Las políticas estatales, aunque pueden haber sido eficaces para controlar la inflación durante 2024, no han logrado resolver las dificultades estructurales de la economía, como la alta deuda externa y la creciente dependencia de créditos internacionales y remesas.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Managua, Nicaragua

El panorama económico de Nicaragua en el año 2024 se caracterizó por una mezcla de señales contrastantes, destacando por un lado el crecimiento sostenido de las Reservas Internacionales Brutas (RIB) y, por otro, el elevado nivel de endeudamiento externo que enfrenta el país. Ambos elementos parecen ser indicadores clave para entender la situación fiscal y financiera del país, cuyas políticas, orientadas a la estabilidad económica, se ven amenazadas por una dependencia creciente de los préstamos internacionales.
El Banco Central de Nicaragua (BCN) publicó recientemente su informe sobre las Reservas Internacionales Brutas, revelando un aumento significativo a lo largo de 2024. Las RIB, que se sitúan en 6,105.1 millones de dólares al cierre del año, han experimentado un crecimiento sostenido en los últimos años. En 2023, el saldo alcanzaba los 5,447.0 millones, y en 2021 y 2022 era de 4,046.6 millones, según los datos oficiales del BCN.
Este aumento en las reservas es una buena noticia para el régimen cambiario del país, pues, en teoría, estas reservas pueden garantizar la estabilidad de la moneda nicaragüense, ayudando a mantener el valor del córdoba y asegurando que el país pueda cumplir con sus compromisos financieros, como el pago de deuda y la cobertura de importaciones.
El Banco Central, controlado por el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), además, anticipa que la acumulación de reservas continuará fortaleciendo la economía nicaragüense en 2025, proporcionando un "colchón financiero" que permitirá afrontar los desafíos de los mercados internacionales y los posibles choques externos, tales como fluctuaciones en los precios internacionales de los bienes o la volatilidad económica global.
Sin embargo, el aumento de las reservas es solo una parte de la historia económica de Nicaragua, ya que también se enfrenta a un elevado nivel de deuda externa que pone en riesgo la estabilidad económica a largo plazo.
A pesar del aparente éxito en el aumento de las reservas internacionales, Nicaragua enfrenta una deuda externa que supera los 15,700 millones de dólares, una cifra que equivale al 88.2 % del Producto Interno Bruto (PIB) del país centroamericano. Según los datos del BCN, al finalizar el tercer trimestre de 2024, la deuda externa total del Estado nicaragüense ascendía a 15,729.1 millones de dólares, de los cuales el 55.6 % corresponde al sector público y el 44.4 % al sector privado.
Este alto nivel de endeudamiento se ha convertido en un factor de vulnerabilidad para la economía, ya que una gran parte de los recursos generados por las reservas internacionales podrían destinarse al pago de esa deuda externa, afectando la capacidad del país para mantener un colchón adecuado frente a crisis internacionales. Además, los desembolsos de préstamos, que en el tercer trimestre de 2024 alcanzaron los 897.7 millones de dólares, continúan siendo una fuente crucial de financiamiento para el país, y el servicio de la deuda externa sigue absorbiendo una parte significativa de los recursos del oficialismo y las instituciones-
Es importante destacar que el sector privado es el principal receptor de los desembolsos de deuda externa, con 754.5 millones de dólares en el tercer trimestre de 2024, mientras que el sector público recibió 143.1 millones. Las principales actividades que recibieron estos fondos fueron la electricidad, gas y agua, la intermediación financiera y el comercio, sectores que, aunque fundamentales para el desarrollo económico, no necesariamente contribuyen a la reducción de la deuda a largo plazo.
Uno de los pocos puntos positivos que se destacan en el panorama económico de Nicaragua es la caída de la inflación en 2024. Según el informe del BCN, la inflación acumulada e interanual de 2024 se situó en 2.84 %, un nivel mucho más bajo que el 5.60 % alcanzado en 2023. Este descenso en la inflación, que marca el nivel más bajo en los últimos cuatro años, ha sido interpretado por las autoridades como el resultado de políticas fiscales, monetarias y cambiarias orientadas a la estabilidad de precios.
A pesar de esta disminución, la inflación sigue siendo un indicador sensible de la situación económica, ya que la política fiscal y monetaria implementada por la administración sandinista ha sido crucial para controlar los precios. Sin embargo, la dependencia de fuentes externas de financiamiento podría poner en peligro la efectividad de estas políticas en caso de que la situación internacional empeore, lo que podría hacer que los precios se disparen nuevamente.
En un escenario ideal, las Reservas Internacionales Brutas deberían contribuir a estabilizar la economía y permitir que Nicaragua haga frente a imprevistos internacionales sin recurrir al endeudamiento excesivo. No obstante, en la realidad, el aumento de las reservas se ve contrarrestado por el alto nivel de deuda externa que afronta el país, lo que crea una situación contradictoria.
Por un lado, las RIB han crecido y proporcionan un alivio temporal frente a los desafíos internacionales, pero, por otro, el país sigue siendo dependiente de los préstamos externos para financiar el gasto público y sostener sus proyectos. Con las puertas de los organismos multilaterales cada vez más cerradas para el régimen de Ortega debido a las sanciones y las denuncias por violaciones a los derechos humanos, las opciones para acceder a financiamiento externo se han reducido, lo que aumenta la presión sobre las cuentas fiscales del país.
Además, el creciente gasto público, que se ha visto reflejado en el aumento de la burocracia y en la asignación de recursos para proyectos estatales, ha llevado a un aumento sostenido de la deuda pública, que sigue acumulándose sin una estrategia clara para reducirla.
A pesar de la aparente estabilidad en las cifras de reservas, Nicaragua enfrenta una situación económica frágil, marcada por un alto nivel de endeudamiento, una inflación controlada pero volátil y una creciente dependencia de la deuda externa. Este complejo panorama pone de relieve la vulnerabilidad de la economía nicaragüense frente a posibles crisis financieras internacionales.
Si bien las reservas internacionales pueden brindar una capa de protección a corto plazo, a largo plazo, la sostenibilidad económica dependerá de cómo el gobierno maneje el equilibrio entre el aumento de la deuda externa, el control de la inflación y la capacidad de mantener las reservas sin sacrificar el bienestar económico y social de la población.
El futuro económico, laboral y fiscal de Nicaragua, por tanto, continúa siendo incierto pero refleja un crecimiento no constante, con un delicado balance entre las políticas fiscales y monetarias, el creciente endeudamiento, las necesidades de la población y un flujo acelerado y en aumento de remesas desde el extranjero, cuando los bancos locales parecen tener su mejor momento.
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