La chanfaina electoral del 07 de noviembre
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La chanfaina electoral del 07 de noviembre

Si hay un sabor que viene a mi memoria en este contexto electoral es el de la deliciosa chanfaina que preparaba mi abuela anti-sandinista para vender a los vecinos en Sébaco. Es un guiso que se prepara con el picadillo de la cabeza y los bofes del cerdo.


Por Juan Treminio | @DaniTreminio

Co-Director y Periodista de Coyuntura

Managua, Nicaragua
Fanático sandinista en las calles de la capital, Managua | Fotografía de Reuters
Fanático sandinista en las calles de la capital, Managua | Fotografía de Reuters

Probablemente eso sea lo que tenga preparado la dictadura Ortega-Murillo para repartir el próximo 07 de noviembre, día de comicios generales en Nicaragua. El proceso electoral en el país quedó lapidado tras la desaparición del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL), y cualquier tipo de competencia electoral democrática fue extinta, al igual que la casilla 15. Y aunque Daniel Ortega pudo convertir estas votaciones en una especie de repartición de nacatamales, prefirió adelantarse con una chanfaina electoral, cuyos ingredientes son sus instituciones estatales, curules y su propia cabeza.


EL PICADILLO FINAL


La receta del picadillo final, que se repartirá en noviembre, fue preparada por la pareja presidencial, y también candidatos a la Presidencia, Ortega y Rosario Murillo. Convirtieron sus discursos panfletarios en leyes para controlar aún más la justicia del país. Contra-reformas electorales, control total del Consejo Supremo Electoral (CSE), partidos políticos ilegalizados, un apagón informativo y rehenes electorales.


Con esa afanosa actitud de “si se va el balde que se vaya el mecate”, el binomio presidencial no se permitió ningún tipo de riesgo y amplió su absolutismo sin importar el costo. Y aunque la comunidad internacional no ignora esta realidad, y en cambio la denuncia con propiedad, lo único que se ha logrado es desenvainar el despecho de los Ortega-Murillo contra las naciones que demandan elecciones libres, y más violaciones a los derechos humanos de la ciudadanía.


El Poder Electoral será la trituradora de esta chanfaina, como en los procesos electorales pasados, pero sometiendo en esta ocasión por completo al Estado y sus fermentadas instituciones. No quedará nada fuera de su control. Todo será cocinado en el mismo perol. Familia, partido, Estado, Gobierno, e incluso oposición.


CALLEJÓN SIN SALIDA


A estas alturas no podemos dudar de la capacidad que tiene el dictador de dirigirse a un callejón sin salida. Sus acciones llevan al país directamente al precipicio.


El “plan” de los Ortega-Murillo, del que tanto habla William Grisby en su programa radial, ha forzado la desaparición de 34 lideres de diferentes sectores, incluyendo aspirantes a la Presidencia e interlocutores con los cuales el régimen ha negociado. “Falta lo más grueso”, cita en sus apologías Grisby, amenazando hasta la saciedad, nombre por nombre, mientras el régimen recrudece la represión y convierte al país en una cárcel.


El mecanismo tiene como característica pasar de las amenazas a la acción en poco tiempo, y de ello no se escapa ni el sector privado ni la Iglesia Católica. Este primero se declaró en silencio total, mientras que el sector religioso dice estar listo para asumir las consecuencias de mantenerse en donde está, denunciando la “noche oscura” que llegó hace casi 15 años con el retornó de Ortega al poder.


Daniel Ortega compareció sin Rosario Murillo en el último acto público del Gobierno | Fotografía de El 19 Digital por Jairo Cajina
Daniel Ortega compareció sin Murillo en el último acto público del Gobierno | Fotografía de El 19 Digital por Jairo Cajina

El 07 de noviembre la militancia sandinista volverá a someterse al inventario, por miedo o complicidad. La dictadura no tiene nada más que ofrecer, solo desgaste emocional y económico para el país.


Este proceso electoral fue nombrado por sectores opositores como la última oportunidad para resolver el rosario de crisis que enfrenta el país, pero en realidad fue la última oportunidad que tenía el régimen para suavizar su inminente salida.


Si algo inesperado ocurriera en los comicios, podría escribirse una segunda edición de "Ensayo sobre la Lucidez" de José Saramago.


Con este panorama resulta innecesaria la discusión de abstenerse o no. Ni siquiera existirá una forma de medir el abstencionismo, como sucedió en el 2016. Solo resta ver cómo ellos se atragantan con los restos de su longeva dictadura, desde ese callejón sin salida, sin aliados, sin apoyo, sin vergüenza, sin legitimidad, acorralados y sancionados por el mundo libre.

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