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"Monteverde": un nuevo intento en la búsqueda fallida de unidad en la oposición nicaragüense

La oposición nicaragüense dice dar "un nuevo paso" en su lucha contra la prolongada dictadura de Daniel Ortega con la formación del "Grupo Monteverde". Este espacio busca "unificar fuerzas y superar las diferencias para enfrentar al régimen" promoviendo una transición democrática en el país, pero sin ser una apuesta electoral. A pesar de los desafíos y las críticas generadas por el lanzamiento improvisado del movimiento a la opinión pública, este nuevo bloque representa una acción "esperanzadora" para una oposición dispersa y dividida por razones ideológicas, en busca de unidad.

Por Redacción Central | @CoyunturaNic

Managua, Nicaragua
Ilustración de Coyuntura

Tras años de lucha, la oposición nicaragüense se encuentra una vez más en el punto de partida, tratando de unificar fuerzas para hacer frente al largo mandato del sandinista Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. Con la formalización del "Grupo Monteverde", un "nuevo espacio no político" de la oposición de Nicaragua -desterrada y exiliada-, a través de un comunicado de prensa sin fanfarria, varios líderes opositores -cuya lista completa aún se desconoce- buscan una nueva oportunidad para construir una coalición que pueda enfrentar a la dictadura del país centroamericano y promover una transición hacia un sistema más democrático y justo.


El "Grupo Monteverde" se gestó inicialmente, según detallan medios de comunicación independientes, en octubre del año 2021 en una zona montañosa de Costa Rica, de ahí el nombre que adopta. Surgió como un espacio para demandar la liberación de las y los presos políticos y para conciliar las marcadas diferencias ideológicas que han dificultado la unificación de la oposición. Desde su creación, el grupo ha buscado -según detallaron miembros a COYUNTURA- construir confianza y alcanzar acuerdos básicos, con la inclusión de diversas perspectivas de sectores como jóvenes, campesinos, líderes de organizaciones políticas, partidos cancelados y líderes sectoriales, a través de "conversaciones amplias", la última de ellas en Houston, Texas, Estados Unidos, bajo completo sigilo.


Forman parte de la iniciativa, entre otros: Juan Diego Barberena, opositor de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB); Felix Maradiaga y Medardo Mairena, expresidenciables en la carrera por el Ejecutivo de Nicaragua en el año 2021; el exdiputado Eliseo Núñez; los opositores Jesús Tefel, Alexa Zamora, Daisy George, Luciano García, Ana Quirós y María Laura Alvarado. También la lideresa del Movimiento Campesino, Francisca Ramírez. Y otros actores que prefieren el anonimato por un tema de seguridad. Casi todos desnacionalizados por el régimen Ortega-Murillo.


"Concertación y acción", dicen es su tarea. "Incidencia nacional e internacional", es la mayor contribución que pueden lograr, en aras de construir la democracia en Nicaragua.


No obstante, Monteverde no se presenta como una plataforma "política formal", sino como un espacio de "diálogo plural entre opositores". Han logrado sentar en sus espacios de conversación a actores como la ultraconservadora Carmela Rogers, presidenta del extinto partido Ciudadanos por la Libertad (CxL), entre otros integrantes de espacios como la UNAB y la Unión Democrática Renovadora (UNAMOS). "Como un espacio nuevo", busca evitar las etiquetas ideológicas que han polarizado a la oposición nicaragüense en el pasado y la unificación misma de todas las fuerzas, concentrándose en el objetivo común de enfrentar a la dictadura y construir una sociedad democrática.


Una imagen de archivo durante el lanzamiento de la Coalición Nacional de Nicaragua en febrero de 2020 | Fotografía de Coyuntura

Su foco principal, detallan, es la búsqueda de la salida pacífica a la situación actual y la promoción de la unidad plural y diversa necesaria para liderar una transición democrática en el país.


El "Grupo Monteverde" enfrenta desde ya críticas y suspicacias, especialmente de sectores extremistas radicados en Miami y Managua, que los acusan de albergar a "izquierdistas" o "reformados". Sin embargo, los miembros del grupo destacan que hay un equilibrio entre personas "de centro y de derecha", retornando el foco de la conversación a la ideología obsoleta, aunque su enemigo común sigue siendo la dictadura de Ortega y Murillo. La diversidad de perspectivas, que debe ser vista como un activo y una fuente de enriquecimiento colectivo, una vez más puede estar siendo el impasse.


Los desafíos se vuelven más amplios cuando la oposición nicaragüense se encuentra dispersa en diferentes bloques con desconfianzas mutuas, fuera del territorio nacional o centroamericano, y con las mismas dificultades para superar sus diferencias ideológicas. Tras el levantamiento popular desde abril del año 2018 y las votaciones de 2021, cuando Ortega y Murillo se perpetuaron en el Ejecutivo, la diversidad de actores políticos y sociales que conforman la oposición se ha convertido en una de sus mayores fortalezas y debilidades al mismo tiempo.


Además, los miembros de "Monteverde" enfrentan obstáculos adicionales, como el exilio y la falta de nacionalidad que les impide aspirar a cargos públicos en Nicaragua. También carecen de un plan de nación unificado que proponer al país y su ciudadanía, lo que representa un desafío para la consolidación de una oposición sólida y con una visión clara de futuro.


El grupo "Monteverde" representa un nuevo intento por parte de la oposición nicaragüense para lograr la tan anhelada unidad. Este espacio "inclusivo" busca "superar las diferencias ideológicas y construir una coalición diversa" que pueda enfrentar a la dictadura de Ortega y promover una transición hacia una Nicaragua democrática, aunque, para iniciar, sus discusiones vuelven a generar tendencia, más negativa que positiva, en las redes sociales del país centroamericano.


Una boleta para elegir al Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco, a inicios del año 2020 | Fotografía cortesía

La exigencia de unidad no es algo nuevo para la oposición dentro Nicaragua, y fuera de ella. Esta tarea, analizada por la Redacción de COYUNTURA a través de diversos artículos, especiales y una colección de entrevistas sobre el primer intento-nación que representó la Coalición Nacional, ha llegado en diversas ocasiones a puntos de quiebre sin aparente solución. Las complejidades de esta nueva "oportunidad" se subrayan desde ya. Según se conoce de manera extraoficial, movimientos como la Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN) cierran sus puertas a esta plataforma. Un grupo de ciudadanos incluso hizo burlas del nombre, relacionándole al consumo de marihuana.


Mucho camino por recorrer -como antes-, pero ahora desde afuera


Resolver las diferencias ideológicas de los diversos movimientos opositores de Nicaragua es un desafío complejo pero no imposible. Para lograrlo, es necesario adoptar un enfoque inclusivo y colaborativo que tome en cuenta los distintos espacios y actores involucrados en la lucha contra la dictadura sandinista. Aquí algunas sugerencias para abordar esta situación, destacadas por políticos y pensantes de buena reputación en Centroamérica, consultados por el equipo de COYUNTURA:


  1. Diálogo y escucha activa: Es esencial establecer espacios de diálogo donde los diferentes grupos opositores puedan expresar sus puntos de vista y preocupaciones. La escucha activa y el respeto mutuo son fundamentales para comprender las diversas perspectivas y encontrar puntos en común.

  2. Identificación de intereses comunes: En lugar de centrarse en las diferencias ideológicas, es importante identificar los intereses y objetivos que comparten los diversos movimientos opositores. En este caso, la lucha por la democracia, la justicia y los derechos humanos podría ser un terreno común para unificar esfuerzos, incluso la memoria y el retorno masivo de las personas exiliadas, con garantías humanas y constitucionales.

  3. Enfoque en valores compartidos: La construcción de una plataforma opositora sólida podría basarse en los valores compartidos por los diferentes grupos, como el respeto a los derechos humanos, la libertad de expresión y la justicia social, más allá de las ideologías que tanta polarización causan.

  4. Organismos mediadores y facilitadores: La participación de organismos mediadores independientes y facilitadores puede ayudar a guiar el diálogo y a encontrar soluciones consensuadas entre las partes. Partir desde la crítica y la investigación profunda también es un buen ejercicio cuando la mediación no prospera.

  5. Campañas de concienciación y educación: Desarrollar campañas de concienciación y educación sobre la importancia de la unidad, el enriquecimiento que genera la diversidad humana y política, y la superación de las diferencias ideológicas improductivas puede fomentar una mentalidad más abierta y dispuesta a colaborar, basándose en los derechos que todo ser humano debe tener.

  6. Promoción de la reconciliación: La promoción de procesos de reconciliación entre los grupos opositores y aquellos que han sido afectados por la represión del régimen Ortega-Murillo puede ayudar a sanar heridas y construir confianza.

  7. Utilización de plataformas digitales y tecnológicas: A pesar del exilio y las limitantes impuestas por el régimen nicaragüense, las plataformas digitales y tecnológicas pueden ser un recurso valioso para mantener la comunicación y la colaboración entre los opositores dispersos. En Nicaragua, ningún grupo opositor ha generado foros, encuestas o discusiones masivas -desde lo digital- sobre temas de relevancia nacional, o la unidad misma.

  8. Cooperación internacional: La comunidad internacional, en especial la centroamericana, puede desempeñar un papel importante al presionar al régimen Ortega-Murillo y brindar apoyo a los movimientos opositores en su búsqueda de la unidad y la democracia.

  9. Fortalecimiento de la sociedad civil: Fomentar el desarrollo y el fortalecimiento de la sociedad civil, y de los medios de comunicación independientes de Nicaragua, dentro y fuera del territorio, puede proporcionar un espacio para la construcción colectiva y la articulación de demandas y propuestas.

En última instancia, resolver las diferencias ideológicas de los movimientos opositores en Nicaragua requerirá de tiempo, paciencia y compromiso sincero con la construcción de un frente unificado, democrático y diverso. Es esencial reconocer que cada actor tiene su propia historia y experiencias, y que el respeto y la empatía serán fundamentales para superar los obstáculos y avanzar hacia una Nicaragua más democrática y justa.


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