Todo en todas partes, al mismo tiempo ausentes: las habituales y enigmáticas desapariciones de la copresidencia de Nicaragua
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Todo en todas partes, al mismo tiempo ausentes: las habituales y enigmáticas desapariciones de la copresidencia de Nicaragua

En el raro escenario político de Nicaragua, Daniel Ortega y Rosario Murillo, la pareja que ostenta la copresidencia del país centroamericano, parecen emular el título de la destacada película de 2022 "Everything Everywhere All at Once (Todo en Todas Partes al Mismo Tiempo, en español)". Su administración es omnipresente, pero a la vez, ausente y evasiva. El peculiar modus operandi de los Ortega-Murillo se centra en la desaparición estratégica y bien calculada de la vida pública. Ya han transcurrido 40 días desde su última aparición en cadena nacional, sin embargo, su influencia persiste en la vida cotidiana de la ciudadanía y el Estado, trascendiendo lo visible y desafiando la imaginación.


Por Juan Daniel Treminio | @DaniTreminio

Managua, Nicaragua
Ilustración de Coyuntura
Ilustración de Coyuntura

En el vasto e intrigante espectro "carmenteano", en el corazón de Managua, capital de Nicaragua, la trama diaria parece ser un leitmotiv persistente, que suena a poderosas ausencias y ruidosas apariciones por sorpresas. El máximo líder del sandinismo, el "poderoso" comandante Daniel Ortega, jefe del Estado nicaragüense, se dio otras prolongadas vacaciones de 40 días hasta este lunes 05 de febrero de 2024, desafiando desde la comodidad de su búnker -situado en la ocupada colonia El Carmen- todas las expectativas estructurales y constitucionales respecto a la figura presidencial. Pero durante los "días libres" de Ortega su maquinaria funciona, incluso más eficientemente que cuando el mandatario debe presidir un acto. Llegó a desaparecer del ojo público, solo en 2023 y 2022, por periodos de hasta 90 días, aunque la Casa de Gobierno nunca ha dejado de emitir decretos, resoluciones y acuerdos.


Entre sus ausencias y apariciones, la realidad nicaragüense supera por mucho la ficción escrita por "los Daniels", el éxito taquillero de 2022 "Everything Everywhere All at Once (Todo en Todas Partes al Mismo Tiempo, en español). El distintivo modus operandi de Ortega y su esposa y copresidenta Rosario Murillo está enfocado en la desaparición estratégica y bien calculada de ambos de la vida pública. Y aunque durante todo el mes de enero solo escuchamos la voz de Murillo a través de los medios oficialistas, la influencia de la pareja dictatorial en la vida cotidiana de la ciudadanía y el Estado, trasciende lo visible y desafía la imaginación de la sociedad, los medios de comunicación y los seguidores del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).


Porque si el comandante no sale, su mujer tampoco, lo que aumenta en cada ocasión de "desaparición" los enigmas, los murmullos, las tristezas y alegrías. Daniel y la Rosario casi nunca están, pero nunca desaparecen por completo.


Un régimen "omnisciente" y "omnipresente"


En lo que va del año 2024, el matrimonio presidencial ha optado por hacerse invisible, a pesar de estar en todas partes. La última vez que salieron y la luz del Sol les dio fuera de casa fue el miércoles 27 de diciembre del año pasado, en el acto del relanzamiento del temido Ministerio del Interior (MINT), el no tan nuevo brazo represor del sandinismo. Desde ese día hasta el cierre de este texto periodístico ha pasado exactamente un mes y seis días, y el país no ha visto a sus impresentables siluetas gobernantes. A pesar de que el comandante y su esposa han optado por el arte del ocultamiento, desafiando cualquier expectativa alrededor de su funcionamiento como matrimonio y como jerarcas de la administración nicaragüense, la ciudadanía muestra cada vez menos interés en sí ambos funcionarios trabajan o no, asumiendo siempre donde se encuentran en cualquier momento de relevancia: en su residencia en El Carmen, y en cualquier lugar donde se encuentre uno de sus funcionarios. Dictan siempre desde las sombras.


La supuesta omnisciencia y omnipresencia de este peculiar régimen no se evidencia por su frecuencia en eventos públicos, por sus múltiples entrevistas o por su apretada agenda mediática e institucional para monitorear e impulsar la institucionalidad y el funcionamiento eficiente del Estado. Al contrario, se ve reflejada en su capacidad de desaparecer, operar y conspirar eficazmente desde la penumbra de su nido, pero siempre controlando todo, con los operadores del FSLN siempre en marcha. Un trabajo con literalmente casi dos horas de fatiga al mes, como lo ha documentado la Redacción de COYUNTURA.


Las fuerzas armadas; quien entra y sale del territorio; quien hace o no misas o cultos masivos; todos los Poderes estatales; y hasta los medios masivos. Lo controlan casi todo. Universidades; paradas de autobuses; restaurantes; conciertos; zonas de senderismo e iglesias. Están en todas partes al mismo tiempo.


Pero es necesario recordar que no es un fenómeno único. Este comportamiento se inspira en las estratégicas desapariciones del muy bien muerto dictador cubano Fidel Castro, quien daba señales de vida solo un par de veces al año, para que la gente, así como en el caso de Ortega, tenga que verse en la necesidad de especular sobre su muerte, sobre su vida misma, dejando a la población y a las instituciones gubernamentales en un estado de incertidumbre y cautiverio simbólico, pero dependiente, porque al final depende de los deseos del caudillo, y su esposa, en el caso de Nicaragua.


Por otro lado, la influencia de esas desapariciones, en cuanto a Ortega y su compañera de vida, se manifiesta mediante la presencia de su maquinaria estatal en medios, instituciones, hospitales, corporaciones, entes descentralizados y todos los niveles gubernamentales -nacionales y municipales-. Operan desde cada rincón personas que actúan por miedo, por hambre o simplemente por sadismo, alimentando la narrativa de un régimen mesiánico que todo lo siente y ve, y que cada día marca la psiquis colectiva con ilegalidades que pretende legitimar, de norte a sur.


Un "liderazgo" del más allá


Desde el año 2020, una de las situaciones más impactantes y oscurantista que rodea a Daniel y Rosario es la ausencia notoria de ambos fuera de la capital nicaragüense. No se les ha vuelto a ver recorriendo ningún barrio de Managua, Masaya, León y Granada, y su presencia se desvanece gradualmente a medida que envejecen, endureciéndose y ausentándose aún más. La extravagante reticencia a la exposición pública alcanza niveles insólitos, ya que ni siquiera se les ha visto en los estudios de sus propios medios de propaganda desde que retornaron al poder en 2007, a pesar de que prácticamente todos pertenecen a sus hijos y se encuentran en la misma colonia ocupada por el clan y sus más cercanos trabajadores en la capital.


La ausencia de Ortega y Murillo en eventos que afectan directamente a la ciudadanía, así como su hábito de no rendir cuentas a nadie y de aparecer solo cuando les apetece, ha generado un escenario inquietante en la política nicaragüense. No hay siquiera informes anuales de las oficinas de la Presidencia y Vicepresidencia de Nicaragua. La Asamblea Nacional es un actor mudo y ciego en la inactividad del Ejecutivo. A pesar de ser el jefe de Estado y la vicepresidenta, respectivamente, su agenda vacía de eventos masivos y sus contadas apariciones mensuales -a lo mucho dos o tres por mes han transformado la política y la función pública en un arte de la paradoja y el ilusionismo. Un "liderazgo" del más allá. Más allá de lo razonable y constitucional.


El estilo de vida de Ortega, aparentemente desligado de las responsabilidades públicas, se refleja también en sus gustos extracurriculares, destacando su predilección por los Mercedes Benz y la marca de chaquetas Members Only. Sin embargo, a pesar de su ausencia física, la pareja presidencial sigue presente en la mente de la sociedad nicaragüense, presentándose como sombras malévolas que ratifican sus maldades una vez al mes. Es así como el enigma del poder nicaragüense persiste, y mientras el país espera que algún día la ausencia de Ortega y Murillo sea definitiva, la política, la cotidianidad y la institucionalidad continúan siendo moldeadas por esta pareja que, aunque ausente físicamente, sigue siendo omnipresente en la conciencia colectiva de la nación. Comemos pensando en ellos. Escribimos sus nombres casi todos los días.


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