La izquierda más radical amenaza con secuestrar la blandengue democracia de Honduras
- Redacción Central

- hace 7 horas
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Si el Consejo Nacional Electoral (CNE) —el único ente independiente por diseño constitucional— es una "trampa", según el oficialismo, ¿qué alternativa propone? ¿Los cálculos internos de Libertad y Refundación (LIBRE), teñidos de sesgo partidario e ideológico? ¿O las Fuerzas Armadas (FF.AA.), a las que Xiomara Castro, Rixi Moncada y Manuel Zelaya han acusado de injerencia en el pasado? Esta postura no defiende la democracia; la erosiona, recordándonos los guiones de regímenes vecinos donde la voluntad popular se subordina a narrativas conspirativas, guiadas por unos pocos, los que se benefician. Es el libreto de Nicolás Maduro. Es el guión de Daniel Ortega. Es el fantasma del extremismo, más vivo que nunca.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Tegucigalpa, Honduras

A tres días de las elecciones generales del domingo 30 de noviembre de 2025, Honduras no solo enfrenta un proceso social e institucional; se encara a una crisis existencial que podría fracturar todavía más el frágil tejido democrático de Centroamérica. La candidata presidencial del Partido Libertad y Refundación (LIBRE), Rixi Ramona Moncada, ha elevado su retórica a niveles de descarada confrontación, anunciando que no reconocerá los datos del Sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP) del Consejo Nacional Electoral (CNE), al que tilda de "trampa" orquestada por la "oligarquía". Aquel grupo al que ella misma pertenece.
Este no es un arrebato aislado: es la culminación de una estrategia calculada para deslegitimar instituciones independientes y preparar el terreno para un caos post-electoral que beneficie solo a los intereses del poder en turno.
Moncada, con su afinidad declarada por los modelos autoritarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua, grita cada vez más fuerte no por defender al pueblo, sino por perpetuar un régimen que ya ha erosionado las bases de la alternancia. Su rechazo al TREP —un mecanismo auditado y verificable que garantiza trazabilidad en tiempo real— no es una denuncia técnica, sino un llamado a la insurrección selectiva: invita a "proteger las actas" en las Juntas Receptoras de Votos (JRV), un eufemismo para movilizaciones que podrían escalar a violencia si los números no favorecen a LIBRE.
¿Qué resultados reconocerá, entonces? ¿Los "cálculos internos" de su partido, sesgados por lealtades ideológicas? ¿O los de las Fuerzas Armadas (FF.AA.), a las que el propio oficialismo ha acusado de injerencia antes de coartarle? La respuesta es obvia: ninguno que no proclame su victoria absoluta, al estilo de los fraudes consentidos en Caracas o Managua. Detrás de este teatro de victimismo se esconde una red de apoyos foráneos que huele a interferencia colonial del siglo XXI. La presidenta izquierdista Xiomara Castro, cuya gestión ha sido un rosario de promesas incumplidas y escándalos de corrupción, ha buscado refugio en el Foro de São Paulo —ese club de la izquierda extremista que agrupa a regímenes como el de Daniel Ortega y, por supuesto, Nicolás Maduro— y en México para blindar su legado "refundacional".
El Foro y la débil y fragmentada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que desde 2021 respaldan incondicionalmente a LIBRE, no solo ratifican "solidaridad" con Castro; actúan como paraguas ideológico para justificar la judicialización del proceso electoral hondureño.
Y aquí entra el fantasma venezolano: informes revelan que el narco-régimen chavista de Nicolás Maduro no solo asesora, sino que financia campañas en Latinoamérica, incluyendo seguramente la de Moncada, con flujos ilícitos que socavan la soberanía hondureña.
¿Casualidad que, en medio de un colapso económico propio, Libertad y Refundación gaste más de mil millones de lempiras en propaganda estatal, desviando recursos públicos a un festín de autopromoción?
Funcionarios estatales y medios subvencionados por el gobierno del país centroamericano usan cuentas oficiales para amplificar el mensaje de la extrema izquierda, coordinados con "plataformas y asociaciones digitales" que no son más que altavoces pagados con impuestos del contribuyente.
La impudicia alcanza su zenit con la violación flagrante del silencio electoral, que inició este martes 25 de noviembre de 2025 a medianoche. Luis Redondo, presidente del Congreso Legislativo y fiel escudero de Castro y Moncada, irrumpió esta semana con una cadena nacional para arengar a las bases de LIBRE, ignorando la Ley Electoral que prohíbe toda propaganda en estos días ya críticos.
No es un desliz: es un desafío abierto a la institucionalidad, un recordatorio de que el oficialismo ve la ley como un obstáculo, no como un límite. Peor aún, la judicialización del proceso —con al menos dos consejeras del CNE y magistrados del Tribunal de Justicia Electoral (TJE) bajo persecución legal por "activismo político", "traición a la Patria" o "conspiración"— ha convertido el arbitraje electoral en un campo minado. Peligroso. Sin contrapesos legítimos.
Exmiembros del CNE claman todavía por la neutralidad que deben tener estos funcionarios, pero el oficialismo responde con demandas que buscan decapitar la independencia del árbitro electoral, allanando el camino para un conteo a medida.
La Organización de los Estados Americanos (OEA), alarmada, convoca sesiones urgentes ante estos "riesgos crecientes", pero ¿servirá de algo cuando el daño ya está sembrado?
Honduras no puede permitirse otro capítulo de esta novela autoritaria. El bipartidismo corrupto del pasado fue un cáncer; el unipartidismo de LIBRE, con sus alianzas tóxicas y su desprecio por las reglas, es una metástasis. Centroamérica entera observa: si este domingo prevalece la voluntad popular sobre la maquinación política, ganamos todos. Si no, el Foro de São Paulo celebrará otra "victoria" pírrica, y el éxodo de hondureños se convertirá en una avalancha.
Ciudadanos: vigilen las urnas con ojos de halcón, no con consignas prefabricadas. Partidos opositores: únanse en la defensa de la verdad, no en rencillas estériles. Y al oficialismo: el pueblo no es rebaño; el poder, efímero. Honduras merece elecciones limpias, no un golpe de Estado disfrazado de democracia. El reloj corre. La historia, implacable, juzgará, cada grito, cada mentira, cada pieza de la verdad.
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