Papa Francisco, entre la firmeza y la tibieza frente a la represión sandinista contra la iglesia católica en Nicaragua
- Jairo Videa
- hace 2 días
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Desde las primeras protestas ciudadanas en abril de 2018 contra el régimen sandinista, el papa Francisco se expresó con claridad sobre la situación en Nicaragua. En mayo de ese mismo año, hizo un llamado directo al pueblo nicaragüense para rechazar la violencia y fomentar el diálogo. "La iglesia está siempre abierta al diálogo, pero esto requiere del compromiso activo a respetar la libertad y, primero que nada, la vida", afirmó durante el rezo del Ángelus.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua

El papa Francisco, nacido como Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires, Argentina, falleció este lunes 21 de abril a los 88 años. Con su muerte concluye un papado de más de una década marcado por su estilo pastoral cercano, su compromiso con los sectores más vulnerables y su firme postura ante las injusticias sociales y políticas en diversos rincones del mundo, entre ellos, Nicaragua. Francisco fue el Pontífice número 266 de la iglesia católica y el primero en adoptar el nombre del santo de Asís, reflejando su vocación por la humildad y el servicio. Elegido el miércoles 13 de marzo de 2013 tras la renuncia de Benedicto XVI, su pontificado rompió múltiples precedentes: fue el primer papa latinoamericano, el primero jesuita y también el primero no europeo en más de un milenio.
Desde el Vaticano, su voz resonó con fuerza en defensa de los derechos humanos, la paz y la justicia, especialmente en contextos donde la religión ha sido blanco de persecuciones sistemáticas.
Durante los años más cruentos de la represión en Nicaragua, el papa Francisco mantuvo una postura crítica y solidaria frente al régimen de Daniel Ortega y su esposa y ahora comandataria Rosario Murillo. A partir de 2018, cuando estalló la crisis sociopolítica que dejó cientos de muertos y miles de exiliados, el Pontífice apeló al diálogo, el respeto a la vida y la libertad religiosa. En mayo de 2018, durante el intento de diálogo nacional entre el régimen del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) —con mediación de la Conferencia Episcopal de Nicaragua—, el papa hizo un llamado urgente a abandonar la violencia.
En una carta enviada a Ortega y luego, en declaraciones públicas durante el rezo del Ángelus, expresó: "Rezo por las víctimas y por sus familiares. La iglesia está siempre abierta al diálogo, pero esto requiere del compromiso activo a respetar la libertad y, primero que nada, la vida".
Ese mismo mes, al constatar el fracaso de las negociaciones, el Vaticano reiteró su respaldo a la Conferencia Episcopal (CEN) y a los esfuerzos de la sociedad civil nicaragüense. En julio de ese año, días antes de la violenta "operación limpieza" ejecutada por el régimen para desmontar barricadas y ocupar lugares como la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), Francisco insistió: "Renovando mi oración por el amado pueblo de Nicaragua, deseo unirme a los esfuerzos que están realizando los obispos del país y tantas personas de buena voluntad".
Uno de los momentos más significativos de su condena al régimen fue su pronunciamiento tras el atentado en la Catedral de Managua en agosto de 2020, donde una explosión dañó gravemente la imagen de la Sangre de Cristo, con más de tres siglos de veneración. A pesar de la versión oficial que calificó el hecho como un accidente, el papa expresó su cercanía al pueblo nicaragüense y su dolor ante el ataque.
Sin embargo, quizás su gesto más contundente ocurrió tras la detención y condena de monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, a 26 años de prisión. En febrero de 2023, Francisco manifestó públicamente su dolor y pidió por la apertura de los corazones de los responsables políticos a una paz fundada en la verdad, la justicia y la libertad. La situación de Álvarez, quien permaneció más de 500 días en prisión, se convirtió en símbolo de la persecución religiosa en Nicaragua.
Durante su mensaje del Ángelus del 01 de enero de 2024, en el marco de la Jornada Mundial de la Paz, el papa retomó su llamado al cese de las detenciones arbitrarias y la persecución de sacerdotes, subrayando la urgencia de "buscar el camino del diálogo para superar las dificultades".
A pesar de sus llamados al entendimiento, y una postura abierta al diálogo con el sandinismo de Nicaragua, con múltiples críticas desde sectores liberales y conservadores, Francisco no esquivó las comparaciones duras. En una entrevista concedida a Infobae en marzo de 2023, el papa comparó al régimen de Ortega con las dictaduras comunistas y nazis del siglo pasado: "Es como si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35… son un tipo de dictaduras groseras".
En esa ocasión, también reaccionó ante los ataques personales del mandatario nicaragüense, quien ha acusado al Vaticano y a los obispos de ser una "mafia" y "demonios con sotana". "Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige (a Nicaragua)", sentenció Francisco, aludiendo directamente a Ortega. "Son la dictadura perfecta", dijo el sandinista en septiembre de 2022.
Durante años, el régimen Ortega-Murillo sostuvo una campaña de deslegitimación contra la iglesia. En discursos oficiales, Ortega llegó a decir que "no cree ni en los papas ni en los reyes" y calificó al clero católico como cómplice de crímenes. Los señalamientos alcanzaron su punto más virulento en febrero de 2025, cuando el representante del Estado nicaragüense -desde 2007- tildó al Vaticano de "depravado" y "pedófilo", tras una entrevista ofrecida por monseñor Álvarez a una cadena católica internacional en la qué declaró no sentirse "exiliado".
A pesar de los ataques, el papa nunca cerró la puerta al diálogo. En septiembre de 2022, expresó desde el avión que lo traía de regreso a Roma tras su visita a Kazajistán que la Santa Sede mantenía contacto con Managua, aún después de la expulsión del nuncio apostólico Waldemar Sommertag, medida que calificó de "muy seria" en términos diplomáticos.
Aunque el Vaticano se abstuvo de romper relaciones, Francisco criticó decisiones como la expulsión de las Misioneras de la Caridad, fundadas por la Madre Teresa de Calcuta. "Estas mujeres son buenas revolucionarias, ¡pero del Evangelio!... Es un gesto que no se entiende", afirmó.
Con la muerte de Francisco concluye una etapa histórica para la iglesia católica, no solo por sus reformas internas y su defensa del medioambiente o los migrantes, sino también por su compromiso con quienes sufren bajo regímenes autoritarios. En el caso de Nicaragua, fue una de las voces más firmes y constantes en defensa de la libertad religiosa, la vida y la dignidad humana.
A pesar de las amenazas, insultos y ataques sistemáticos, su voz nunca se apagó. El papa Francisco deja como legado su testimonio valiente frente al totalitarismo, su acompañamiento espiritual a los perseguidos y su permanente llamado a la reconciliación basada en la verdad. Hoy, mientras la iglesia y el mundo despiden a su líder, miles de nicaragüenses recuerdan sus palabras como faro de esperanza frente a la represión. "La Iglesia está siempre abierta al diálogo, pero esto requiere del compromiso activo a respetar la libertad y, primero que nada, la vida", dijo el papa Francisco.
"¿Su papel en la situación relacionada a la persecución religiosa en Nicaragua fue uno beligerante o tolerante?", se consultó bajo anonimato a una socióloga centroamericana, quien profesa el catolicismo desde su niñez.
"El papel del papa Francisco frente a la persecución religiosa en Nicaragua fue más tolerante que beligerante, marcado por una diplomacia cautelosa que priorizó el mantenimiento de los vínculos con el régimen nicaragüense antes que una denuncia frontal y sostenida de sus abusos, documentados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Unión Europea. Aunque expresó preocupación por la situación de los obispos y sacerdotes perseguidos —como monseñor Rolando Álvarez— y calificó a la administración nicaragüense de 'dictadura grosera', sus declaraciones llegaron tarde, fueron esporádicas y no vinieron acompañadas de acciones contundentes del Vaticano, como la ruptura de relaciones diplomáticas o el respaldo directo a la resistencia eclesial dentro del país centroamericano. Esta actitud fue percibida por muchos como un silencio cómplice o, al menos, una tibieza política e ideológica frente a una de las peores crisis de libertades en América Latina", concluyó. "En términos regionales, poco movilizó Bergoglio a sus sacerdotes para defender y proteger a su gente", agregó.
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