Centroamérica conmemora el Día Internacional del Trabajador entre protestas, demandas y silencios abrumadores
- Jairo Videa
- hace 13 horas
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Pese a sus diferencias políticas, históricas y sociales, los países de la región convergen en un reclamo común: trabajo digno. No es una fecha conmemorativa cualquiera, sino un termómetro civil e institucional que revela las profundas desigualdades estructurales de una franja marcada por el desempleo, la informalidad, la persecución sindical y la exclusión económica.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Tegucigalpa, Honduras

Este jueves 01 de mayo de 2025, Día Internacional del Trabajador, miles de personas tomaron las calles en diversos países de Centroamérica para conmemorar una fecha histórica marcada por la lucha obrera. Sin embargo, la efervescencia popular contrasta con el silencio impuesto en Nicaragua, donde el oficialismo ha desactivado sistemáticamente toda manifestación que escape a su control, incluso aquellas que solía encabezar en décadas pasadas.
El primero de mayo no es una celebración vacía: es el eco de una gesta que inició hace 139 años en Chicago, Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.). En 1886, decenas de miles de trabajadores iniciaron una huelga masiva para exigir la jornada laboral de ocho horas. La represión estatal dejó un saldo de muertos, heridos y cinco sindicalistas ejecutados. Sus nombres –Albert Parsons, August Spies, Adolph Fischer, George Engel y Louis Lingg– se convirtieron en símbolos del sacrificio por los derechos laborales.
Ese legado cruzó continentes y hoy es parte del calendario oficial de más de 80 países. En América Latina, la fecha tiene una resonancia particular por el carácter desigual de sus economías, el predominio del empleo informal y la fragilidad de los derechos laborales. Centroamérica no es la excepción. Por el contrario, quizás es la mancha más oscura en el continente.
Honduras: 71 años después de la huelga bananera, los reclamos se reactivan
En Honduras, las movilizaciones fueron masivas, con casi 10 ciudades registrando encuentros y cánticos sociales, según monitoreo de COYUNTURA. Diversos sindicatos y colectivos ciudadanos salieron a las calles para conmemorar no solo el Día del Trabajador, sino también los 71 años de la histórica huelga bananera de 1954, una de las más importantes de América Latina, que forzó a compañías transnacionales como la United Fruit Company a reconocer los derechos sindicales en el país.
Este 2025, los reclamos giraron en torno a la precariedad del mercado laboral. El Sindicato de Trabajadores de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (STENEE) denunció la tercerización de áreas técnicas, despidos arbitrarios y violaciones a la negociación colectiva. "Exigimos respeto, estabilidad laboral y que se frene la represión sindical", afirmó Miguel Aguilar, dirigente del STENEE.
El magisterio también se hizo sentir. José San Martín Troche, representante del Colegio Profesional Superación Magisterial Hondureño (COLPROSUMAH), criticó la reforma jubilatoria que eleva los requisitos de edad y años de servicio: "maestros mueren sin alcanzar el retiro digno".
En paralelo, la Oficina del Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) emitió un llamado al Estado hondureño para garantizar condiciones de trabajo seguras, especialmente en sectores como maquilas, agroindustria, trabajo doméstico y empleo informal, que concentran vulnerabilidades estructurales.
Por su parte, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) publicó un Boletín de Mercado Laboral que lanza una alarma: el desempleo afecta actualmente al 5.2 % de la Población Económicamente Activa (PEA), es decir, más de 205,000 personas, y podría elevarse al 7.2 % a finales de 2025 si no se adoptan políticas públicas de contención. "No hay nada que celebrar con estas cifras”, expresó Yeny Antúnez, oficial de política económica del COHEP.
El Salvador: protestas contra despidos masivos y represión sindical
En El Salvador, las manifestaciones estuvieron marcadas por una fuerte crítica a la segunda administración consecutiva de Nayib Bukele, reelegido en medio de denuncias de debilitamiento institucional. El Movimiento por la Defensa de los Derechos de la Clase Trabajadora (MDCT) denunció despidos arbitrarios de más de 35,200 empleados públicos durante sus dos periodos de gobierno y exigió el reintegro de 455 líderes sindicales cesados, además de indemnizaciones para trabajadores de maquilas y empresas de seguridad privada.
Las consignas de este primero de mayo no solo exigieron condiciones dignas de empleo, sino que también denunciaron la persecución de voces críticas y la erosión de derechos laborales en un contexto de concentración de poder y ausencia de diálogo social. La movilización arrancó en la Plaza Divino Salvador del Mundo y concluyó frente a la Plaza Gerardo Barrios, epicentro tradicional de las manifestaciones sindicales.
Bukele ha puesto el foco casi exclusivo en la seguridad desde que asumió el poder, relegando temas fundamentales como la economía, el desarrollo social y la educación de calidad. Su discurso, que se ha centrado en la guerra contra las pandillas, ha eclipsado cualquier mención significativa sobre cómo enfrentar la pobreza o las políticas necesarias para fomentar el crecimiento económico en el largo plazo. De hecho, su administración ha invertido enormes recursos en la militarización y en el control del crimen, pero ha dejado en segundo plano las políticas públicas que deberían impulsar un desarrollo sostenible. Recientemente, el presidente ha tomado decisiones polémicas, como la recepción de migrantes y criminales deportados de EE.UU., lo que añade una nueva capa de incertidumbre sobre las prioridades de su gabinete en cuanto a bienestar social y seguridad a nivel regional.
Costa Rica: una tradición centenaria que exige modernización del agro y empleos del futuro
En Costa Rica, la conmemoración del Día del Trabajador cumple 112 años desde su primera celebración en 1913, cuando figuras como Omar Dengo y Carmen Lyra organizaron la primera marcha obrera en San José. En la actualidad, el país centroamericano mantiene un sistema democrático con instituciones laborales más robustas que el resto de la región, pero enfrenta desafíos de fondo. Aunque el papel de las y los trabajadores es excepcional hasta ahora, sigue existiendo la necesidad de una reforma educativa, modernización del agro y creación de empleos para el futuro.
La agricultura debe volver a ser una opción de vida digna y sostenible. Se necesita una revolución del conocimiento, que prepare ciudadanos críticos, creativos y comprometidos. Aunque las condiciones laborales son relativamente mejores, el país no está exento de problemáticas como la automatización de empleos, el aumento del trabajo informal y la dificultad de acceso de las y los jóvenes al primer empleo, o a condiciones que permitan el desarrollo, no solo la sobrevivencia.
Guatemala: exigencias por condiciones dignas y respeto sindical
En Guatemala, diversas organizaciones laborales también salieron a las calles hoy jueves para exigir salarios justos, el respeto a los derechos sindicales y el fin de la criminalización del trabajo informal. Desde la capital hasta zonas rurales, el grito común fue la exigencia de una política de empleo digna y equitativa, en un país donde más del 70 % de la fuerza laboral trabaja en el sector informal, según datos del Instituto Nacional de Estadística, teniendo en cuenta que hace algunas semanas el Congreso Legislativo se aprobó un aumento salarial sin precedentes, de más del 100 %, ilustrando la desigualdad entre la clase política, los grandes capitales y la ciudadanía "común".
Los sectores agrícolas, docentes y de salud participaron activamente, señalando la precariedad de sus condiciones y la necesidad de aumentar la inversión social. La ausencia de una política laboral integral que regule y fiscalice a las grandes empresas transnacionales fue también uno de los ejes de crítica.
Periodistas, el sector construcción, emprendedores y artistas también exigieron esta semana más plazas laborales, oportunidades estatales, financiamiento y crédito, excepciones fiscales y fomento de la educación económica.
Nicaragua: un silencio que retumba
Mientras el resto de Centroamérica se moviliza, Nicaragua se mantiene en completo silencio, un contraste que no pasa desapercibido. El país capturado desde 2007 por Daniel Ortega y su esposa y ahora comandataria Rosario Murillo, del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), no solo ha reprimido protestas sociales desde el año 2018, sino que ha cooptado y desmantelado los sindicatos independientes, al sector civil, a la empresa privada y a los bloques colegiados, obligando a la ciudadanía a una parálisis forzada.
Paradójicamente, el FSLN fue uno de los principales motores de las marchas obreras en décadas anteriores. Hoy, bajo su mismo mando, los espacios para la protesta han sido clausurados, y los trabajadores carecen de instancias independientes para hacer valer sus derechos.
Organismos internacionales han denunciado que en Nicaragua no existe libertad de asociación sindical, ni derecho efectivo a la protesta, en abierta violación de convenios internacionales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Los pocos sindicatos que sobreviven están alineados por completo al régimen sandinista, funcionando como brazos de control y no de reivindicación obrera.
Es más. Para conmemorar esta fecha, Ortega y Murillo se reunieron la noche de ayer, miércoles 30 de abril de 2025, con todo su aparato militar, policial, parapolicial e institucional, en un acto en el que evocaron la figura de Tomás Borge Martínez. En su discurso, atacaron al presidente de EE.UU., Donald Trump, mientras intentaban, una vez más, borrar la memoria histórica sobre los crímenes cometidos por el Estado nicaragüense en los últimos años. Estos actos, considerados violaciones de lesa humanidad por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), continúan siendo ignorados por el régimen, que prefiere reinterpretar la historia y mantener el control sobre la narrativa oficial, desestimando las denuncias internacionales y el sufrimiento de las víctimas.
Entonces, el Día Internacional del Trabajador en Centroamérica es, más que una conmemoración, una radiografía del estado actual de los derechos laborales. Mientras en países como Costa Rica, Honduras, Guatemala y El Salvador la clase trabajadora sigue tomando las calles para defender sus derechos —a veces con más posibilidades, a veces en franca resistencia—, Nicaragua se hunde en un silencio alarmante que borra del espacio público cualquier atisbo de disidencia obrera.
La región sigue arrastrando deudas históricas con quienes sostienen la economía desde abajo: precariedad, informalidad, represión y falta de acceso a una vida digna son problemas transversales. Pero también es cierto que la memoria de Chicago y de las luchas propias —como la huelga bananera de 1954 o los sindicatos postguerra civil— siguen vivas, convocando cada 01 de mayo a miles de personas que no se resignan al olvido, con el apoyo estatal o no.
Porque, como recuerda la historia, ningún derecho fue regalo. Todo se conquistó luchando.
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