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El último testimonio de Roberto Samcam. Un retrato del Ejército sandinista y la era post-Violeta en Nicaragua

En su última conversación digital pública, el exmilitar anticipó la posibilidad de un "levantamiento militar" tras la muerte de Daniel Ortega, pero también destacó la importancia del Instituto de Prevención Social Militar (IPSM) como un factor de control para Rosario Murillo sobre el Ejército. La entrevista concluyó con una reflexión sobre la pérdida de aliados internacionales para la Nicaragua sandinista, especialmente tras la situación en Irán, y la falta de una alternativa real de poder en el exilio.


Por Redacción Central | @CoyunturaNic

San José, Costa Rica
El ya fallecido exmilitar nicaragüense Roberto Danilo Samcam Ruiz en una imagen de archivo | Fotografía cortesía
El ya fallecido exmilitar nicaragüense Roberto Danilo Samcam Ruiz en una imagen de archivo | Fotografía cortesía

La mañana del jueves 19 de junio de 2025 dejó una profunda huella en la historia del exilio nicaragüense. A las 07:45 a.m., en el residencial Naples de San Vicente de Moravia, San José de Costa Rica, el disidente y exmilitar nicaragüense Roberto Danilo Samcam Ruiz fue asesinado de ocho disparos, dentro de su propia vivienda. El crimen, ejecutado con precisión quirúrgica por un sujeto que ingresó sin cubrirse el rostro y que no mostró intención de robar ni de agredir a terceros, ha sido calificado como un ataque de alto perfil con connotaciones políticas. Hasta el cierre de esta publicación, ni el mandatario Rodrigo Chaves ni la Presidencia costarricense han emitido declaraciones oficiales.


Sin embargo, la vida y el pensamiento de Samcam —que se despidió de la opinión pública con una extensa entrevista en el programa vespertino Café con Voz apenas un día antes de su asesinato— ofrecen una panorámica inquietante del poder, la traición, la corrupción y el aparato represivo que se incubó desde las entrañas del Ejército Popular Sandinista y que, según denunció él mismo, continúa operando desde las sombras, incluso fuera de Nicaragua.


Roberto Samcam —enterrado el domingo 22 de junio en medio de la conmoción de una comunidad desplazada y ahora más atemorizada que nunca—, no fue un opositor cualquiera. Su voz crítica tenía el peso de quien estuvo dentro. Fue oficial del Ejército de Nicaragua, jefe de destacamentos y testigo de primera línea de la transición del poder tras la derrota electoral del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en 1990. En la conversación con el periodista Luis Galeano, el exmilitar narró la tarde del miércoles 18 de junio con detalles históricos y personales cómo vivió la llegada de "doña Violeta" Barrios de Chamorro (que falleció el sábado 14 de junio) al Ejecutivo, la deserción masiva de soldados obligados a combatir en nombre de una revolución agotada, y el incipiente proceso de profesionalización de las Fuerzas Armadas.


Pero más que un repaso nostálgico, Samcam trazó una línea de tiempo que conecta el pasado con el presente, desnudando las estrategias de cooptación y corrupción que, según él, mantuvieron al ya fallecido Humberto Ortega —hermano del codictador nicaragüense Daniel Ortega— como comandante en jefe durante años, incluso después de la caída del sandinismo en las urnas.


"La guerra no le gustaba a nadie. El soldado no estaba ahí por patriotismo, sino porque lo arrearon. Cuando ganó doña Violeta, se fueron. Dejaron los fusiles tirados", recordó. Para Samcam, aquella deserción masiva fue la señal inequívoca del hartazgo de un pueblo, incluso dentro de sus propias filas.


"Había incluso una diferencia entre algunos jefes militares: a unos les decían los blanquitos, los chelitos, y a otros los negritos. Generalmente, los negritos estaban en la zona de guerra, en las unidades militares, lo que se consideraba la zona de conflicto en esa época. En cambio, los blanquitos estaban en Managua, en el Estado Mayor General y en las unidades del Pacífico. Entonces, había una contradicción. En la asignación de propiedades que manejaba el Ejército, se le dio prioridad a la gente vinculada con los blanquitos, ¿verdad? Y hubo una fuerte pugna en relación a eso. Eso fue quebrantando un poco la confianza en Humberto, explicó Roberto en Café con Voz.


"Había una persona que trató de ser bastante comedida, que era el oído y encarcelado Álvaro Altozano. Recuerdo también a otro, Adolfo Chamorro —Pepe Chamorro— que siempre buscaba el balance. Pero había otra gente que valoraba mucho haber estado a la sombra de Humberto, y no en la zona de guerra", añadió.


En su testimonio, Samcam denunció con nombres y cifras la estructura corrupta que se gestó dentro del Ejército sandinista. Señaló la creación del Instituto de Previsión Social Militar (IPSM) como el ancla económica que permitió al cuerpo armado consolidarse como un actor con independencia financiera del Estado, financiado —entre otras vías— con la venta de armamento a países como Perú y Ecuador durante sus conflictos. "Se usaron helicópteros como si fueran fichas de ajedrez", dijo el exmilitar, asegurando que buena parte del dinero fue destinado a enriquecer a Humberto Ortega y consolidar un poder económico militar que aún hoy opera sin controles.


Samcam también describió cómo esa independencia económica, sostenida por empresas, cotizaciones de soldados que nunca verán su jubilación y beneficios opacos, hizo del Ejército nicaragüense un "holding" empresarial inquebrantable. "Es uno de los 10 capitales más grandes de Centroamérica", afirmó.


En su lectura crítica, el verdadero punto de quiebre institucional se dio en el año 2007, cuando Daniel Ortega regresó al ahora Órgano Ejecutivo y reanudó la simbiosis pura entre partido y Fuerzas Armadas. "Ahí murió la profesionalización del Ejército. Volvieron a pintarse de rojo y negro", sentenció.


"Hubo una cantidad importante de dinero que se utilizó en dos cosas: una parte fue destinada a la creación del IPSM y otra, como dijo Humberto, 'pues de ahí... yo no puedo salir en bicicleta'. No sé si cuando decía 'no voy a salir en bicicleta' estaba pensando en un Lamborghini, un Ferrari o un Mercedes-Benz... pero, bueno, le salió bien, ¿verdad? El proceso de nacimiento del IPSM se dio en medio de una crisis, con el visto bueno de Antonio Lacayo. Este instituto nació con dos fuentes de financiamiento: primero, la venta de los activos del Ejército; y segundo, todas las cotizaciones que durante doce años hicieron los oficiales, clases y soldados, pero que nunca fueron reportadas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS)", explicó Samcam.


Agregó: "entonces, el gobierno tuvo que asumir la responsabilidad. 'Okay, nosotros lo vamos a cubrir, aquí está la plata'. Y así nació el IPSM. Me comentaba un oficial que hoy está desertado, que hasta el día de hoy a los soldados les descuentan 400 córdobas mensuales. Son aproximadamente 8,500 soldados. Si haces el cálculo: 8,500 soldados por 400 córdobas, por 12 meses… es un montón de dinero. Pero esa cantidad no se les devuelve. ¿Por qué? Porque para tener derecho a la jubilación deben pasar 18 años en el Ejército. Y los contratos son solo por tres años. Es decir, habría que firmar seis contratos consecutivos para poder optar a una jubilación.... Ahí está el burro amarrado contra el tigre suelto. Exactamente. Y además, sin posibilidad real de ascenso. Porque con el tapón que hay en la jerarquía militar, uno se queda ahí: como soldado raso. Con suerte, si va a la escuela, pasa a sargento. Algunos pueden llegar a capitán, pero hasta ahí".


Rosario Murillo


Quizás el momento más explosivo de la última entrevista de Roberto Samcam fue su análisis del poder actual. Se refirió a Rosario Murillo como la verdadera cabeza del régimen sandinista y advirtió que, ante la inminente muerte de Daniel, ella busca consolidar un poder absoluto sin interferencias, ni siquiera del Ejército.


"El mensaje con la sentencia de Álvaro Baltodano es claro: puedo hacer lo que quiera con cualquiera", dijo Samcam sobre la condena de 20 años de prisión al general sandinista retirado, quien ahora están en el Sistema Penitenciario Nacional (SPN) de Tipitapa. Para él, el mensaje iba dirigido al resto de los oficiales en retiro, y por extensión, a la institución castrense. "Ella quiere que nadie tenga ascendencia sobre el Ejército. Es un aviso de que aquí nadie está seguro", agregó.


Durante una misa previa al entierro de Samcam, celebrada en San José la mañana del domingo 22 de junio de 2025, la familia del fallecido instó al Estado costarricense a aceptar el apoyo ofrecido por el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica, a través de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental | Fotografía de 100 % Noticias
Durante una misa previa al entierro de Samcam, celebrada en San José la mañana del domingo 22 de junio de 2025, la familia del fallecido instó al Estado costarricense a aceptar el apoyo ofrecido por el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica, a través de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental | Fotografía de 100 % Noticias

Sin embargo, también anticipó que la represión excesiva de Murillo podría producir el efecto contrario. "Una cosa es lo que piensa el chancho y otra el que lo arrea", ironizó, sugiriendo que los militares activos podrían no tolerar por mucho tiempo ser tratados como simples piezas prescindibles. "El ejército no se va a dejar manosear tan fácilmente", vaticinó.


Samcam murió al día siguiente de hacer pública esta visión. Sus palabras —pronunciadas sin temor, sin rodeos, sin esconder nombres— son ahora un testamento incómodo. Denunció también la infiltración de células del FSLN en Costa Rica, la posibilidad de operativos de inteligencia ejecutados fuera de Nicaragua, y la inacción de los gobiernos centroamericanos ante lo que calificó como una amenaza transnacional. También advirtió que Murillo, sin contrapeso político ni oposición armada, estaría dispuesta a gobernar con "mano de hierro", incluso más allá de la muerte de su esposo.


Ni la Fiscalía costarricense ni el Ejecutivo han asumido públicamente la dimensión del asesinato del exmilitar nicaragüense en San José. Mientras tanto, la comunidad desplazada —cada vez más vulnerada por amenazas, vigilancia y ataques sistemáticos— exige justicia y protección. Su muerte no puede pasar al olvido como una estadística más.


"Aunque uno vea la figura de Julio Avilés como pusilánime, como institución no creo que sean tan tontos como para dejarse manosear. Obviamente hay un factor clave para los intereses del Ejército y es la plata, el IPSM. Mientras no le toques la cartera todo va bien. Ahora, siempre lo he manifestado en otras entrevistas; hay que ver cuál va a ser el comportamiento de Murillo en relación con el Ejército. Si ese comportamiento cotidiano de ella, de avasallar incluso a sus propios hijos, y para eso solo hay que ver cómo trata a la Camila, se va a replicar con el Ejército y cuál va a ser la actitud del Ejército", señaló.


Roberto Samcam fue más que un exmilitar crítico. Fue un cronista incómodo de los engranajes del poder, un testigo de excepción que decidió no callar, incluso con sus propias cuentas pendientes. Escribió libros, ofreció entrevistas, acompañó causas cívicas y dejó constancia de que los tentáculos del autoritarismo no conocen fronteras. "El opresor no sería tan fuerte si no tuviera cómplices dentro del mismo pueblo oprimido", sentenció, recordando que el silencio es también una forma de complicidad.


Hoy, su asesinato nos recuerda que el exilio no es sinónimo de seguridad. Que la impunidad trasciende territorios. Que, como él mismo advirtió, los verdaderos peligros no siempre llevan uniforme, pero sí órdenes. Y que hablar claro sigue siendo una forma de resistencia. Una que a veces se paga con la vida.


"Cuando se muera (Daniel Ortega), probablemente pase en el freezer un par de meses mientras (Rosario Murillo) reacomoda toda la situación", apuntó Samcam. "Yo creo que no es hasta que Dios quiera, sino hasta que (Benjamín) Netanyahu quiera, pues, porque realmente la situación en Irán está bastante complicada, y eso permite ir restando los aliados de Ortega, lo cual es importantísimo", aseveró.



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