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La maternidad infantil y adolescente: tendencia "preocupante" en Centroamérica

Hoy, 10 de mayo, se celebra el Día de la Madre en México, Guatemala, El Salvador, y otros países también festejan estos días; aparte de las celebraciones a las madres, persiste en la región la maternidad en la niñez y adolescencia que organismos internacionales ven con preocupación por las implicaciones que tiene.


Por Tomás Guevara | @VozDeAmerica

Derechos humanos

Centroamérica

En Guatemala cada día quedan embarazadas un promedio de 14 niñas que se convierten en madres, según cálculos realizados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, (UNICEF), en Honduras los datos son también alarmantes y El Salvador los cuentos apuntan a la misma tendencia.


La maternidad infantil, considerada entre los 10 y 14 años, y la de adolescencia entre 15 y 19 años, mostraron un repunte con la llegada de COVID-19 que supuso -según organizaciones que desde la región vigilan el comportamiento silencioso de este fenómeno- que los patrones de abuso sexual están arraigados incluso dentro de las familias donde una niña es "forzada a ser madre".


Unas 5,133 niñas menores de 14 años se convirtieron en madres en Guatemala durante el 2020 | Fotografía de Coyuntura
Unas 5,133 niñas menores de 14 años se convirtieron en madres en Guatemala durante el 2020 | Fotografía de Coyuntura

El Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM) considera que “la maternidad es forzada cuando no fue buscada ni deseada, en el caso de las niñas menores de 14 años, sucede generalmente cuando se le impone ser madre".


Y se ahonda en que muchos Estados, incluidos los centroamericanos, está proscrita la interrupción del embarazo temprano incluso por causales como violación sexual, y que esto tiene enormes repercusiones para las madres niñas y adolescentes.


En Honduras por ejemplo, es delito la venta, distribución o consumo de la píldora de día después, en El Salvador el aborto está penalizado en todas sus formas, y Guatemala archivó en marzo reciente una ley que endurecía aún más las penas contra mujeres por interrumpir la gestación.


“A diferencia del embarazo, que dura habitualmente nueve meses, la maternidad es un compromiso a perpetuidad; transforma para siempre la vida desde el punto de vista físico, psíquico y social; altera las posibilidades de educación, acceso a recursos económicos y afecta las relaciones sociales de la niña no sólo al interior de su familia sino con su entorno”, consignó CLADEM en su balance regional sobre maternidad infantil.


El Observatorio de los Derechos de la Niñez de UNICEF, contabilizó que unas 5.133 niñas menores de 14 años se convirtieron en madres en Guatemala en 2020, de ahí el promedio de 14 madres en edad infantil cada día.


Los recuentos de 2021 para el país centroamericano no marcaron una diferencia, al comparar datos del Observatorio de Salud Reproductiva que indicaba que hasta julio había contabilizado 2.289 embarazos de niñas entre 10 y 14 años, y 51.548 para el grupo de edad de 15 a 19 años.


En El Salvador un análisis elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) estimó que entre 2015 y 2020 este país centroamericano registró el embarazo y maternidad de unas 105.930 niñas y adolescentes. Y destaca en rojo las 5.104 niñas que se convirtieron en madres, al impulsar un plan para "Llegar a cero embarazos en niñas y adolescentes Mapa El Salvador 2020".


Si bien el país había mostrado mejoras en los indicadores, estos volvieron a dispararse con la llegada de la pandemia. La representante para Centroamérica de UNFPA, Neus Bernabeu, dijo a medios de comunicación en octubre pasado que en buena parte del país “se tiene una situación persistente de embarazos” en niñas y adolescentes.


"Tenemos que priorizar el trabajo en el territorio con las instituciones de Gobierno y con todas las demás instituciones (...) mientras haya niñas y adolescentes que sigan sufriendo un embarazo van a tener limitadas sus oportunidades y van a ver vulnerados sus derechos", ha dicho la funcionaria del sistema de Naciones Unidas.


Derecho a elección y a salud sexual y reproductiva es una petición constante de colectivos que difienden los derechos de la mujer salvadoreña y han marcado postura sobre embarazos infantiles | Fotografía de Reuters
Derecho a elección y a salud sexual y reproductiva es una petición constante de colectivos que difienden los derechos de la mujer salvadoreña y han marcado postura sobre embarazos infantiles | Fotografía de Reuters

Y en Honduras ante las dificultades que agregó la pandemia de COVID-19 al acceso a atención médica y salud reproductiva, el medio de comunicación “Reportar sin Miedo” trazó la situación de la maternidad infantil en el país bajo el título: ¿Qué está pasando con las niñas madres en Honduras en tiempos de pandemia?


Ese medio siguió casos de embarazos en adolescentes y contrastó con personal sanitario las experiencias sobre la problemática; el médico hondureño Dylan Duarte, relató sobre los partos infantiles que ha atendido, en algunos casos partos consecutivos de niñas.


Este médico obstetra dijo recordar dos casos atendidos de niñas entre 13 y 16 años dando a luz producto de violación “una no quiso agarrar a su bebé porque era producto de una violación, había sido su abuelo quien la había violado”, relató.


La presidenta del Colegio de Médicos de Honduras, Suyapa Figueroa, considera que el acceso a salud sexual y reproductiva ha tenido un peor desenvolvimiento durante la pandemia.


“Las niñas y adolescentes embarazadas dan a luz en condiciones inadecuadas (partos caseros). Con la pandemia, este problema no disminuyó, sino que sigue en aumento”, opinó.


¿Qué implica la maternidad en la infancia y adolescencia?


Organismos internacionales ven con preocupación la tendencia de maternidad infantil y adolescente en la región, y con diversas herramientas de análisis han sacado conclusiones de los costos sociales del fenómeno.


Un estudio desarrollado por las investigadoras Fanny Vargas y Boaz Anglade del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en 2021, estima que el embarazo en la adolescencia “está fuertemente asociado con la desigualdad y la exclusión social”.


Las investigadoras revisaron la problemática en la región bajo el título: Determinantes y efectos del embarazo en la adolescencia en Centroamérica, República Dominicana y Haití y trazan algunas conclusiones de la maternidad en edad temprana.


“La pobreza y la vulnerabilidad social son los factores de riesgo más consistentes para el embarazo temprano, tanto en países desarrollados como en países más pobres (…) las adolescentes perciben que tienen poco que perder por un embarazo, pero también son las que tienen menor capacidad de costear las dificultades que conlleva este cambio”, según las investigadoras.


El estudio del BID revela que los niveles de fertilidad adolescente persisten en la región centroamericana y del Caribe a pesar que la maternidad total en promedio regional ha ido a la baja en las últimas décadas al comparar el número de hijos que tenía una mujer en 1990 y cuántas veces se es madre en 2020.


“La tasa de fertilidad total promedio estimada para ALC (América Latina y el Caribe) descendió desde tres nacimientos por mujer en 1990 hasta dos en 2020, equivalente a una contracción de 35%. En el mismo periodo la tasa de fertilidad en adolescentes descendió solo 28%, pasando de 87 nacimientos por cada 1.000 adolescentes de 15 a 19 años en 1990 hasta 63 en 2020”, según el reporte de Vargas y Anglade.


La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el riesgo de muerte materna es el doble en menores de 15 años comparado con mujeres en edad adulta, por lo que ha instado a los estados a tratar la problemática asociada a patrones de violencia de género.


Para CLADEM cuando el embarazo y la maternidad son producto de una violación en una niña menor de 14 años y el Estado -a través de sus mecanismos punitivos impide la interrupción de un embarazo- a la joven madre se le comenten tres tipos de violaciones a sus derechos humanos.


“La primera, imponiéndole una relación sexual no deseada que violó su libertad sexual; la segunda, al obligarla a llevar a término un embarazo que no buscó y la tercera, al obligarla a ser madre contra su voluntad”.


Organizaciones Pro vida -principalmente de corte religioso o del estamento conservador en Centroamérica y otros países de la región- que rechazan el aborto mantienen en pie sus postulados de que la interrupción de un embarazo, incluso desde el momento de la fecundación “es un atentado contra la vida”.


Los argumentos han llevado a debates sobre las condiciones de la maternidad y los derechos de las mujeres, donde han participado organizaciones de la comunidad internacional para buscar puntos intermedios en casos específicos como las violaciones, y en casos de niñas y adolescentes que deben afrontar el ser madres.

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