Fallece Violeta Barrios de Chamorro, expresidenta de Nicaragua, símbolo de la transición democrática en Centroamérica
- Jairo Videa
- 14 jun
- 5 Min. de lectura
En julio de 1979 aceptó integrar la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN), establecida tras el triunfo armado del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y la ciudadanía contra la monarquía de los Somoza. Pero el breve experimento pluralista pronto devino en desencanto. El 19 de abril de 1980, con una carta dirigida a la Organización de los Estados Americanos (OEA), doña Violeta renunció públicamente a la Junta. Denunció la deriva autoritaria del nuevo régimen, que vive hasta hoy: "los principios por los que todos nosotros luchamos hasta derrotar a Somoza han sido flagrantemente traicionados por el partido en el poder", escribió.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
San José, Costa Rica

La madrugada de hoy, sábado 14 de junio de 2025, falleció en San José, Costa Rica, a los 95 años de edad, la expresidenta de Nicaragua, Violeta Barrios de Chamorro, una figura crucial en la historia política, institucional, social y armada de Centroamérica y América Latina, emblema de la transición democrática en su país y la región. Su muerte, ocurrida a las 02:21 a.m., fue confirmada mediante un comunicado suscrito por sus hijos Pedro Joaquín, Claudia Lucía, Cristiana y Carlos Fernando Chamorro Barrios, quienes expresaron que doña Violeta partió "en paz, rodeada del cariño y del amor de sus hijos y de las personas que le brindaron un cuido extraordinario".
El comunicado también señala que sus restos permanecerán temporalmente en Costa Rica hasta que "Nicaragua vuelva a ser República", aludiendo a la imposibilidad actual de rendirle tributo en su tierra natal debido al contexto estatal. La familia Chamorro Barrios agradeció al pueblo y al gobierno costarricense por haberle brindado acogida en sus últimos años.
La trayectoria de Violeta Barrios de Chamorro está profundamente entrelazada con los momentos más críticos, esperanzadores y complejos de la Nicaragua moderna. Viuda del periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal —asesinado en 1978 por órdenes de la dictadura somocista—, asumió primero un rol de liderazgo moral desde la dirección del periódico La Prensa, y luego, un papel político determinante en la configuración del país posrevolucionario.
En julio de 1979, tras el colapso del régimen de Anastasio Somoza Debayle, Violeta Barrios fue designada como integrante de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN), un organismo colectivo que prometía representar la pluralidad ideológica del país. Sin embargo, ese experimento democrático pronto dio paso a un proceso de concentración del poder en manos del todavía oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), lo que llevó a Barrios a renunciar de manera pública y firme el sábado 19 de abril de 1980, en lo que sería su primer gran acto de ruptura con el sandinismo.
"La traición a los principios por los que luchamos para derrocar a Somoza fue evidente", escribió entonces a la Organización de los Estados Americanos (OEA). Su dimisión marcó un punto de inflexión social e ideológico en la historia reciente de Nicaragua, iniciando una cadena de renuncias de figuras que habían abrazado inicialmente el proyecto revolucionario y que más tarde se verían obligadas al exilio o al silencio eterno.
La salida de Violeta Barrios y Alfonso Robelo —ambos representantes de la llamada "burguesía antisomocista"— reveló las profundas fisuras ideológicas en la coalición que había derrotado al somocismo. Con el paso de los meses, múltiples ministerios y cargos del Estado quedaron exclusivamente en manos del FSLN o de sectores afines, consolidando el giro hacia una administración centralizado y autoritario, como la de hoy, liderada todavía por Daniel Ortega.
Años más tarde, y pese a sus reservas personales, Violeta Barrios aceptó ser candidata presidencial de la Unión Nacional Opositora (UNO), una amplia coalición de catorce partidos de distintas tendencias ideológicas, unificados por su oposición al sandinismo. El 25 de febrero de 1990, la fórmula Barrios-Godoy sorprendió al obtener el 54.3 % de los votos válidos, venciendo al ahora copresidente y líder sandinista, quien había gobernado con puño firme desde 1979.
El triunfo de Chamorro, la primera mujer en América en ser electa democráticamente como jefa de Estado, marcó un hito no solo en Nicaragua, sino en la región. Su ascenso al poder inauguró un período de pacificación, reconstrucción institucional y reconciliación tras una década marcada por la guerra civil, la polarización y el servicio militar obligatorio.
Una de sus primeras decisiones como mandataria fue suspender el Servicio Militar Patriótico, medida ampliamente celebrada por una juventud marcada por la guerra y las pérdidas. También impulsó una política de reconciliación nacional que incluyó la liberación de prisioneros políticos y la reintegración de combatientes desmovilizados, aunque enfrentó múltiples desafíos para implementar cambios estructurales, en un país asolado por la crisis económica, el endeudamiento y el conflicto posbélico.
Aunque fue conservadora por tradición familiar, Violeta Barrios nunca militó en ningún partido político. Su autoridad moral y legitimidad emergieron tanto de la figura de su esposo, mártir del periodismo y la democracia, como de sus propias decisiones políticas, de sus propias palabras. Desde la dirección de La Prensa, que resistió la censura en distintas épocas, hasta la ahora extinta Presidencia de la República, Chamorro se mantuvo como un referente de integridad y moderación, abrazando gente, promulgando la paz en todas sus dimensiones, con cierta "inocencia", pero con firmeza y escuchando.
Su presidencia concluyó el 10 de enero de 1997, cerrando un ciclo fundamental en la historia de Nicaragua. Sin embargo, su figura siguió presente como símbolo de una posibilidad de convivencia democrática y respeto institucional, especialmente en tiempos donde el país ha vuelto a experimentar profundas tensiones autoritarias, y cuando el humanismo parece perderse entre la gente y en los pasillos del Estado.
En los últimos años, residió en Costa Rica, donde recibió cuidados médicos y permaneció alejada de la vida pública. Sus últimos días transcurrieron en la intimidad de su familia, alejada del foco mediático, aunque no del recuerdo y reconocimiento de amplios sectores ciudadanos y actores internacionales.
La decisión de que sus restos permanezcan en Costa Rica "hasta que Nicaragua vuelva a ser República" refleja tanto la convicción política de sus hijos como el deterioro democrático que impide hoy honrar su legado dentro de su propio país. Esta despedida, desde el exilio, es también una denuncia. Es otro grito silencioso, de muchos sectores y gente que se vio reflejada en ella.
La ceremonia religiosa para conmemorar su vida será anunciada en las próximas horas por la familia Chamorro Barrios.
Mientras tanto, miles de nicaragüenses dentro y fuera del país evocan el recuerdo de "doña Violeta", mujer de temple firme y voz pausada, cuyo legado y postura persiste como faro, en medio de las sombras impuestas por aquel que hoy la ve partir, aunque mañana no podrá borrar su historia. Porque Violeta Barrios de Chamorro no solo gobernó, sino que sembró dignidad en una tierra herida, y su ejemplo resurge cada vez que una mujer alza la voz, cada vez que un ciudadano exige libertades y progreso, cada vez que el miedo cede ante la esperanza.
"Me metí por amor a la Patria, amor a los nicaragüenses, a todos, sin ese personalismo", dijo alguna vez. Hoy, esa misma Patria le despide, aunque aún no pueda abrazarla en su suelo.
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