Instituido originalmente en 1940 durante el régimen dictatorial de Anastasio Somoza García, el Día de las Madres en Nicaragua desde 2018 tiene una connotación diferente, un nuevo sentido colectivo. Un esfuerzo de memoria histórica que el régimen de Daniel Ortega también pretende erradicar a toda costa.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua
Eran más de tres kilómetros, desde la Rotonda Jean Paul Genie hasta la Avenida Universitaria en Managua. Una ola de cantos, consignas, pancartas y esperanza, que se extendía como sistema cardiovascular por las vías aledañas, pintando de azul y blanco la vertebra de la capital nicaragüense. Un 30 de mayo, de 2018, el primer día de luto nacional de esta época. El Día de las Madres en Nicaragua.
Para entonces, las organizaciones de derechos humanos en el país, que hoy no cuentan con personerías jurídicas para ejercer libremente su trabajo, contabilizaban 90 víctimas mortales y cientos de heridos a raíz de la descontrolada e injustificada represión policial y paramilitar del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Sangre y dolor que causó la solidaridad de la ciudadanía con las madres que habían perdido a sus hijos hasta ese momento. Una muestra masiva de que a partir de ese año, en ese fecha, no hay nada que celebrar.
Las consignas retumbaban en toda Carretera a Masaya, como el volcán Mombacho o el San Cristobal cuando surgieron del silencio. Y Managua, aquella linda Managua, que llevaba varias semanas atrincherada y con olor a azufre, bendijo la marcha con un día primaveral, que mezclaba el verde de los árboles con las pancartas que exigían la renuncia de Ortega, autor intelectual de crímenes de lesa humanidad y de la masacre de aquel miércoles en el país.
19 fueron los nicaragüenses asesinados en la llamada "Madre de todas las Marchas" en Managua y en otras manifestaciones realizadas de forma simultanea en Masaya, Estelí y Chinandega ese 30 de mayo. Ciudadanos que, según el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) para Nicaragua, perdieron la vida debido a "ataques armados perpetrados en forma directa por la Policía Nacional y por personas de civil que actuaron junto a los efectivos de esa fuerza", controlada por el orteguismo. Entre esas víctimas estaba Francisco Javier Reyes Zapata.
Francisco Javier Reyes Zapata
Managua
34 años de edad
Asesinado por un francotirador en las inmediaciones de la UNI
Era comerciante
Tímido, reservado y amoroso. Así era él, según relata a COYUNTURA su mamá, Guillermina Mercedes Zapata, a cuatro años de su asesinato y sin ninguna investigación que esclarezca los hechos de su muerte. Se dedicaba al comercio y ese día se encontraría con su progenitora para participar juntos en la multitudinaria manifestación en Managua. Una reunión que no pudo ser.
A Francisco le gustaba jugar fútbol, pero ese fatídico día se tuvo que enfrentar a la rabia de Ortega y su secuaces, quienes al parecer planearon la masacre con anticipación. Dos días antes de su muerte, Gustavo Porras, presidente de la oficialista Asamblea Nacional, instó públicamente a los simpatizantes del Frente Sandinistas de Liberación Nacional (FSLN) a "tomarse las calles" el mismo día de la manifestación convocada en respaldo a las "Madres de Abril", aquellas mujeres que perdieron un pedazo de su vida desde abril de 2018, de las cuales ahora lamentablemente doña Guillermina forma parte.
Las declaraciones de Porras constituyeron un llamado para atentar contra la vida de los manifestantes, a quienes les llamó "delincuentes", "golpistas" y "agentes de la derecha".
Doña Guillermina, quien se encontraba en la Rotonda de Metrocentro cuando la gran marcha llegaba a la zona entre la Universidad Centroamericana (UCA) y la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), no quiso avanzar por temor. Su "instinto maternal" se lo impedía. Hoy, cree que sí lo hubiera hecho habría visto en persona a su hijo ser movilizado por el "Colocho" en una motocicleta, malherido y agonizando, como lo muestran las lacerantes imágenes de su traslado frente a la UNI, con la masa encefálica expuesta y con su último aliento en el pecho.
"Sí así, solo viendo los vídeos no se me olvida la imagen de él pasando en la moto, no me imagino como sería si lo hubiera visto de frente. Me quedó grabado en la mente como si hubiera sido ayer", asegura entre lágrimas doña Guillermina, quien también es madre de otros tres varones. Fue precisamente uno de ellos que recibió la llamada en la que se le informaba de la muerte de Francisco, quien llegó sin vida al Hospital Bautista en la capital nicaragüense.
"Para mí ha sido bien duro perder a mi hijo, y más en la forma en la que me lo asesinan. Los primeros meses después de mayo viajaba en el bus de Rivas e iba en un mar de llanto, recordando que no iba montada con él", repasa doña Guillermina.
Ahora el cuerpo de su hijo yace en el Cementerio Milagro de Dios en Managua. Hijo de padre policía. Un apasionado de las montañas y el senderismo, según relata su mamá.
Aquel fatídico día al frente de la manifestación se encontraban las madres que ya habían perdido a sus hijos, aglutinadas en la Asociación Madres de Abril (AMA). Con flores, de negro y recibiendo el aliento de toda la nación. Agotadas, pero no vencidas. Unidas, con una sola voz, exigiendo justicia para las víctimas.
Cuando la gran marcha llegó a la Avenida Universitaria y en los alrededores de la UCA y la UNI llovían las balas. Caían del cielo, exactamente desde el reluciente techo del Estadio Nacional Dennis Martínez.
Según registros obtenidos por COYUNTURA y el GIEI, la "Operación PLOMO" fue difundida en redes sociales de grupos vinculados al régimen Ortega-Murillo y al Estado nicaragüense en los días previos de la marcha. Fanáticos orteguistas y operadores políticos, entre ellos funcionarios públicos, invitaban a "defender la revolución", aquella que, en el imaginario de Ortega, tambaleaba por el despertar pacífico de la ciudadanía en búsqueda de un cambio real.
El padre José Alberto Idiáquez, rector de la UCA, aseguró que unas 3,000 personas se refugiaron en las instalaciones de la universidad, en medio de una maniobra policial y paramilitar que buscaba erradicar el evento masivo más grande jamás registrado en Nicaragua, hoy convertido en uno de los esfuerzos de memoria histórica más importante de la historia actual. Una fecha y un hecho que no pueden ser eliminados, pero que el régimen busca mancillar.
Fue Gustavo Porras quien también envió al pleno legislativo la iniciativa de declarar, vía Ley, festivo nacional el 30 de mayo desde este 2022, en ocasión del Día de las Madres.
En aquella histórica manifestación, nunca antes vista en Managua, en ocasión de ese Día de las Madres que ahora quieren ocultar, murieron 19 hijos, cuyos nombres hoy y mañana no deben ser borrados de la memoria colectiva.
Daniel Josías Reyes Rivera
Managua
25 años de edad
Su cuerpo fue encontrado en Medicina Legal tras participar en la primera línea de la manifestación del 30 de mayo
Era estudiante de Medicina Veterinaria y Zootecnia en la Universidad de Ciencias Comerciales (UCC)
Edgard Isaac Guevara Portobanco
Managua
38 años de edad
Fue asesinado en el sector de ENEL Central en Managua
Era conductor de taxi y estudiante de Derecho en la Universidad de las Américas
Maycol Cipriano González Hernández
Managua
34 años de edad
Recibió un disparó en el abdomen y tras ser trasladado al Hospital Metropolitano Vivian Pellas falleció
Era obrero de la construcción y estudiante universitario de inglés
Orlando Daniel Aguirre Córdoba
Managua
15 años de edad
Asesinado por un francotirador en las inmediaciones de la UNI
Era estudiante
Jonathan Eduardo Morazán Meza
Managua
21 años de edad
Herido en las inmediaciones de la UNI; falleció el 01 de junio
Era estudiante de Diseño Gráfico en la Universidad del Valle
Cuando Jonathan pasó frente a la mirada atónita de quienes participaban en la manifestación, ensangrentado y tendido en la espalda de un motociclista -como se muestra en la primera imagen de este reportaje-, periodistas, jóvenes, mujeres y ancianos gritaban despavoridos por el horror frente a sus ojos.
Horas antes de ser asesinado, Jonathan posaba, orgulloso de ser parte de una generación consciente.
Los disparos provenían de la zona alta del Estadio Nacional de Béisbol, y de policías y paramilitares en tierra. Causaron más de una docena de heridos, los cuáles eran trasladados a tuto o en motocicletas. Un grupo de paramédicos intentaba dar los primeros auxilios en los semáforos en la intersección entre la UCA y la UNI. Por la gravedad de las heridas, causadas con precisión en el pecho, cabeza o abdomen, los heridos eran trasladados en ambulancias o vehículos particulares a varios hospitales.
Las imágenes capturadas por COYUNTURA ese día muestran a Jonathan y a otros heridos inconscientes, y documentan el actuar premeditado y vinculante entre oficiales de la Policía Nacional y civiles enmascarados, quienes estaban fuertemente armados y disparaban a discreción.
Kevin Antonio Coffin Reyes
Managua
22 años de edad
Fue llevado al Hospital Militar Dr. Alejandro Dávila Bolaños tras recibir un disparo en el tórax
Era deportista y trabajador municipal
Heriberto Maudiel Pérez Diaz
Managua
25 años de edad
Fue llevado al Hospital Militar Dr. Alejandro Dávila Bolaños; la Policía Nacional asegura que falleció debido a un ataque de un "grupo delincuencial"
Era obrero
Marvin José Meléndez Núñez
Chinandega
49 años de edad
Fue trasladado al Hospital España tras ser lesionado en el tórax y el abdomen
Era trabajador municipal y bombero
Dariel Steven Gutiérrez Ríos
Estelí
20 años de edad
Recibió un impacto en la cabeza en medio de un enfrentamiento entre simpatizantes del FSLN y ciudadanos atrincherados en La Trinidad; primero fue atendido en el Hospital de Estelí y luego fue trasladado al Hospital Lenin Fonseca, en donde falleció el 31 de julio
Era simpatizante del FSLN
Juan Alejandro Zepeda Ortiz
Chinandega
18 años de edad
Falleció tras ser herido en Chinandega en una manifestación paralela a la de Managua, la cual también fue atacada por paramilitares y la Policía Nacional
Era estudiante de secundaria
Ruddy Antonio Hernández Almendárez
Chinandega
34 años de edad
Falleció tras ser herido en Chinandega en una manifestación paralela a la de Managua, la cual también fue atacada por paramilitares y la Policía Nacional
Era obrero
Jairo Antonio Osorio Raudales
Estelí
39 años de edad
Recibió un disparo de arma de fuego en el tórax; fue llevado al Hospital San Juan de Dios ya fallecido
Era agricultor
Mauricio Ramón López Toruño
Estelí
42 años de edad
Recibió un disparo de arma de fuego en el tórax; fue llevado al Hospital San Juan de Dios, en donde fue sometido a una intervención quirúrgica, falleciendo durante la operación
Era vendedor
José Manuel Quintero
Estelí
28 años de edad
Fue trasladado ya sin vida al Hospital San Juan de Dios
Dodanim Jared Castilblanco Blandón
Estelí
26 años de edad
Fue asesinado en la zona de Los Arbolitos y El Mesón
Era estudiante
Cruz Alberto Obregón López
Estelí
23 años de edad
"Aproximadamente a las 9 de la noche, a media cuadra de la plaza Domingo Gadea, Cruz recibió el impacto de múltiples proyectiles, la mayoría en su tórax. Fue trasladado en moto a la sede de la Cruz Roja y después al hospital Adventista", cita el Museo de AMA
Era estudiante de Ingeniería civil en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) e Ingeniería en Energías Renovables en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-FAREM)
Mauricio Ramón Lopez Toruño
Estelí
42 años de edad
"Mauricio Ramón recibió un disparo de un arma de fuego. Fue asistido en el Hospital San Juan De Dios, donde fue sometido a una intervención quirúrgica. Murió en el quirófano a las 22:30 horas de ese mismo día", cita el Informe del GIEI
Era comerciante
Carlos Manuel Díaz Vázquez
Masaya
28 años de edad
"La madrugada del día 31 de mayo Carlos Manuel fue trasladado por la Cruz Roja al Hospital Humberto Alvarado, donde llegó sin vida a las 00:15 horas. Tenía un impacto por arma de fuego en el tórax", cita el Informe del GIEI
Era trabajador independiente
Una marcha histórica, con un final terrorífico. Nunca antes Nicaragua había vivido una manifestación tan humana, gigante y contagiosa; tan libre y pacífica que incomodó como nunca a la pareja de tiranos.
Para el GIEI, un mecanismo internacional de coadyuvancia para el esclarecimiento de los hechos de violencia ocurridos en Nicaragua, el régimen de Daniel Ortega y sus instituciones no brindaron ni las mínimas muestras de apertura para esclarecer los hechos o facilitar la información para lograrlo.
"Nosotros imaginábamos que íbamos a trabajar mano a mano con la Policía, con los fiscales, para el esclarecimiento de los casos, y sin embargo, al venir acá, no tenemos acceso a los expedientes, no se nos permite trabajar directo con los fiscales, no tenemos información estatal, no se responden a los pedidos de información. Lo que más nos llamó la atención es la falta de independencia, desde lo básico, desde el primer día. Y lo que nos impactó muchísimo es que no había ni siquiera posibilidad de reunirnos a sola con la fiscal. Le decíamos: 'señora fiscal, ¿usted se da cuenta de que usted es autónoma? Su trabajo tiene que ser independiente. Necesitamos trabajar directamente con usted'. Ella nos remitía al Ejecutivo. Y era imposible, si era el Ejecutivo uno de los sospechosos", aseguró Claudia Paz y Paz, doctora en derecho penal y derechos humanos, miembro experta del GIEI para Nicaragua y el primer GIEI para el caso Ayotzinapa.
Videoteca:
"No se nos dio acceso a los procesos. Los juicios en democracias son abiertos. Juicios orales y públicos. La legitimidad de la sentencia depende de la publicidad del juicio", agregó. "Desafortunadamente, al día de hoy, ningún funcionario policial ha sido ni siquiera procesado, no digamos condenado. La justicia no está actuando de manera imparcial", dijo en diciembre de 2018 Paz y Paz.
La conclusión del GIEI sobre el Día de las Madres de 2018 en Nicaragua fue contundente: "Durante la jornada del 30 de mayo en Managua, la Policía Nacional y grupos de choque desplegaron acciones que implicaron el uso letal de armas de fuego y en cuyo marco seis manifestantes fueron asesinados y una gran cantidad recibió heridas de consideración. También se encuentra probado que al menos uno de los ataques armados fue perpetrado en forma directa por la Policía Nacional y por personas de civil que actuaron junto a los efectivos de esa fuerza. Tres de las víctimas fallecidas ese día fueron asesinadas durante esa arremetida, dos de ellos con disparos en el cráneo. No hay constancia alguna de que la fuerza policial hubiere intentado previamente cualquier otra vía menos lesiva y adecuada a alguna finalidad lícita. La evidencia demuestra que funcionaros policiales y personas de civil dispararon de manera directa contra una multitud congregada en el lugar. Todo ello ocurrió en un contexto de confrontación y violencia propiciado contra la marcha desde las más altas esferas gubernamentales. Como corolario, la Policía Nacional emitió, al día siguiente de los hechos, un comunicado de prensa manifiestamente falso, que parece haber tenido la finalidad de encubrir su responsabilidad en los hechos. Otras dos personas, reportadas como militantes del FSLN, murieron ese día en circunstancias que podrían encontrarse vinculadas a estos eventos. La desinformación propiciada por la Policía conspira también contra el esclarecimiento de esos casos, al igual que la falta de respuesta del Estado a los pedidos del GIEI de concretar entrevistas con sus familiares y de obtener los registros audiovisuales tomados ese día por la Policía Nacional".
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