Los militares de Estados Unidos están autorizados para entrar a Venezuela y a cualquier país, para "combatir" al narcotráfico. ¿Es Nicolás Maduro, por fin, el verdadero objetivo?
- Jairo Videa
- hace 20 horas
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El eco regional amplifica la crisis. El miércoles 20 de agosto de 2025, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), una coalición ideada en 2004 por Hugo Chávez y Fidel Castro —más antigua que muchas estructuras fascistas del siglo XX—, convocó una cumbre virtual de emergencia, la 13, con la vergonzosa participación de Honduras, Nicaragua, Cuba y Bolivia. "Estamos aquí para pasar revista sobre la coyuntura movida, interesantemente movida que tenemos hoy en el continente. América Caribe, un territorio en disputa entre las fuerzas del pueblo y las fuerzas oscurantistas del imperio estadounidense", dijo Nicolás Maduro Moros. "Nadie le quita lo bailado al ALBA. Nadie le quita lo bailado a Maduro", agregó. ¿Intervención militar, operación quirúrgica o propaganda sin sentido?
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Caracas, Venezuela

En la penumbra de una sala adornada con un retrato desvaído de Hugo Chávez con una cruz en la mano, Diosdado Cabello Rondón se para frente a las cámaras a las 10 de la noche, un miércoles. Su gesto, ajustado como una segunda piel, se arruga ligeramente al hablar con vehemencia. Detrás de él, la imagen del difunto líder bolivariano parece vigilar, con los ojos fijos en un punto invisible, mientras Cabello denuncia una conspiración supuestamente orquestada por "derechistas injerencistas": María Corina Machado —líderesa opositora—, banqueros anónimos, el vicepresidente estadounidense James David Vance y Donald Trump, mandatario de Estados Unidos.
Sus palabras resuenan en el vacío de la noche venezolana, no solo como retórica, sino como un gesto no verbal de desafío y "heroísmo", donde la cruz evoca una santidad "revolucionaria" y el retrato de Chávez invoca lealtad eterna a un proyecto autoritario e inhumano. Esta escena, transmitida en cadena nacional, encapsula la narrativa chavista que busca deslegitimar cualquier presión externa, pero esta vez, el telón de fondo es un despliegue militar estadounidense que plantea preguntas inevitables: ¿es Nicolás Maduro Moros el blanco definitivo, o se trata de una maniobra más amplia contra el narcotráfico?
La escalada comenzó semanas atrás, tras un breve período de distensión marcado por la renovación de la licencia de Chevron para operar en territorio venezolano y un intercambio de prisioneros políticos. Sin embargo, el jueves 07 de agosto de 2025, la administración Trump elevó la recompensa por información que lleve a la captura de Maduro a 50 millones de dólares, duplicando ofertas previas y superando incluso la que se ofreció por Osama bin Laden en su momento. Esta medida se enmarca en acusaciones de larga data: Maduro enfrenta cargos federales en Estados Unidos por narco-terrorismo, corrupción y tráfico de drogas, detallados en una acusación formal del Departamento de Justicia emitida originalmente en 2020 y reforzada recientemente. El documento lo describe como líder del Cartel de los Soles, una red alegadamente responsable de inundar el mercado estadounidense con cocaína, facilitando al menos el 60 % de las drogas que circulan en tofo el continente.
Días después, el martes 19 de agosto, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, confirmó en rueda de prensa que Estados Unidos está listo para "usar todo su poder" contra el flujo de estupefacientes hacia su territorio. Ante insistentes preguntas sobre el envío de tropas, Leavitt enfatizó: "el régimen de Maduro no es el gobierno legítimo de Venezuela. Es un cartel del narcotráfico, según la opinión de esta administración. Maduro no es un presidente legítimo. Es un líder fugitivo de este cartel, acusado en Estados Unidos de tráfico de drogas". En otras palabras, lo quieren. Está a la fuga. Ofrecen la más alta recompensa de la historia reciente.
Sus gestos durante la conferencia —manos entrelazadas con firmeza, mirada directa a las cámaras— transmiten una determinación que va más allá de las palabras, sugiriendo una postura inquebrantable. Al día siguiente, el miércoles 20 de agosto, fuentes del Departamento de Defensa citadas por Reuters y CNN revelaron la presencia de la Marina estadounidense en aguas del Caribe, cerca de los límites marítimos de Venezuela, con el objetivo de "combatir a los carteles del narcotráfico" mediante refuerzos aéreos, navales y con lanzamisiles. El despliegue comenzó el jueves 14 de agosto.
Los buques llegan este domingo al límite del mar venezolano
La maniobra involucra a poco más de 4,000 miembros de las fuerzas armadas, incluyendo un submarino nuclear, aviones de reconocimiento P8 Poseidon, varios destructores y un buque equipado con misiles. Los tres buques principales —USS Gravely (DDG-107), USS Jason Dunham (DDG-109) y USS Sampson (DDG-102)— pertenecen a la clase Arleigh Burke, Flight IIA, diseñados para operaciones multifuncionales.
El Gravely, con una longitud de aproximadamente 155 metros, manga de 20 metros y desplazamiento de hasta 9,500 toneladas, cuenta con propulsión CODLAG impulsada por cuatro turbinas de gas GE LM2500, generando unos 100,000 caballos de fuerza. Es muy rápido. Su tripulación ronda los 323-329 integrantes, equipados con radar AN/SPY-1D del sistema Aegis, sonar AN/SQS-53C y armamento que incluye un cañón Mk 45 de 5 pulgadas, CIWS Phalanx de 20 mm, 96 celdas VLS Mk 41 para misiles como SM-2, Tomahawk y ASROC, además de dos helicópteros SH/MH-60R Seahawk.
Similarmente, el Jason Dunham, con tripulación de unos 370 y desplazamiento de 9,200 toneladas, incorpora capacidades para misiles antibuque Harpoon y torpedos Mk 46/Mk 50. El Sampson, con especificaciones casi idénticas —longitud de 155-513 pies, calado de 9.3-9.4 metros—, añade sensores avanzados Aegis y armamento complementario, incluyendo cañones Mk 38 de 25 mm.
Los poderosos buques llegan —según fuentes militares estadounidenses— el domingo 24 de agosto al límite del mar de Venezuela.
Esta movilización naval no surge en vacío. Una carta del secretario de Defensa, Peter Brian Hegseth, hecha pública meses antes, reinterpretaba las competencias tradicionales del Ejército estadounidense para abarcar y "sellar las fronteras, repeler toda forma de invasión, incluida la inmigración masiva, el tráfico de drogas, el contrabando de seres humanos y otras actividades criminales". Hegseth, con su postura erguida y tono asertivo en apariciones públicas desde Fox News, encarna por mucho —junto a otros funcionarios estadounidenses— una expansión doctrinaria nacionalista y extremista que autoriza intervenciones en cualquier nación para combatir estas amenazas, evocando ecos de operaciones pasadas y recientes.
De Noriega a la actualidad
Antecedentes históricos iluminan el potencial de esta cacería encabezada hoy por la fiscal general estadounidense Pam Bondi, a quien Trump llamó hoy "la mejor de la historia". En diciembre de 1989, bajo la "Operación Causa Justa", fuerzas estadounidenses invadieron Panamá para derrocar al entonces general y dictador Manuel Antonio Noriega, acusado de narcotráfico y corrupción, luego de años siendo una de las fuentes más valiosas de la Agencia Central de Inteligencia en Estados Unidos. Más de 26,000 tropas descendieron por aire, mar y tierra, capturando a Noriega tras intensos combates que resultaron en cientos de bajas civiles y militares. Noriega fue extraditado a Florida, juzgado y condenado, marcando un precedente de intervención directa contra líderes vinculados al crimen organizado.

De manera análoga, en enero de 2020, un dron estadounidense eliminó al general iraní Qasem Soleimani en Bagdad, Iraq, en una acción defensiva contra amenazas inminentes a personal estadounidense. El Departamento de Defensa lo describió como un golpe "decisivo" para proteger intereses nacionales, aunque generó tensiones globales y retaliaciones iraníes. Estos casos ilustran patrones: desde invasiones plenas hasta strikes quirúrgicos, pasando por presiones para que fuerzas locales entreguen a los acusados, o incluso campañas de propaganda para aislar regímenes.
En el contexto regional, el Comando Sur de Estados Unidos ha intensificado su presencia en Argentina durante 2025, con visitas del almirante Alvin Holsey a Buenos Aires del lunes 28 de abril al jueves 01 de mayo, reuniones con el presidente Javier Milei y firmas de acuerdos para ventas militares extranjeras. El miércoles 02 de julio, el secretario Hegseth y el ministro argentino Luis Petri sellaron una carta de oferta y aceptación, fortaleciendo lazos bilaterales de más de 200 años.
Más recientemente, la Conferencia de Defensa Sudamericana (SOUTHDEC) inició en Buenos Aires el miércoles 20 de agosto, coincidiendo con el despliegue caribeño, y el UNITAS 2025 —el ejercicio naval multinacional más antiguo del mundo— se planea a lo largo de la costa este estadounidense, involucrando "operaciones de guerra multifacética". Estos movimientos sugieren una estrategia hemisférica más amplia, posiblemente coordinada para presionar sistemas autoritarios en Sudamérica.
La respuesta venezolana ha sido inmediata y multifacética. La tarde del miércoles 20 de agosto de 2025, Maduro, rodeado de imágenes de santos y hablando con un tono que evoca resiliencia bíblica —"llevamos la fuerza de David contra Goliat"—, ratificó su desafío durante una ceremonia televisada. Sus manos alzadas, enfatizando cada sílaba, y la presencia de figuras religiosas en el fondo, proyectaron una narrativa de victimización divina y "capacidad defensiva" todavía no demostrada. Anunció el despliegue de 4.5 millones de milicianos —reservistas, militares y civiles entrenados en guerra asimétrica y lealtad chavista— para vigilar territorios y colaborar en "cuadrantes de paz" en Caracas. "Ningún imperio va a tocar el suelo sagrado de Venezuela", proclamó, flanqueado por uniformados cuyos rostros impasibles transmiten disciplina inquebrantable, o incredulidad perpetua.
El canciller chavista Yvan Gil emitió un comunicado calificando las amenazas estadounidenses como un riesgo para la estabilidad regional, violando la zona de paz declarada por la izquierdista Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, visiblemente junto a Maduro en alocuciones recientes —como gesto de unidad castrense—, tildó las acusaciones de "ridículas" y "absurdas", advirtiendo de una "narrativa para justificar una agresión". Maduro también endureció el tono interno, cuestionando disidencias chavistas: "hay mucho cobarde escondido... ...yo no nací el día de los cobardes". Prohibió el uso de drones y movilizó fuerzas aéreas y terrestres para su protección, reflejando cierta paranoia ante traiciones cercanas, especialmente tras el aumento de la recompensa por él.
Una invasión o intervención militar a gran escala, tipo Irán en junio de este año, es irracional en Venezuela y en cualquier otro territorio de América continental, y el mandatario estadounidense Donald Trump lo entiende de cierta manera. Por mucha fuerza y determinación que tenga su jerarquía, el magnate y su gente saben que los conflictos gigantes solo aumentan los problemas. Entonces, la opción que puede estar sobre la mesa es una "cirugía", quizás similar al "exitoso rescate" de todos los rehenes retenidos por el régimen chavista de Nicolás Maduro en la embajada de Argentina en Caracas en junio de este año, pero con un objetivo completamente diferente.
"No se atrevan a poner una mano aquí. No somos nada más las Fuerzas Armadas, somos un pueblo unido", dijo Padrino este jueves 21 de agosto.
Desde la clandestinidad, María Corina Machado —principal figura opositora, en resguardo junto a colaboradores también perseguidos por el chavismo— asume un rol proactivo. En declaraciones a la cadena favorita del magnate estadounidense, agradeció "profundamente" a Trump por elevar la "generosidad", insistiendo en que el chavismo debilita estructuras democráticas regionales. Su lenguaje describe un "cerco" en desarrollo, ilusionando a expatriados venezolanos con un cambio inminente. Sin embargo, sectores moderados de la oposición, aún tolerados, expresan escepticismo ante promesas de intervención, acusando a promotores de "vender humo" en redes sociales y medios regionales. En las calles, la vida prosigue con normalidad aparente —mercados activos, tráfico habitual—, pero bajo una capa de agotamiento colectivo, sin expectativas de proximidad.
¿Intervención, "operación" o propaganda?
Regionalmente, Cuba denunció el despliegue como parte de una "agenda corrupta" del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, exigiendo respeto a la "zona de paz". Rubio, en publicaciones recientes en X (antes Twitter), ha criticado duramente a Maduro, proponiendo incluso elevar la recompensa a 100 millones y alertando sobre torturas y más persecución en Venezuela. El 20 de agosto de 2025, Maduro convocó una cumbre virtual de emergencia de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP), reuniendo a: la embajadora de Honduras —que no es parte del ALBA— en Caracas, Scarleth Romero; a los copresidentes inconstitucionales de Nicaragua, Daniel Ortega y Rosario Murillo; Miguel Díaz-Canel, dictador de Cuba; y al mandatario de Bolivia, Luis Arce.

Esa entidad, fundada en 2004 por Hugo Chávez y Fidel Castro, y vista por críticos, analistas, periodistas y defensores de derechos humanos como un relicto ideológico más antiguo que el fascismo en su rigidez, emitió una declaración condenando las acciones estadounidenses. Daniel Ortega, en un discurso que divagó sobre el conflicto Gaza-Israel antes de abordar el tema, expresó: "no venimos lanzando bombas, ni cohetes, ni amenazas". Reclamó la "respuesta cobarde" de América Latina ante las "amenazas imperialistas" de Washington, cuestionando la sumisión internacional y advirtiendo que el ataque a Venezuela podría extenderse a otros regímenes no alineados. Su tono, marcado por pausas reflexivas, reveló cierto temor personal e institucional ante una posible "redada" contra dictaduras regionales.
"¿Cómo es posible que América Latina entera, territorio de paz, no haya reaccionado de manera unánime y contundente ante la amenaza lanzada por los nerones de Washington, quienes ofrecen una recompensa de millones de dólares por la vida del presidente legítimo de la República Bolivariana de Venezuela?", se cuestionó el "revolucionario" del Frente Sandinista. "Tenemos que unir fuerzas, desde las bases y desde los pueblos, y que surja la dignidad de los gobernantes latinoamericanos para defender la soberanía", agregó. "La amenaza contra Maduro es una amenaza contra la soberanía de toda Latinoamérica", declaró el sandinista este miércoles.
Maduro, visiblemente tenso, llamó a la unión de "los pueblos rebeldes" y movimientos sociales globales para defender la soberanía del Caribe y "de nuestras tierras", enfatizando que "la unión es lo que nos ha hecho fuertes".
Paralelamente, en un escenario distante pero ilustrativo de la asertividad global estadounidense, dos buques —USS Higgins y USS Cincinnati— navegaron cerca del Banco Scarborough en el Mar de China Meridional esta semana, desafiando reclamos chinos en operaciones de "libertad de navegación". Seguidos por naves chinas, el despliegue se dio tras una colisión entre un buque chino y uno filipino, con condenas de la embajadora estadounidense MaryKay Carlson y aliados como Japón, Australia y Nueva Zelanda. Este incidente, con maniobras peligrosas capturadas en video —cañones de agua, impactos que dejan proas destrozadas y personal expuesto—, resalta riesgos de error de cálculo en aguas disputadas, análogos a las tensiones caribeñas.
Ahora bien. ¿Existe una orden de captura formal contra Nicolás Maduro? Sí, la acusación de 2020 incluye cargos por conspiración narco-terrorista, lavado de dinero y posesión de armas, con Maduro como principal imputado junto a 14 funcionarios chavistas. Pero la interrogante central persiste: ¿se trata de una intervención militar plena, una operación quirúrgica para extraerlo de forma "exprés", presión para que los militares venezolanos lo entreguen, o mera propaganda para aislarlo? El movimiento naval, combinado con antecedentes como Noriega y Soleimani, y la expansión del Comando Sur en Argentina, indica una preparación multifacética. Sin embargo, un funcionario del Departamento de Defensa aclaró a CNN que las naves no tienen órdenes de ingresar en aguas territoriales venezolanas todavía, que abarcan 4,000 kilómetros de costa.
"Marco Rubio está muy interesado en el derrocamiento del régimen chavista, pero necesita de una alianza que Argentina y Brasil parecen considerar, porque podría ser el momento definitivo", dice una analista centroamericana. "Basta con una orden ejecutiva de Donald Trump", añadió en una conversación con esta Redacción.
En definitiva, las dictaduras que se autodenominan "socialistas" o "revolucionarias" erosionaron y basurearon tanto al Sistema Interamericano como a entes internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sin embargo, hoy la vieja izquierda de América continental pretende que esas mismas instituciones salgan en su defensa.
Para demócratas y observadores internacionales, este momento representa una oportunidad para presionar por el colapso total del sistema chavista, permitiendo que millones de exiliados regresen y edifiquen instituciones legítimas. Reuters ha cubierto la escalada, destacando el tono destemplado y la gravedad de las acusaciones. Mientras tanto, la cancillería y las Fuerzas Armadas venezolanas rechazan las "difamaciones" y las tildan de "riesgos para la paz y la estabilidad regional". En este todo o nada, donde narrativas chocan y fuerzas se posicionan, el Caribe se convierte en un tablero de ajedrez donde cada gesto —verbal o silencioso— podría inclinar la balanza hacia el conflicto, la lucha meramente narrativa o la resolución definitiva.
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