Daniel Ortega reaparece visiblemente desmejorado tras 24 días de ausencia: enfermedad terminal, aislamiento y un discurso anacrónico marcan su retorno a la pantalla
- Jairo Videa
- hace 4 horas
- 8 Min. de lectura
El sandinista mostró un rostro más demacrado, inflamado y visiblemente pálido, signos evidentes de que ha estado sometido a un severo deterioro físico e incluso mental. Su caminar pausado y dificultoso, arrastrando el pie derecho y con una evidente parálisis parcial en su ojo derecho, fue notoria para quienes siguieron en vivo la ceremonia retrasada de esta noche. Con una nueva chaqueta, pero con aplausos cada vez más decadentes.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua

El Daniel Ortega de hoy no es el mismo de hace 24 días, sin duda. La escena que se desplegó la noche de este sábado 25 de mayo de 2025 en Managua, dista muchísimo de los despliegues triunfalistas que han caracterizado históricamente las apariciones públicas del mandatario nicaragüense, especialmente cuando se trata de Augusto César Sandino y su mes. El caudillo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) reapareció después de una ausencia de más de tres semanas en medio de intensos rumores sobre su salud. Lo hizo en un acto público cargado de simbolismo y tensión, marcado por la entrega de 100 autobuses de fabricación china por primera vez "donados" por la embajada del gigante asiático, y la conmemoración del 46 aniversario del fallecimiento del guerrillero Germán Pomares Ordóñez, "El Danto".
Sin embargo, lo que más destacó no fue el contenido del evento, sino el evidente deterioro físico del líder de 79 años. Rodeado de buses, solo siete en la mesa, y un grupo de transportistas y sus esposas.
Ortega comenzó a hablar a las 07:28 p.m., después de gritar y subir la mano un par de veces, precedido por un prolongado discurso del embajador de la República Popular China, Chen Xi, quien lo acompañó junto a la ahora copresidenta Rosario Murillo, esposa de Daniel. Lucía una nueva chaqueta roja, la cual abrió para recibir más aire; una gorra de la Policía Nacional y un semblante que reflejaba con crudeza los estragos de una condición médica severa: rostro inflamado, palidez marcada, un caminar arrastrado —particularmente con el pie derecho— y un ojo visiblemente caído, con el párpado derecho más cerrado que el izquierdo.
La prolongada ausencia de Ortega —desde su última aparición pública el miércoles 30 de abril durante la conmemoración del Día de los Trabajadores— y la cancelación sorpresiva del acto conmemorativo del 130 natalicio de Sandino el lunes 19 de mayo, generaron interrogantes y especulaciones crecientes tanto dentro como fuera de Nicaragua. El hermetismo del aparato estatal y el control absoluto del círculo presidencial alimentaron la incertidumbre. Pero fuentes médicas y exfuncionarios del régimen han comenzado a esclarecer el trasfondo.
De acuerdo con el médico exiliado Richard Sáenz Coen, quien formó parte del equipo que atendía a Ortega hasta 2018, el mandatario padece desde hace años de lupus eritematoso sistémico, una enfermedad autoinmune que le provocó nefritis lúpica y posteriormente derivó en una insuficiencia renal crónica en fase terminal (etapa V). Esta condición le obliga al sandinista mantener un tratamiento continuo de diálisis, un régimen médico riguroso y vigilancia permanente.
"El lupus compromete múltiples órganos. Cuando hay infecciones o descompensaciones, el cuerpo no responde con facilidad. Ortega no está agonizando en este momento, pero su cuerpo muestra signos claros de un deterioro sostenido que puede agravarse rápidamente", explicó Sáenz Coen esta semana, a 100 % Noticias, desde el exilio.
A lo largo de los últimos años, diversas apariciones esporádicas de Ortega han dado pie a rumores sobre su salud, pero esta ocasión ha sido diferente, según periodistas, activistas y defensores de derechos humanos consultados por COYUNTURA. Las señales visuales de este sábado fueron explícitas: pérdida de peso, lentitud al caminar, fatiga evidente y un semblante agotado. Ya no se trata únicamente de interpretaciones médicas a distancia, sino de una evidencia física innegable que desafía la imagen de invencibilidad que el régimen ha proyectado por años. Ya muchos se atreven a creer que el comandante es más un coma andante.
La urgencia de proyectar una imagen de continuidad se hizo patente, tras intrigantes titulares en Nicaragua Investiga, La Prensa, Despacho 505 y 100 % Noticias. La entrega de autobuses, gestionada con el apoyo de China, sirvió como marco funcional para una aparición estratégica. Aun así, la convocatoria fue limitada. Apenas un reducido grupo de transportistas, convocados a la Avenida Bolívar, sirvieron de audiencia improvisada, con sus esposas. No hubo multitudes, celebraciones masivas ni despliegue propagandístico como en otros eventos emblemáticos del sandinismo.
Rosario Murillo, como es habitual, actuó como figura de soporte, recibiendo con atención las cámaras, sonriendo y evitando que el acto se desbordara hacia la incertidumbre. Pero ni su omnipresencia pudo desviar la atención de la frágil condición de su esposo, quien la rechazó al inicio de la transmisión.
El discurso de Ortega comenzó con un saludo anticipado a las madres nicaragüenses, a propósito del Día de las Madres el 30 de mayo. Sin embargo, rápidamente viró hacia una narrativa anacrónica que incluyó referencias al fascismo, la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética, la crisis social, política, humanitaria e institucional que comenzó en 2018, y la supuesta amenaza del "imperio mundial" —en alusión a Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) y Europa—.
"La Unión Soviética derrotó al fascismo, y damos gracias a Dios por esa victoria extraordinaria", dijo a las 07:34 p.m., apenas seis minutos después de comenzar a hablar, mientras su ojo derecho parecía cerrarse más por momentos, evidenciando fatiga muscular o problemas neurológicos.
Este tipo de discurso no es nuevo en Ortega, quien ha hecho de la retórica antiimperialista un eje central de su narrativa. No obstante, en este contexto específico, su intervención sonó desconectada, como un intento de reafirmar un control que su propio cuerpo ya no puede sostener con firmeza. Siguió hablando de historia mundial, o al menos sobre su propia visión de hechos globales.
La reaparición del caudillo sandinista busca calmar las aguas, pero el efecto puede haber sido contraproducente. Lejos de disipar las dudas, la imagen de un Ortega debilitado ha reforzado las versiones de una transición inminente, aunque aún no oficializada. Si bien el régimen mantiene un férreo control institucional, social, militar y económico, la figura de Ortega sigue siendo el ancla de un sistema centralizado, altamente personalizado y carente de mecanismos transparentes de sucesión. "Nunca habíamos tenido tantos buenos buses como ahora, con todos estos autobuses chinos", celebró. "Ya no más cacharpas", agregó, con China, su nuevo "gran socio", en la mesa.
En ese sentido, el aislamiento internacional del régimen se ha profundizado. Nicaragua enfrenta sanciones por violaciones a los derechos humanos, represión sistemática a la prensa independiente, cierre de más de 5,550 oenegés, expulsiones de misiones diplomáticas y religiosas, y un creciente éxodo de nicaragüenses. El debilitamiento visible del nefasto "líder revolucionario" podría acelerar procesos internos de disputa por el poder dentro del sandinismo. Su esposa, Rosario Murillo, su hijo "preferido", Laureano Facundo Ortega Murillo, el presidente del ahora Órgano Legislativo, Gustavo Porras, y el jefe del Ejército, Julio César Áviles, están involucrados sin duda en esos pleitos.
En este contexto, la figura de Rosario cobra más peso. Como copresidenta —gracias a la nueva Constitución monárquica— y vocera oficial, ha asumido roles ejecutivos de facto en los periodos de ausencia de Ortega. Pero incluso su liderazgo no cuenta con legitimidad suficiente fuera del círculo duro del FSLN, dicen algunos. La incertidumbre, por tanto, no sólo es médica, sino también política, e incluso militar.
La reaparición de Daniel Ortega no resolvió el enigma de su futuro inmediato. Más bien, confirmó lo que múltiples señales venían anunciando: el líder nicaragüense atraviesa una etapa crítica de salud, con signos clínicos visibles y progresivos. A pesar del intento sandinista por proyectar normalidad, la imagen transmitida fue la de un poder que se sostiene en la fragilidad de un cuerpo enfermo y una mente cada vez más perdida, una narrativa obsoleta y un aparato estatal cada vez más desvinculado de la realidad nacional y los problemas reales de la ciudadanía.
En el ocaso de su vida, Ortega parece encarnar con más fuerza que nunca las contradicciones de una dictadura que, mientras busca perpetuarse, no puede ocultar que su figura central está, inevitablemente, en declive. Pero, ¿estamos listos y listas para ello?
"Somos un oasis de paz; somos un oasis de trabajo; somos un oasis de educación, de salud, de carreteras", proclamó Daniel desde el estrado. Mientras tanto, Rosario, a su lado, se tomó —sin beber un solo sorbo de agua— uno de los dos medicamentos que la acompañaban en la mesa durante la noche.
Ortega recordó, sin atisbo de remordimiento o vergüenza, que de los tres últimos mandatarios que ha tenido Nicaragua en más de dos décadas, él es el que posee el nivel educativo más bajo. "Doctor, ingeniero, bachiller", enumeró sin matices. Esta vez, no tuvo energía para incluir a su nieto —el mismo que lo había acompañado en tres actos oficiales anteriores—, pero sí reservó tiempo y fuerzas para ofrecer, una vez más, su versión de la historia y la crisis actual. Agradeció a China por los autobuses recién entregados, los cuales ya fueron decorados con las firmas suya y de Murillo.
Volvió a mencionar al economista José Adán Aguerri. Volvió al Diálogo Nacional, aquel episodio de la crisis múltiple que estalló en abril de 2018. "Era basura todo lo que teníamos enfrente", dijo, refiriéndose sin distinción a los obispos, a los funcionarios, y a los estudiantes que participaron en las mesas de negociación. "Aprovechando que la Policía estaba acuartelada, comenzaron con los tranques y se instalaron los ataques a los cuarteles de la Policía, cuando la Policía solo estaba cumpliendo órdenes de resguardo. La Policía resistiendo, con una disciplina extraordinaria", aseguró.
También volvió sobre la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), con la que mantiene una confrontación permanente desde aquellos días. "En la época de Somoza, por ejemplo, la Conferencia Episcopal era somocista", acusó, entre una mueca de seriedad y una sonrisa socarrona. "Me leyeron ahí, los puntos, en una carta de 2014, y yo dije: realmente, estos señores están totalmente mal de la cabeza. Yo los escuchaba con atención, y ellos creían que íbamos a hacer todo lo que decían", añadió.
Luego habló de los exiliados y desnacionalizados, a quienes llamó "conspiradores". "Los mandamos fuera del país", dijo, entre risas. Por primera vez desde los sucesos de 2018 y desde el inicio de su cuarto mandato consecutivo en 2022, se refirió a una "nueva alianza con quienes parecíamos irreconciliables". Habló de los "liberales patrióticos", una clara alusión al Partido Liberal Constitucionalista (PLC), el antiguo adversario político que hoy opera como su socio funcional. "Hemos avanzado mucho más" sentenció Ortega, como si 2018 no hubiese sido una herida histórica, sino una oportunidad bendita para afianzar su poder.
En COYUNTURA, cada noticia y día de trabajo es un acto de valentía respaldado por personas, procesos, fuentes, documentos y perspectivas confiables, contrastadas y diversas, aunque muy a menudo debemos proteger la identidad de quienes informan y/o comentan. Pero la censura, la crisis económica y los obstáculos estatales y de seguridad no detienen a nuestra Redacción; seguimos informando con determinación, desde Centroamérica. Si has sufrido violaciones a tus derechos por un Estado centroamericano, o si quieres contar una historia, contáctanos a través de direccion@coyuntura.co o mediante la burbuja de mensajes en la parte inferior del medio.
Por otro lado, no te pierdas AULA MAGNA, nuestra radio en línea y plataforma de podcasts para la región y su gente, donde el periodismo y el entretenimiento se fusionan las 24 horas del día.
Juntos, construimos el puente de la verdad y la democracia, por eso ten en consideración adquirir una membresía de nuestro programa para socias y socios, con beneficios y servicios digitales únicos.