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En la coherencia democrática e ideológica de Nasry Asfura no alcanza el rechazo al régimen sandinista de Ortega y Murillo

La figura de "Tito" emerge como la de un dirigente conservador con aspiraciones democráticas, pero con una coherencia ideológica que aún no ha confrontado de manera clara uno de los principales desafíos democráticos y sociales en Centroamérica: el régimen de Ortega y Murillo en Nicaragua. La expectativa de amplios sectores opositores es que Honduras, bajo su mandato, adopte una postura más explícita que vaya más allá de la diplomacia de vecindad y se comprometa con valores democráticos universales en foros multilaterales como la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Ojalá Donald Trump tome nota de la postura de su nuevo "favorito".


Por Jairo Videa | @JairoVidea

Tegucigalpa, Honduras
Nasry "Tito" Asfura en Tegucigalpa, capital hondureña, en el año 2021 | Fotografía de AP
Nasry "Tito" Asfura en Tegucigalpa, capital hondureña, en el año 2021 | Fotografía de AP

En un contexto regional marcado por la erosión democrática y las alianzas pragmáticas, el recién declarado presidente electo de Honduras, Nasry "Tito" Asfura, ha generado interrogantes sobre su compromiso ideológico e institucional con los valores democráticos. Aunque el ya casi mandatario del Partido Nacional (PNH) ha expresado críticas a regímenes autoritarios como el de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua, su disposición a mantener relaciones cordiales con Managua —confirmada en una reciente entrevista— pone en tela de juicio la profundidad de ese rechazo. A esto se suman las persistentes acusaciones de corrupción y los vínculos históricos de su formación política con prácticas autoritarias y el narcotráfico, que sugieren que su congruencia democrática podría ser más retórica que sustantiva.


Asfura, empresario de la construcción y exalcalde de Tegucigalpa, fue proclamado ganador de las elecciones generales del domingo 30 de noviembre de 2025 tras un controvertido recuento de votos que duró 24 días y que incluyó denuncias de fraude por parte de la oposición y el oficialista Partido Libertad y Refundación (LIBRE), aliado del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).


Con el 40,26 % de los sufragios, su victoria representa el retorno al poder del conservador Partido Nacional, que gobernó Honduras entre 2010 y 2022 bajo la presidencia de Juan Orlando Hernández (JOH), condenado en Estados Unidos por narcotráfico y lavado de activos, ahora libre gracias a un perdón estatal otorgado por Donald Trump. Este bagaje partidario, unido a las sombras personales de Asfura, complica su narrativa como defensor de la democracia.


Críticas al sandinismo: palabras vs. acciones


Durante la campaña, Asfura no escatimó en condenas a los regímenes de izquierda en la región. En octubre, en un acto público, criticó abiertamente la "falta de democracia" en Venezuela, Cuba y Nicaragua, posicionándose como un baluarte contra el autoritarismo. Sin embargo, apenas declarado presidente electo el miércoles 24 de diciembre de 2025 por el Consejo Nacional Electoral (CNE), su tono cambió. En una entrevista exclusiva con CNN, Asfura reveló haber sostenido una conversación con Ortega y Murillo, enfocada en "la paz y la tranquilidad en la región". Además, calificó como "agradable" la carta de felicitación enviada por la pareja nicaragüense, en la que invocaban la integración centroamericana y citaban al héroe independentista Francisco Morazán.


Esta apertura ha generado duras críticas desde la oposición nicaragüense en el exilio. La Concertación Democrática Nicaragüense (CDN) felicitó a Asfura por su victoria, pero le instó explícitamente a no reconocer al "régimen dictatorial" de Ortega y Murillo, y a proteger a los miles de exiliados nicaragüenses en Honduras. Sectores opositores, como los representados en plataformas como Nicaragua Investiga, han calificado su tono "cordial" con los líderes sandinistas como una "traición a los principios democráticos", especialmente en un momento en que Nicaragua enfrenta sanciones internacionales por violaciones a los derechos humanos.


Analistas regionales, como los del Centro de Estudios para la Democracia (CESPAD), ven en esta dualidad un patrón de pragmatismo por encima de la ideología. "Asfura critica el autoritarismo en campaña, pero prioriza la estabilidad fronteriza y económica una vez en el poder", señala un informe reciente del think tank hondureño, que vincula esta actitud a la necesidad de estabilizar relaciones con vecinos para atraer inversión. De hecho, Honduras y Nicaragua comparten desafíos comunes como la migración y el crimen organizado, lo que podría explicar la "disposición al diálogo", pero no disipa las dudas sobre su compromiso con la defensa de la democracia y las libertades humanas y constitucionales más allá de la retórica.


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Lunes 29 de diciembre de 2025
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