Aunque esta vez el comandante Daniel Ortega relució su instinto bélico y amenazante, se vio más solo que nunca. Mientras que el misticismo, ocultismo y esoterismo de la compañera Rosario Murillo sobrepasó sus propios límites.
Por Juan Treminio | @DaniTreminio
El lenguaje no verbal de los Ortega-Murillo
Managua, Nicaragua
"Ya sabemos lo que va a decir", es la excusa común en muchos nicaragüenses para evitar escuchar y ver la impuesta retórica "anti-imperialista" de las celebraciones revolucionarias o de cualquier discurso del mandatario nicaragüense.
Pero en realidad siempre hay algo distinto y no necesariamente se encuentra en el lenguaje verbal de la familia Ortega-Murillo. Sus minutos frente a las cámaras oficialistas son escenas en donde el orden de los factores sí puede alterar el producto.
Esta es la segunda ocasión que se conmemora la Revolución Sandinista en medio de una pandemia, y podría ser la octava vez que Ortega busca la Presidencia desde la gesta histórica.
Primer acto
Estuvo lleno de detalles sublimes, desde el poder familiar y el poder político. Como siempre, no hubo ninguna imagen oficial hasta que la pareja presidencial se aproximó al lugar.
El cortejo de Mercedes Benz llegó a la Plaza de la Revolución en Managua y enseguida fue rodeado por simpatizantes que llegaron "a pesar de no ser invitados". Las fotos oficialistas y una que otra publicación sandinista muestran al comandante saludando al público, con un dispositivo policial de película.
El binomio del poder llegaba a un escenario lleno de flores y banderas, para celebrar el aniversario 42 del fin de la dictadura de Somoza, que duró exactamente el mismo tiempo.
Media luna de personas uniformadas y con cubrebocas. Una estrella de siete picos con cientos de veladoras encendidas en el centro. El coro y el cuerpo de danza en ambos lados del escenario principal.
Daniel Ortega y Rosario Murillo llegaron al circuito cerrado junto a Fidel Moreno y dos escoltas. Murillo vistió de morado, como la realeza. En la toma principal estaban sus más allegados, entre hijos, nueras, nietos y su Gabinete.
El norte es Abjasia
El único invitado especial fue el canciller de un lugar fantasma, mostrando incluso que para el comandante ese sitio es más importante que Cuba. ¿Será qué necesita atraer la atención de una disputa hegemónica entre Biden y Putin?
Lo evidente es que revela su intención de convertir a Nicaragua en una réplica de aislamiento y ruinas. Ya no tiene ni apoyo y mucho menos amigos. Van camino a ser una isla.
El clan
Mientras tanto, en la familia todos se involucran. Es todo un "clan".
Luciana y Camila parecen tener más tareas de lo habitual, pero asisten a la primera fila. Por otro lado, Juan Carlos y Maurice se encargan de la producción y los detalles visuales. Ésta vez los ausentes fueron Rafael y Laureano, quienes celebraron la revolución rebuscando apoyo en Rusia.
Y Fidel Moreno. No es casualidad que el secretario de la Alcaldía de Managua apareciera en la primera escena. Es como parte de la familia.
Así como Carlos Fonseca "le apareció" a Xiomara Blandino, el rostro de Blandino apareció en la pantalla durante todo el evento. Y se nota que Xiomara está más cerca de Camila, y Camila más involucrada en el poder, a pesar de haber sido sancionada hace una semana. Mantuvo su emoción aplaudiendo y tarareando desde la primera hasta la última de las canciones del repertorio dedicado a su padre.
La mesa es "el pueblo unido"
Rosario, siempre inquieta y pendiente de todo, interrumpió su solemnidad ante el himno nacional para llamarle la atención a Camila. A ambas les fue difícil entonar la estrofa “brilla hermosa la paz en tu cielo”.
Luego de recitar a Pablo Neruda, Murillo ocupó el resto de sus 22 minutos con el micrófono para repetir lo mismo que dice al mediodía, todos los días, y saludar al resto de la mesa, según el orden de confianza y servilismo.
A la derecha de la pareja presidencial, Gustavo Porras y su siempre fiel Asamblea Nacional; Francisco Díaz y la ensangrentada Policía Nacional; las dos nuevas heroínas de la revolución en el Consejo Supremo Electoral, Brenda Rocha y Alma Baltodano; y la joven procuradora, Wendy Morales. A la izquierda de la pareja presidencial, Daur Kove, el Ejército, la justicia y sus demás "compinches".
Culto
A diferencia de otras celebraciones, el programa de este año estuvo estructurado como si fuera un culto evangélico: bienvenida, alabanzas, el sermón y el final pomposo. A diferencia de años anteriores, en donde el programa se asemejaba más a una misa católica: intercambio de palabras, consignas, reverencias, alabanzas y el sermón.
Sin importar de que religión parezca, el fin es el mismo: exaltar al mesías anti-yankee de 75 años de edad.
"El pueblo armado jamás será aplastado", selló al cierre del sermón.
Eso es lo que le queda al Frente Sandinista de Liberación Nacional. Amenazas. Y una familia que pretende ser dinastía eterna y continuar en el poder usando a la Policía y al Ejército.
Las elecciones ya no son motivo de preocupación para ellos. Solo están a la espera del día. Los resultados ya los conocen. El desconocimiento internacional es inevitable. El poder es todo lo que les queda y no están dispuestos a perderlo.
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