su vida afuera, no dejan de estar pendientes de Nicaragua, no dejan de preocuparse, no dejan de denunciar.


Es excelente el trabajo que hace la diáspora organizada, que apoya con toda la presión internacional, que denuncia ante la comunidad internacional, que hace plantones en diferentes ciudades del mundo y que permiten que los medios de comunicación, entidades, instituciones y organismos estén claros de lo que está pasando en el país. Se necesita ayuda y atención. Se ha sentido el interés y la notoriedad en estos días".


¿Te vez ejerciendo la política en algún momento de tu vida?


"Noooo... (Ríe). Mejor no contesto 'no'. Lo que te puedo decir es que ahorita no me interesa. Ahorita la política la veo sumamente contaminada. Va a ser muy difícil meterse en la política por lo pronto. No quiero ser afectado por querer hacer las cosas bien, o salir corrompido, por así decirlo, por seguir haciendo las cosas como siempre.


No me veo para nada en la política. No sé de aquí a cinco o diez años, pero lo mío es lo audiovisual. Todo lo que tenga que ver con contar historias con imágenes y sonidos".

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