Los que viven de la minería esperan ansiosos se levante “la veda”, pues sus ingresos y el sustento de sus familias depende de lo que puedan sacar de las duras piedras y de las entrañas de la tierra, aunque para ello su vida misma esté en riesgo.
Por Voces En Libertad | @VocesNi
Minas
El Quemado, Chinandega, Nicaragua
Las labores de limpieza y escombreo de una mina en "El Quemado", en donde murieron recientemente tres personas de las seis aterradas por un inesperado derrumbe, aún no han terminado. El centro de trabajo de 200 obreros, oriundos de los municipios de Somotillo y Villanueva, está cerrado temporalmente.
El pasado 03 de mayo, en horas del mediodía, una inmensa masa de tierra se vino abajo, justo cuando un bloque de mineros desarrollaba trabajos en los túneles de la mina que está siendo explotada para extracción de metales preciosos como oro.
Eduardo Benavides (38), Jairo José Escalante (20) y Melvin Mairena (30) fueron las víctimas de la avalancha de tierra que les enterró vivos y que, por falta de oxígeno y maniobras inmediatas, les arrebató la vida. Ellos fueron sepultados en Somotillo, tras ser rescatados por las fuerzas de socorro que se presentaron al lugar, una hora después de los hechos. Mientras tanto, los primeros heridos, que fueron rescatados con vida, se encuentran en buen estado de salud pero con secuelas psicológicas que deben ser atendidas de manera pertinente.
Uno de los sobrevivientes relató que antes de entrar miro el peligro y tuvo temor. “Miré caer tierra de arriba, luego me cayó una piedra grande en el casco y dije ‘hasta aquí no más, ya no sigo’, y me quedé recostado al paredón, cuando de pronto me vi aterrado hasta el cuello, y el que iba delante de mí quedó acostado agarrándome del tobillo del pie, pero murió asfixiado”, declaró.
El último güirisero (como se les llama a los mineros artesanales) en ser rescatado sin vida fue Melvin Mairena, cuyo cuerpo llevaba 27 horas soterrado en la entrada de una galería, aproximadamente a unos 4 metros de profundidad.
En ninguno de los tres casos las familias de los fallecidos han recibido indemnización o cobertura para los gastos fúnebres, mientras que los sobrevivientes Alberto Gómez (25) y Luis Armado Martínez (32) solo fueron atendidos en el área de emergencia del nuevo Hospital doctor Mauricio Abdalah, ante la falta de seguridad social.
El último momento
El mozo José Ramírez se encontraba en el primer turno de trabajo el día de la tragedia. La pobreza, el alto índice de los insumos agrícolas y la migración han afectado al municipio de Villanueva, lo que ha originado que los pobladores dependan principalmente de la actividad minera para sostener la alimentación de sus familias.
Ramírez rememora los momentos previos a la tragedia. “Cuando se desmoronó había seis compañeros adentro. Uno era de ‘La Consulta’, los otros de ‘Las Vegas’ y ‘La Ceibita’, tenían tiempo de trabajar en los pozos pero se confiaron de su experiencia, porque todos sabemos que una vez que hay derrumbe sólo quedan ocho minutos de oxígeno para conservar la vida y ellos ignoraron el mal tiempo, las malas condiciones del terreno”, además carecían de instrumentos para salir de la fosa, una vez que ocurre una emergencia.
Desde principios de mayo se estableció el invierno y con las lluvias se aflojo el terreno en toda la zona norte. Ramírez asegura que desde el turno de la mañana (el día del accidente) hubo pequeños desprendimientos de tierra y piedras que caían sobre los cascos de trabajo de los obreros, situación irregular que fue advertida a la cuadrilla que les sustituiría, pero el peligro fue minimizado por quienes tomaban decisiones de detener los trabajos de rutina.
“Fue injusto lo que pasó todo por una mala dirección del responsable del pozo”, dijo entre sollozos Ramírez.
Según otro mozo (que pide omitir su nombre), hechos similares se han registrado en las minas ‘Las Palomas’, ‘Los Garcías’ y ‘El Quemado’, “han cobrado la vida de al menos diez compañeros desde el 2012”. Sin embargo, las autoridades municipales y nacionales, no han tomado cartas en el asunto pues la primera solución que ve la población es el cierre temporal de la actividad minera en la zona, paralelamente a que se les ofrezca otra alternativa de trabajo.
En las minas se está captando mano de obra joven que han desertado de los centros de estudios, atraídos por el salario que ofrecen estos trabajos temporales y otros prefieren migrar en busca de oportunidades.
En las galerías, que son las áreas donde se encuentra oro, cuando hay agua no se puede trabajar. En esos casos lo que se hace es enmaderas las paredes, porque están frágiles. Esa mañana la cuadrilla de ‘güiriseros’ que entró a medio día solo demoró una hora dentro de la mina, cuando sobrevino el diluvio de tierra sobre la humanidad de los seis mineros causando la muerte de tres de ellos y afectaciones a los otros tres.
Un trabajador de la mina detalló que cada grupo lo componen 30 personas que cavan en un espacio de seis metros, soportando un calor intenso y respirando gases tóxicos, mezclados con oxígeno, hasta por 12 horas que puede durar un turno de trabajo. Estos lugares no cuentan con ventilador ni con bomba de extraer agua.
Un peligro latente
“Como villanovenses lamentamos esta tragedia que se dio en un contexto cuando estos hermanos andaban buscando el sustento diario para su familia, pero también hay imprudencia porque en los últimos días había estado lloviendo fuerte y hubo advertencia a la mina, pero lamentablemente se hizo caso omiso por la necesidad de llevar el bien económico a sus hogares”, testifico un maestro de la zona.
Por el momento la mina está cerrada confirmaron los vecinos, asegurando que no hay ambiente para trabajar debido a las malas condiciones del terreno y las lluvias. Un ‘güirisero’ que se encontraba en uno de los molinos en la entrada de ‘El Quemado’, indicó que esperan que los socios de la cooperativa realicen trabajo de limpieza y escombreo en la zona de la tragedia para reanudar las labores en cuanto sea posible, puesto que es el único medio de trabajo que tienen en el municipio golpeado por la falta de trabajo y la migración.
El Sistema Nacional para la Prevención, Mitigación y Atención de Desastres (SINAPRED) tiene reportada esta zona como de alta vulnerabilidad ante el riesgo de hundimientos o derrumbes.
La mina "El Quemado" ubicada a 283 kilómetros al noroeste de Managua, está manejada por 108 socios, igual número de mozos, fiscales, jefe de grupo, responsable de pozo y los "arrimados" le dicen a los "güiriseros" que llegan en busca de trabajo.
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